Roman POV.Bajo por las escaleras, descalzo, y vistiendo únicamente un bóxer negro, en dirección a la cocina para servirme un tarro de agua helada.
Fue una mala idea ponerle tantos ventanales a esta casa.
La luz que se filtra es insoportable cuando tienes resaca.
El refrigerador que tengo es dispensador de agua helada también, pero claro que tengo meses sin poner agua purificada en él.
Por suerte hay botellas de suero en el interior.
Si, normalmente aquí es donde paso las resacas, así que tengo una buena despensa contra ellas.
-Lo siento –se escucha a mis espaldas.
Sacándome un puto susto que hace que me atragante con el líquido que bebía.
-Joder –exclamo-. ¿Qué carajo haces ahí?
Alexander está en la entrada a la cocina, vistiendo un pantalón de vestir negro y una camisa gris.
Peinado, arreglado, y luciendo como si no hubiese bebido ni una gota de alcohol la noche anterior.
En comparación, yo parezco un pordiosero.
-No quise irme sin decírtelo –dice-. Tampoco quería despertarte. Y no sé cómo pedir un taxi hasta este lugar.
-¿irte? ¿A dónde vas? ¿Qué hora son?
-Son las diez de la mañana –responde.
-¿Las diez? –automáticamente hago cálculos en mi cabeza. He dormido como 4 horas-. Joder, es muy temprano. Regresa a la cama, al rato te llevo yo a donde vayas.
-Quiero pedirte disculpas, por lo de anoche –me dice.
-Fue solo vomito –exclamo-. Eso pasa cuando bebes alcohol en exceso.
-No por eso –replica rápidamente-. Bueno, también por eso.
-¿Entonces por qué?
-Por lo que pasó... -aclara su garganta-. En la azotea.
-Ah –exclamo-. Eso. Fue mi parte favorita de la noche.
-Yo no soy así –explica-. No sé qué me pasó. Me... dejé llevar por el alcohol. Estoy apenado contigo. De verdad.
-Okay, no hay problema –mascullo.
-En serio, Roman –insiste-. Yo no soy así. Lo siento.
-No hay problema –repito-. Te creo.
-Escucha, no soy un niñito que se anda con juegos, o que no sabe lo que quiere.
"Si se me antoja tener sexo, lo hago. Y ya.
"Soy un hombre adulto que sabe lo que quiere, no es eso por lo que pido disculpas.
"Es por... mi comportamiento.
-Si, si, si. Lo entiendo. No tienes que pedir disculpas por eso. Pero si te hace sentir más tranquilo, okay, te perdono.
El dolor martillea mi cabeza con cada latido de mi corazón, me siento seco, y traigo nauseas.
Lo menos que quiero es debatir esa parte de la noche con él.
-Pareces... molesto –masculla.
-Estoy crudo. Creo que todavía sigo ebrio. Solo quiero beber agua y regresar a la cama.
-Creí que... creí que no querrías verme.
-¿Por qué creíste eso? –le pregunto, intentando controlar mi fastidio.
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Schneider
RomanceRoman Schneider está acostumbrado a conseguir siempre lo que quiere. Así que cuando un obstáculo se pone en su camino, intenta quitarlo a toda costa. Pero esta vez se topó con algo mas grande que él. Algo que volverá a pegar sus pies sobre la tierr...