Roman POV.Estoy de pie a sobre la acera, con la sangre hirviendo.
El reloj marca las 7:10pm, y el sol se esconde tras los altos edificios de San Diego.
Estoy a media cuadra del lugar a donde me dirigía.
Y Alexander está sentado ahí de espaldas a mí, despreocupado, en una de las mesas del exterior.
Acompañado de un chico.
En el café en donde nos conocimos.
Y llevo parado aquí más de cinco minutos, recargado en la pared de un local de donas.
El joven que estaba sentado frente a Alexander se pone de pie.
Bueno, ambos se ponen de pie.
Intercambian otro par de palabras y se dan un abrazo.
No un abrazo sencillo. No. Un fuerte abrazo.
El chico es de complexión pequeña. Piel blanca y cabello rubio.
Mis nudillos crujen cuando mis manos se vuelven puños.
El chico se marcha, y Alexander vuelve a sentarse en la silla, dándole otro sorbo a lo que sea que está tomando.
Voy directamente a donde se encuentra él y me detengo a sus espaldas, aun con mi mirada fija en el chico que se va alejando.
-¿Quién putas era ese? –exijo. Mi voz salió tan áspera que hasta a mí me sorprende.
-Buenas tardes, Roman –se limita a decir. Sin girarse a mirarme. Sin quitarse los lentes. Y sin despegar la mirada de su celular.
-¿Quién era? –repito mientras me dirijo hasta la silla frente a él y la arrastro para sentarme.
-Que gusto verte –dice, aun sin prestarme atención.
-Alexander –replico.
Y por fin se quita los lentes y levanta la cabeza para mirarme.
-Yo estoy bien, gracias –continua.
Me obligo a inhalar profundamente, y después a exhalar.
Y sonrío.
-Me da gusto verte –le digo en un tono de voz más amigable-. Te ves muy bien. Quería llamarte pero no tengo tu número. Por cierto, ¿Con quién putas estabas?
-No tengo por qué darte explicaciones.
Nos miramos fijamente durante diez segundos, y tengo que doblar las manos.
-Acabo de llegar –le digo-. Fui a darle una vuelta a mi departamento y me vine para acá.
"Estuve dos días más en Londres, después de terminar el trabajo que tenía que hacer.
-El trabajo con tu ex –replica.
-Con mi equipo.
-Que lidera tu ex.
-No es mi ex –corrijo-. Nunca fuimos nada. Solo trabajaba para él, y fue únicamente una aventura.
"Les ayudé a resolver la situación, por lealtad al equipo. Después arreglé unas últimas cosas en Londres, yo solo. Y estuve unos días en Edimburgo, necesitaba pensar a solas.
-Como sea –vuelve a tomar su teléfono-. No te estoy pidiendo explicaciones de todas formas.
-Pero yo te las estoy dando. Porque eso hacen los amigos.
Sonríe.
Bueno, al menos cambió su humor.
-Es un niño –me dice-. Su padre y yo servimos en Siria juntos.
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Schneider
RomansaRoman Schneider está acostumbrado a conseguir siempre lo que quiere. Así que cuando un obstáculo se pone en su camino, intenta quitarlo a toda costa. Pero esta vez se topó con algo mas grande que él. Algo que volverá a pegar sus pies sobre la tierr...