Capítulo 35

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1 de mayo, New York, 1959

Camila se encontraba en el departamento que compartía con su amiga, ensimismada en sus pensamientos. El día de ayer había sido por completo una locura, y por más que trataba de entender lo sucedido, su cerebro no podía hacerlo. Se sentía culpable, ya que tenía más que claro que el trasfondo de ese pleito era ella misma. Lauren se había atrevido a a golpear a su tía como una forma de marcar territorio, lo cual no la tenía para nada contenta. No le gustaba para nada la violencia.

Pero lo que más preocupada la tenía eran las posibles consecuencias que ese acto podría traer para las dos. La señora Rossellini se notaba a leguas que era una mujer de armas tomar, y ella también buscaría una forma de sancionar una acción como la que vieron ayer. El problema radicaba en que el castigo hipotético podría diferir por completo del que ella pensase. Lo único que esperaba era que este no conllevara ningún tipo de alejamiento entre Lauren y ella. Había costado tanto llegar hasta ese punto, para que un estúpido ataque de celos terminara de inmediato con ese sueño en el que estaban viviendo.

Y, a pesar de las esperanzas que tenía en que este no fuese muy severo, algo en su interior le decía que las cosas cambiarían radicalmente. Camila casi siempre rehuía de lo que consideraba vagos presentimientos, pero esta vez eran demasiado fuertes como para ignorarlos tal cual hacía en casi todas las ocasiones. La ahogaba, la coartaba y la desesperaba. Tenía miedo.

Se levantó del sillón para buscar algo que servirse y que calmara la ansiedad que estaba sintiendo. Encontró una botella de bourbon que un chico le había regalado a Normani hace algún tiempo, pero este de inmediato le hizo recordar a la señora Green de Jauregui y su fascinación por ese trago. Quiso devolverlo al mueble lo más rápido posible, aunque se contuvo. Le sorprendía que no tuvieran botellas con algo más fuerte, por lo que se dijo que, cuando le tocara surtir la despensa, compraría algo para decorar la mesa de aperitivos. Sacó un poco de hielo del congelador y se dispuso a servirse su vaso. Ya para cuando lo tuvo listo y se estaba disponiendo a beberlo, el sonido de la puerta al ser golpeada la ayudó a regresar a la realidad. Dejó el vaso en la mesita de centro de la sala de estar y se acercó a abrir la puerta. Lo que vio tras ella, la dejó por completo sorprendida.

--- ¿Qué haces aquí?

--- ¿Así es como recibes a tu novio, Camila?

Daniel Raisman estaba frente a ella, tras casi un año de ausencia. Estaba más moreno, con el cuerpo un poco más fornido, ya que la ropa de servicio se ajustaba más a este. Su rostro lucía demacrado, con la barba un tanto crecida y el pelo cortado casi al ras. Camila se fijó de inmediato en su brazo derecho, el cual llevaba en cabestrillo y en el bolso que llevaba consigo. No sabía cómo reaccionar.

--- ¿Me vas a invitar a pasar?

Camila asintió y se hizo a un lado para que el chico pasara. Le ofreció un sillón para que se sentara, en lo que iba a buscar su vaso de bourbon. Le preguntó a Daniel si quería uno y este le dijo que sí. Le pasó el vaso que ya tenía listo y se preparó uno para ella, y así sentarse frente a quien había sido su novio durante cierto tiempo.

--- ¿Estás sola? Pensé que estarías con Dinah y Normani.

--- Normani está cumpliendo un turno en el hospital. Y Dinah está ensayando la obra en la que va a participar dentro de poco. Así que me dejaron a cargo del castillo.

--- ¿Y tú? La última vez que recibí noticias tuyas me dijiste que estabas trabajando en el mismo lugar que Normani.

Eso hizo clic en el cerebro de la chica. Daniel no había recibido la carta que tanto le costó escribir para él apenas se dio cuenta de los sentimientos que sentía hacia Lauren. Y quizás por eso actuaba como si nada hubiese pasado en todo el tiempo que estuvieron lejos.

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora