Generación V

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Kageyama/Hinata; Kuroo/Tsukishima; Yachi/Yamaguchi; Tanaka/Kiyoko; Asahi/Nishinoya; Suga/Daichi; Bokuto/Akaashi


La canción que había elegido como tono de alarma estaba taladrando sus oídos y supo que pronto la acabaría odiando. A regañadientes alzó la mano, sin mirar, buscando su móvil para apagar el molesto sonido. Al segundo de apagarlo, la puerta de su habitación se abrió de un portazo, dándole un susto de muerte. Se incorporó con rapidez en su cama olvidando la maravillosa sensación de continuar enrollado en sus sábanas y con los ojos muy abierto (y el corazón a mil por hora) se quedó mirando a su hermana mayor, Haruka, quien le sonreía abiertamente, ajena a que para él todavía era muy temprano siquiera para pensar con claridad.

—¡Buenos días, Aki-chan! ¿Preparado para entrar al equipo?

Akimi estiró los brazos asintiendo perezosamente, sin compartir la emoción que desprendía cada poro de su cuerpo. Otra vez se repetía que era demasiado temprano como para ir saltando por ahí de esa manera. Haruka comenzó a empujarlo, metiéndole prisa, en dirección al baño.

—Venga, venga, que se nos hace tarde. No tardes —le recordó, sonriéndole como si ese día fuese a ocurrir el acontecimiento más interesante de la historia... De verdad, que no entendía de dónde sacaba la energía esa chica.

—Sí, sí, Nee-chan, ya va.

Haruka desapareció por el pasillo, satisfecha, dejando a su hermano que se vistiera y lavara la cara el sólo. Llegó dando saltos a la cocina, donde encima de la mesa le esperaba el desayuno, recién hecho. Su padre, Kageyama, terminaba de preparar la comida, concentrado en lo que sea que tuviese al fuego, mientras escuchaba la anticuada radio (solo se utilizaba por el exclusivo canal de deporte que sus padres parecían adorar).

—Buenos días, Too-Chan —canturreó la chica sentándose en la silla, observando con devoción el plato frente a ella. Cuando Kageyama se giró para saludarla, Haruka tenía medio plato dentro de su boca, con las mejillas infladas, como si fuera una ardilla. El hombre soltó un profundo y largo suspiro.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no seas tan bruta comiendo? —Negó con la cabeza en señal de desaprobación más Haruka se limitó a encogerse de hombros, tragando con dificultad toda la comida. —Que es tu último año de instituto, ¿no eres mayorcita ya?

—Depende de para qué —admitió la chica con una sonrisa divertida. Kageyama dejó de intentarlo y decidió volver con la comida, dándose por vencido. Eso se decía, pero al día siguiente, volverían a tener la misma conversación.

—Woah, qué bien huele.

Su padre, Hinata, entraba en la habitación acomodándose la mal anudada corbata alrededor del cuello. Tenía la camisa por fuera del pantalón, arrugada y con algunos botones mal abrochados. Haruka soltó una pequeña risa, mirando con una ceja alzada a su padre: —¿Vas a salir así, Kaa-Chan?

Hinata le sacó la lengua en respuesta.

Kageyama ya había terminado con los sartenes y ponía el desayuno de los tres restantes en platos. Giró su cabeza sin dejar de hacer lo que hacía, mirando a su marido. Puso los ojos en blanco.

—Hinata, idiota, ¿no sabes ni ponerte una camisa?

—Cállate. Sí se —se quejó colocando sus botones bien (porque en realidad no se había dado cuenta) y metiendo la prenda por sus pantalones. Kageyama puso los platos en la mesa a la vez que Haruka se levantaba y ponía el suyo en el fregadero. Se asomó al pasillo gritando el nombre de su hermano mientras su padre se acercaba al otro para hacerle de nuevo el nudo de la corbata. —No necesito tu ayuda, idiota.

Los del vóley [Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora