Capitulo 8 - Familia

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Roman POV.

Cuando despierto estoy recostado sobre el pecho desnudo de Alexander.

Es la segunda noche consecutiva que despierto de esta manera.

Jamás había dormido, y despertado con alguien a mi lado, abrazándonos.

-Buenos días –me saluda.

-¿Cómo haces eso? –inquiero.

-¿Darte los buenos días?

-Saber que estoy despierto.

O sea literalmente acabo de recuperar la conciencia hace cinco segundos.

Ni siquiera yo sé si estoy despierto.

-Tu respiración cambia cuando despiertas.

-¿Mi respiración?

-O sea, la respiración de todos.

"Cuando estas dormido es suave y acompasada.

"En cuanto despertamos se forza ligeramente a causa de la conciencia.

Intento escuchar mi respiración, pero para mí suena exactamente igual.

Bueno, no sabría decirlo porque nunca he escuchado mi respiración cuando estoy dormido porque, pues, estoy dormido.

-¿Qué hora es? –le pregunto.

Suelta mi espalda y mira su reloj.

-Las diez de la mañana –responde.

Y endereza su cuerpo.

Me aferro a él, quejándome.

-Tengo que ir al baño –me dice mientras cuidadosamente retira mi brazo de su pecho.

-Toda la mañana y se te ocurre ir al baño justo cuando despierto.

-Por eso mismo –replica-. No quería despertarte.

Ow, ternurita.

Me separo de él y lo dejo levantarse.

Por supuesto, sin quitar mi mirada de su cuerpo semidesnudo.

Durmió únicamente con un bóxer rojo, que le da un tono riquísimo a su piel.

Los músculos de sus piernas se tensan en cuanto se pone de pie, y la escasa luz que entra a través de las cortinas provoca sombras en toda su espalda.

Tiene unos glúteos de impacto.

Quisiera poder caminar hasta él, bajarle el bóxer y darle una mordida.

Si, ya se me puso dura.

Meto mi mano bajo mi bóxer, y comienzo a estimular mi miembro.

Joder, no hay nada más rico que un mañanero.

Me pongo de pie y me doy una ojeada en el espejo, no quiero parecer un vagabundo.

Arreglo un poco mi cabello, anudándolo en la coleta, y voy al baño.

Abro la puerta y Alexander ya está frente al espejo, terminando de cepillarse los dientes.

-Está ocupado –dice mientras humedece su rostro.

Lo ignoro y camino hasta él.

-Hey, hey, hey –se da media vuelta inmediatamente cuando me pongo detrás de él, acercando mi pubis a sus glúteos.

Coloca su mano sobre mi pecho, para apartarme.

Pero antes de que pueda hacer cualquier movimiento me pongo de rodillas.

SchneiderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora