Capitulo 10 - Inesperado

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Roman POV.

Estoy de pie a sobre la  acera, con la sangre hirviendo.

El reloj marca las 7:10pm, y el sol se esconde tras los altos edificios de San Diego.

Estoy a media cuadra del lugar a donde me dirigía.

Y Alexander está sentado ahí de espaldas a mí, despreocupado, en una de las mesas del exterior.

Acompañado de un chico.

En el café en donde nos conocimos.

Y llevo parado aquí más de cinco minutos, recargado en la pared de un local de donas.

El joven que estaba sentado frente a Alexander se pone de pie.

Bueno, ambos se ponen de pie.

Intercambian otro par de palabras y se dan un abrazo.

No un abrazo sencillo. No. Un fuerte abrazo.

El chico es de complexión pequeña. Piel blanca y cabello rubio.

Mis nudillos crujen cuando mis manos se vuelven puños.

El chico se marcha, y Alexander vuelve a sentarse en la silla, dándole otro sorbo a lo que sea que está tomando.

Voy directamente a donde se encuentra él y me detengo a sus espaldas, aun con mi mirada fija en el chico que se va alejando.

-¿Quién putas era ese? –exijo. Mi voz salió tan áspera que hasta a mí me sorprende.

-Buenas tardes, Roman –se limita a decir. Sin girarse a mirarme. Sin quitarse los lentes. Y sin despegar la mirada de su celular.

-¿Quién era? –repito mientras me dirijo hasta la silla frente a él y la arrastro para sentarme.

-Que gusto verte –dice, aun sin prestarme atención.

-Alexander –replico.

Y por fin se quita los lentes y levanta la cabeza para mirarme.

-Yo estoy bien, gracias –continua.

Me obligo a inhalar profundamente, y después a exhalar.

Y sonrío.

-Me da gusto verte –le digo en un tono de voz más amigable-. Te ves muy bien. Quería llamarte pero no tengo tu número. Por cierto, ¿Con quién putas estabas?

-No tengo por qué darte explicaciones.

Nos miramos fijamente durante diez segundos, y tengo que doblar las manos.

-Acabo de llegar –le digo-. Fui a darle una vuelta a mi departamento y me vine para acá.

"Estuve dos días más en Londres, después de terminar el trabajo que tenía que hacer.

-El trabajo con tu ex –replica.

-Con mi equipo.

-Que lidera tu ex.

-No es mi ex –corrijo-. Nunca fuimos nada. Solo trabajaba para él, y fue únicamente una aventura.

"Les ayudé a resolver la situación, por lealtad al equipo. Después arreglé unas últimas cosas en Londres, yo solo. Y estuve unos días en Edimburgo, necesitaba pensar a solas.

-Como sea –vuelve a tomar su teléfono-. No te estoy pidiendo explicaciones de todas formas.

-Pero yo te las estoy dando. Porque eso hacen los amigos.

Sonríe.

Bueno, al menos cambió su humor.

-Es un niño –me dice-. Su padre y yo servimos en Siria juntos.

SchneiderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora