CAPITULO 3

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Llevábamos toda la noche caminando, las patas me dolían y sentía que en cualquier momento me caería al suelo, Matt estaba como si recién comenzáramos. Nos detuvimos por que se escuchaba el ruido de varios motores, despertamos a Theo y a Beth, armamos rápidamente una historia falsa y seguimos caminando hasta llegar a la carretera. Pasaron unos minutos en los que Theo sacudía sus brazos desesperadamente y al fin un auto se detuvo, un señor de unos 50 años salió gritando "Son los niños desaparecidos. ¡Por Dios! Suban, suban, los llevare a la ciudad"

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No sabía si maravillarme o aterrarme por lo que veía, edificios imponentes tapaban la luz del sol, arboles pequeños que parecían que con una simple ráfaga de viento se vendrían abajo, las calles estaban llenas de basura, pero las personas que por ahí circulaban se veían tan libres, y eso era lo que siempre anhelaba en la manada.

Llegamos a un edificio en el que se podía leer "Policía" en letras enormes. Bajamos y un interrogatorio se formo a nuestro alrededor.

En nuestra historia Matt y yo éramos dos pobres huérfanos que al tener la mayoría de edad decidimos recorrer distintos lugares y así experimentar la libertad, pero en nuestro viaje nos perdimos en el bosque y vagamos en el por 5 días huyendo de animales salvajes, luego de darnos por vencidos encontramos a Beth y a Theo siendo atacados por un lobo, sin dudar los ayudamos y así los cuatro juntos buscamos la manera de salir de ahí. Obviamente se lo súper creyeron, los humanos son algo impresionables; muestras un poco de heroísmo y listo.

Debíamos esperar a que llegaran no sé quiénes y así lo hicimos, por 20 minutos. Las puertas de entrada se abrieron estrepitosamente y una pareja de adultos rubios entraron entre llantos y gritos repitiendo "¿Dónde están? ¿Dónde están nuestros bebes?" les señalaron la dirección donde estaba sentada con mi mejor amigo, y sus rostros se descompusieron, al parecer no éramos sus bebes, pero un chillido que por poco me deja sorda logro iluminar sus rostros, pues Beth acababa de gritar de felicidad. Ellos llegaron a donde se encontraba señorita chillona y comenzaron a llenar de besos a ambos jóvenes; decir que no sentí una leve envidia de ese momento era mentir, porque siempre desee esa clase de afecto en mi vida, Thomas es cariñoso en palabras pero no es del tipo que da abrazos.

- Gracias por ayudarlos.- Me hablo la mujer rubia, tenía los ojos llorosos.- Soy Teresa Irwin, y quería preguntarles si les gustaría quedarse con nosotros hasta que consigan un lugar donde quedarse definitivamente, si es que no les incomoda.- Podía oler su nerviosismo, ¡que adorable!

- ¿Por qué nos ofrece vivir con ustedes? somos dos extraños- Matt, arruinas esto y te corto tus tesoros, ¿acaso quiere estar lejos de Beth?

- Porque salvaron a nuestros niños, y eso es más que suficiente. Salvar a alguien no te hace mala persona... o tal vez sí, pero vamos a confiar en ustedes.- Hablo el señor. Ven, eso es de lo que hablo. Tanto Matt como yo sonreímos en agradecimiento.- Me llamo Malcolm Irwin, y gracias de nuevo chicos.

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La casa donde vivían era muy acogedora, de dos plantas y una especie de mini salón al final del patio, ni idea de que era eso. Al parecer Matt capto mi desconcierto porque mediante nuestro conexión animal me hablo "Es un quincho, ahí es donde los humanos comen cuando quieren estar al aire libre" ¿Desde cuándo este tipo sabe tanto de la especie humana?

No me sorprendí al ver al joven rubio que se encontraba con la hibrida, pues sabía que era el hermano del medio llamado Luka. A la media hora de llegar, la hibrida, la cual ahora sé que se llama Sara López, se hizo presente. Charlamos un poco y nos llevamos bien, pero notaba algo raro en ella, lo averiguaría después.

Mi HumanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora