Capítulo 57

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9 de junio, New York, 1959.

El día estaba bastante calmado. A Camila todavía le resultaba extraño que el clima a veces no se relacionara mucho con lo álgida que estaba siendo su vida. Por un lado, estaba lo ocurrido el día del desfile. Si hubiese sabido tal, se habría quedado en su casa, tal como había pensado hacer antes de dejarse convencer por Jessica. Jamás se le había pasado por la cabeza encontrarse nuevamente frente a Lauren y su madre, menos en esas circunstancias.

Le seguía pareciendo sospechosa la actitud de Eva Green de Jauregui. En el fondo agradecía que esta no la hubiese perseguido como solía hacer, pero estaba claro que algo muy fuerte tuvo que haberle pasado para que actuara de tal manera. Y algo tenía que ver el primo de Jessica, quien casualmente se había convertido en alguien muy importante para Lauren. Le molestaba sentirse celosa de alguien que no conocía. Y no podía discernir si es que estaba celosa del hombre o del hecho de que Lauren estaba tan bien y no era a causa suya. Sabía que no podía ser egoísta, pero no podía evitarlo, menos teniendo en consideración el daño que le había hecho a la chica. Jessica tenía razón en algo: no podía ser tan inmadura y echarle la culpa a Eva Green de Jauregui, ya que ella estaba plenamente consciente de las consecuencias que ese acto tendría en la vida de todos. Pero la muy idiota se había dejado llevar por las bajas pasiones y ahora estaba ahí. Sin pan ni pedazo.

Tras darse cuenta que no lograría despejarse si seguía en su casa dándole vueltas al asunto, pensó en hacerle una visita a Jessica. La pelirroja se había transformado en un pilar fundamental para ella y siempre tenía la palabra o frase adecuada para ordenar el caos en el que se había transformado su vida. Enfundó su cuerpo en un vestido simple de color verde botella y se fue de su departamento. Sabía muy bien que su amiga estaría en el atelier, así que se encaminó hacia ese lugar. Tomó un tranvía y se puso a cavilar un poco.

Iba llegando cuando se preguntó a sí misma si era lo correcto enredar a Jessica en todos sus problemas. Al principio pensó que era incorrecto, pero esta sin querer se había metido ella sola en ese nudo chino. Y más ahora que su primo se había inmiscuido en su tormentosa relación con las Jauregui. Se bajó del vehículo dándole las gracias al chófer y la cobradora del pasaje y se dio cuenta lo distinta que era esa área en comparación a la de su residencia. Las tiendas eran pequeñas, pero se notaba que lo que vendían era de calidad. Era cosa de ver los productos que se encontraban expuestos en los escaparates. El atelier de Jessica era pequeño, pero Camila sabía de primera fuente que quienes salían de allí lo hacían completamente satisfechos.

La fachada del lugar era de piedra gris, con un gran ventanal donde se hallaban expuestos tres vestidos confeccionados por su amiga y una puerta también de vidrio. Una campanilla en el interior avisaba de la llegada de un cliente, el cual era atendido la mayoría del tiempo por la mismísima diseñadora. Camila se entretenía viendo a las clientas llegar con diseños casi imposibles en mente, pero que Jessica era capaz de realizar, incluso añadiendo elementos que las hacía ver aún más bellas. Todavía no sabía cómo lo había hecho para tener una amiga tan talentosa como ella.

Entró a la estancia, cuyo ingreso fue alertado por el repiqueteo de la campanilla. La vendedora que trabajaba para Jessica no estaba, pero no le extraño. Se encaminó con soltura hacia el taller y allí se encontró con la pelirroja, quien dibujaba concentrada un nuevo diseño. A Camila le gustaba admirar la concentración con la que hacía las cosas, lo que hacía que los dibujos estuvieran cargados de detalles. Además, su rostro se transformaba de tal manera que la hacían ver aún más hermosa. La enfermera no entendía cómo es que esta no tenía a alguien tras ella. Era tan buena persona y tan bella que se merecía lo mejor del mundo.

— ¡Buenas tardes, bienvenida a...! — Jessica no dijo nada. La miró en silencio y volvió a su dibujo. Camila pudo notar cierta hostilidad. — Hola, Camila. No te esperaba.

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora