Capítulo 68

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5 de julio, New York, 1959

Camila sentía su cuerpo cansado. Había sido un día muy duro en el hospital. La sección de Urgencias se había llenado de varios accidentados, a los cuales tuvieron que atender inmediatamente. Su corazón se estrujó cuando un niño pequeño llegó junto a su madre, ambos en un estado muy deplorable. Al parecer, el esposo había llegado borracho y se desquitó de manera irracional con quien se le cruzó por el camino. Camila odiaba a los hombres que maltrataban a las mujeres. En su barrio, era pan de cada día ver a una mujer con algún morado, los cuales justificaban de forma esquiva cuando alguien se atrevía a preguntarles. Le molestaba de sobremanera aquello, pero sabía que esas pobres mujeres estaban apoderadas del miedo. Ver a ese niño tan malogrado revivió ese odio de antaño. Ningún niño o niña debería sufrir por culpa de monstruos como esos.

Se dejó caer en una silla y se quitó la cofia que llevaba en la cabeza. Le daba pena encontrarse con otro caso similar. Más que nada, porque no sabría cómo reaccionar. No estaba preparada. Suspiró y se masajeó las sienes, buscando así calmar el dolor de cabeza que tenía en ese momento. Sintió unas manos que apretaban sus hombros y sonrió al ver el rostro igual de cansado de Normani. Se sentó a su lado y apoyó su cabeza en la mesa.

- Estoy rendida, Camila. Siento que la cabeza me va a estallar.

- Dímelo a mí. Siento que no podré levantarme nunca más de aquí.

Normani asintió y se quedó mirándola un rato. Camila estaba incómoda, ya que sabía que su amiga la estaba analizando. Hace mucho tiempo que no estaban así, a solas. Dinah seguía viviendo su sueño y a ambas les sorprendía que todavía no había abandonado el departamento para irse a un mejor sector. Normani, en cambio, vivía en el trabajo junto con ella y no siempre tenían turnos iguales. Por lo mismo, casi no hablaban. Se giró hacia la chica y le sonrió, invitándola a hablar. Supo que eso era lo que necesitaba, porque de inmediato abrió la boca:

- ¿Has hablado con Lauren? - De todas las preguntas que podría haberle hecho, justo escogió esa. No estaba preparada para escucharla.

- No. No la he visto. - respondió de manera pausada. Esperaba que su tono de voz no delatara la tormenta de emociones que ese simple cuestionamiento desataba en su interior.

- Es una pena. Me caía bien, aunque fuera un poco rara. - Camila a duras penas pudo sonreír. - Aunque tu amiga, la pelirroja loca, me cae bien también. Se nota que se preocupa mucho por ti.

Camila suspiró y apoyó el codo sobre la mesa, para luego acomodar la cabeza sobre su mano. Le dolía que las cosas con Lauren, al menos en apariencia, hubiesen tocado fondo. El día de su cumpleaños se había portado fatal, en especial tras ver a esa mujer. Era imposible no sentir celos cuando veía a Lauren tan tranquila y cercana a alguien desconocido, más si este era un mujerón bastante atractivo y con aire a femme fatal digno de Eva Green de Jauregui. Además, no terminaba de cerrarle del todo la historia de cómo se habían conocido. Menos después de lo que le había contado Jessica. No se imaginaba a Lauren saliendo con la jefa del local para el que trabajaba. Y tampoco se imaginaba a esa mujer siendo una simple dependienta, como había inferido de la conversación. Se notaba a leguas que era de las típicas mujeres que no le habían trabajado un día a nadie. Sin embargo, no podía negar que lo que verdaderamente le había molestado no era todo eso, ni siquiera la mirada lasciva que le daba a la chica, sino más bien la forma descarnada en que se había atrevido a decirle sus verdades sin el menor de los miedos. Le había recalcado que era su culpa de que la bonita relación que estaba formando con la chica se hubiese ido por el caño. Y, por mucha rabia que sintiera en ese momento, la mujer tenía toda la razón. Decidió contestarle lo que le había preguntado Normani rápidamente, antes de que notara lo perturbada que se sentía:

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora