Kuroo da ideas y Bokuto pone los problemas

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Tadashi Yamaguchi/Koutarou Bokuto, Kei Tsukishima/Tetsurou Kuroo

(+18) Contenido sexual explícito

Bokuto sabía que había alguna que otra vez en la que se precipitaba. Que no sabía leer la atmósfera o que se perdía entre las líneas de una conversación. Que actuaba por instinto y que no pensaba en lo que hacía hasta que estaba terminado. Había veces en las que cometía errores de los que después se arrepentía. Que hacía enfadar al entrenador Yamiji, a sus amigas Kaori o Yukie, e incluso a Akaashi (y no es que realmente tuviera ganas de repetir esto último). Que su actitud apresurada, a veces, era su peor enemigo.

Pero también sabía que en otras ocasiones era su único aliado. Porque si había veces en las que cometía errores, había otras en las que solo acertaba. Y, joder, estaba seguro de que esa era una de ellas.

Bokuto no era un niño tonto. Él tenía ojos, como todo el mundo, y era consciente de cómo le miraba la gente. A veces con desagrado y otras con diversión. Con aburrimiento o pesadez. Y a veces hasta con pasión. A veces pillaba a alguien con la vista clavada en su espalda o en sus muslos, en su estómago o en sus brazos, cuando entrenaba o incluso cuando caminaba con tranquilidad por los pasillos de su escuela. Él sabía que atraía a un cierto tipo de gente y no le parecía nada del otro mundo.

A veces se aprovechaba de la situación.

Aunque, claro, lo que no se esperaba era que dentro de ese "cierto tipo de gente" se encontrase el pequeño amigo que corría detrás de Tsukishima por todos lados. No tenía ni idea de quién era: Ni se sabía su nombre, ni sabía en que posición jugaba, ni si quiera se había fijado en él hasta que notó cómo su mirada se desviaba según sus movimientos. Pero, ahí estaba él, observándole con sus dientes clavados en su labio inferior, sus pómulos rosados, y una rápida excusa en su cabeza para cuando Tsukishima le preguntase a qué demonios estaba mirando con tanto ahínco.

Bokuto, como no era un tonto, tampoco iba a desaprovechar esa oportunidad.

—Eh, Kuroo, ven aquí.

Kuroo cogió la pelota de vóley del suelo con la que estaba calentando y caminó perezosamente al lado de su colega. Las prácticas matutinas acababan de empezar y el chico de Nekoma ni siquiera se había despertado lo suficiente como para ello. Bostezó a la vez que con un asentimiento de cabeza le explicaba a Bokuto que le estaba escuchando.

—¿Cómo se llama el amigo de Tsukki? El de las pecas —preguntó, señalando con descaro al dúo de Karasuno que calentaba junto a su equipo al otro lado del gimnasio. Akaashi, quien se encontraba estirando sus piernas, chasqueó su lengua con reproche ante el gesto de su capitán, porque señalar a otras personas era de muy mala educación.

—Uh, ¿por qué preguntas? —Kuroo les echó un rápido vistazo a los chicos, sin reparo alguno, permitiendo perderse durante algunos segundos en la eternidad de las piernas de Tsukishima. Soltó un suspiro, un tanto espaciado, y luego devolvió su mirada hacia Bokuto. Elevó sus cejas con sugerencia. —¿Estás interesado en el pobre niño? Si acaba de hacerse su primera paja, bro.

Akaashi los miró, preguntándose en silencio si sus amigos hablaban en serio o era otra de sus estúpidas bromas. Kuroo se encogió de hombros con una muy mal fingida inocencia.

Bro, estás desesperadamente desesperado por conseguir un beso de Tsukki antes de que el campamento termine —se quejó Bokuto, cruzando sus brazos por debajo de su pecho y mirando con cierta desaprobación al moreno. Tanto Tsukishima como su amigo tenían la misma edad, y al final, Kuroo era el mismo adolescente de diecisiete años que calentorro y con buena imaginación pedía a gritos la atención de uno de sus kouhai, que el capitán del Fukurodani.

Los del vóley [Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora