Capítulo 62

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19 de junio, New York, 1959.

Camila estaba junto a Jessica en su taller. La mujer la había invitado a tomar té, pero todavía no salían de allí, ya que el trabajo la tenía algo  atareada. La enfermera admiraba en silencio las expresiones que la pelirroja hacia al concentrarse. Jamás la había visto usando lentes ópticos hasta ese momento, los cuales tenían un bello marco negro con incrustaciones de diamantes. Al parecer una famosa actriz le había pedido que diseñara su vestido para una avant premier, por lo que esa instancia sería perfecta para mostrar su trabajo al mundo. Eso era, en definitiva, una cuota de estrés bastante alta. Aun así, viéndola trabajar tan concienzudamente, la enfermera no tenía dudas de que le iría muy bien. Camila a veces no entendía cómo alguien podía crear un obra de arte tan sublime como lo hacía Jessica con cada uno de sus vestidos. Sin embargo, eso no hacía más que incrementar la admiración y la dicha que sentía de ser su amiga. Era algo increíble. Tenía mucha suerte.

— Si sigues mirándome así, no podré concentrarme, Camilita.

La enfermera enrojeció de la vergüenza y quitó su mirada de Jessica, quien la observaba con sus gafas mal acomodadas. Se reprendió mentalmente por no haberse dado cuenta de que esta había parado de dibujar. Se puso a mirar a su alrededor, fijándose en los bellos vestidos que estaban listos para ser entregados y luego se atrevió a preguntar, para romper el hielo:

— ¿Qué tal está tu primo?

Esta iba con doble intención. Camila seguía desconfiando de ese sujeto, pero sabía que era la única forma de enterarse de Lauren sin ser tan directa. El día que lo había conocido se había mostrado bastante amable con ella, lo cual debería ser suficiente para tranquilizarla, exceptuando lo cercano que era a la joven Jauregui. Jessica le había dicho que el cariño que existía entre esos dos era más filial que romántico, pero no se fiaba del todo. Además, no había visto a la pelirroja en un buen tiempo, debido a lo atareada que estaba en su nueva colección, por lo que tampoco había tenido noticias de la ojiverde. Y, por experiencia propia, cualquier cosa podría pasar en poco tiempo.

— Está... Bien, supongo. — respondió en tono dubitativo. — Si te soy sincera, no hemos hablado mucho últimamente.

— ¿Cómo? ¿No viven en la misma casa? — preguntó curiosa la chica. Jessica siempre le había dicho lo buena que era la relación entre ellos, así que se le hacía extraño que no hablaran.

— Sí, pero Alexander se ha estado comportando extraño este último tiempo. — Jessica levantó la vista de su boceto y adoptó una expresión pensativa, apoyando su cabeza sobre su mano. — Siempre hemos sido muy cercanos. Para mí ha sido ese hermano que nunca tuve. Me ha apoyado en todas las ideas locas que he tenido, incluyendo este atelier. Sin embargo, algo ha cambiado.

— ¿Qué crees tú que ha provocado eso?

La pelirroja dejó definitivamente el lápiz sobre la mesa y frunció los labios. Camila estaba de verdad interesada en saber eso. Jessica siempre la escuchaba, por lo que lo mínimo que podía hacer por ella era hacer lo mismo.

— No sé. Pasa poco en el departamento y se ha estado colmando mucho de trabajo. Vive en su oficina y siempre llega con papeleo por resolver a la casa. Trata de que no lo note, pero parece que hace eso a propósito para mantenerse ocupado y no pensar en otras cosas. Cuando pequeño lo hacía. Ah, sin embargo, siempre tiene tiempo para Lauren.

La chica sintió cómo el rictus de su propio rostro cambió al escuchar lo dicho por la mujer. No podía ignorar que eso era la expresión misma de los celos. Inconscientemente, quiso indagar más allá.

— ¿Para Lauren?

— Sí. Para ella tiene todo el tiempo del mundo. Menos mal Lauren entró a trabajar, o si no, viviría en su departamento.

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora