Cuando el tiempo pasa y va a peor

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Kei Tsukishima/Tetsurou Kuroo/Koutarou Bokuto

Parte del universo "Los mismos idiotas del vóley, ahora en la universidad".


Tsukishima estaba cansado. A menos de dos semanas de las ansiadas vacaciones de verano, el chico prácticamente vivía dentro de la biblioteca de la universidad. Sus exámenes finales, los cuales estaban a la vuelta de la esquina, habían ocupado toda su agenda y se tiraba la mayor parte del día con la cabeza metida dentro de sus libros de texto. Por ello, era normal que no se diera cuenta de lo que ocurría entre las cuatro paredes del apartamento que compartía junto a sus dos novios. Al menos hasta que la bomba le explotó en la cara.

Así que, al llegar el viernes por la noche a la puerta de su piso, somnoliento, con un dolor de cabeza insoportable que llevaba aguantando, a duras penas, todo el día, y con la espada contracturada debido a las estúpidas e incómodas sillas de madera, lo último que esperaba ver eran cosas volando en medio de su salón.

Él solo quería un café, uno de los de Bokuto, quien molía el grano de café que traía del restaurante en el que trabajaba, los cuales se habían convertido en sus favoritos. También quería acostarse en su cama, pedirle un masaje a Kuroo, que siempre tenía las manos suaves y sedosas. Quería estar tan tranquilo, dormir y continuar con la misma rutina hasta que hubiese levantado el bolígrafo en su último examen. Entonces, las vacaciones vendrían de la mano del viaje a la playa que había planeado junto a Bokuto y a Kuroo hacía meses.

Pero, al parecer, esa noche iba a tener que resolver un problema que ni siquiera sabía que existía, pero el cual había estado alimentándose durante toda la semana.

Bokuto y Kuroo discutían, lo que, en realidad, no era nada del otro mundo. Esos dos siempre estaban gritándose, el uno por encima del otro, para comprobar quien la tenía más grande. Aunque, claro, sus disputas nunca eran algo grave. La mayoría de ellas estaban relacionadas con Kuroo quejándose a cerca de las trampas que Bokuto hacía jugando al Mario Kart, o bien, con Bokuto exclamando que él no había sido quien había dejado los pelos en la ducha, por mucho que el mentiroso de Kuroo repitiera que sí. Eran pequeñas estupideces por las cuales hacían un mundo y que olvidaban al segundo de terminarlas.

Las peleas grandes, las de verdad, las ofrecía el propio Tsukishima, quien si llegaba a enfadarse promulgaba la ley seca. Y no había Dios que calmara al rey de hielo.

Sin embargo, Tsukishima supo al segundo de abrir la puerta del apartamento que se había perdido algo, en algún momento, pues esa pelea no era nada a lo que estuviera acostumbrado.

Tanto Bokuto como Kuroo estaban enfadados. Ni molestos, ni fastidiados. Ellos dos estaban realmente enfurecidos el uno con el otro. Se habían estado gritando hasta que notaron que Tsukishima se había instalado en la entrada del piso, sus rostros completamente enrojecidos y sus respiraciones agitadas lo confirmaban. Muchos de los cojines que adornaban el sofá estaban tirados por el suelo, por el lado de Bokuto, además de un agujero en la pared que estaba apoyado. Kuroo estaba de rodillas sobre el sofá, como a punto de saltar al costado, que era donde su novio se encontraba.

Tsukishima frunció su ceño.

—¿Qué ocurre? —Preguntó. Dejó sus llaves en la mesa que tenía a su derecha, sin quitar sus ojos de los otros dos, intentando entender la situación por su propia cuenta. Por ahora, solo le venía a la cabeza que si hubiera llegado algunos minutos más tarde, se hubiese encontrado a Kuroo y a Bokuto enredados en puñetazos y patadas.

Bokuto bufó, rodando los ojos y se cruzó de brazos. Tsukishima ladeó su cabeza con confusión porque, ¿desde cuándo Bokuto rodaba los ojos? Si no se equivoca, y no lo hace, nunca ha visto a su novio haciendo eso. Y llevan casi cuatro años juntos.

Los del vóley [Haikyuu!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora