Algo pasa en Las Vegas (2008)

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Algo pasa en Las Vegas (2008)

Supe que el tío trajeado me traería problemas desde el momento en que entró. Llámenlo sexto sentido, o lo que sea, pero no me gustaba un pelo.

Desde que había entrado a Las Vegas no me había quitado los ojos de encima. Sí, ya sé que estar bailando medio desnuda encima de una barra hacía que la gente observara. ¡Pero éramos como cinco chicas repartidas por todo el local haciendo el numerito y sólo tenía ojos para mí!

Me concentré en mi baile e intenté dejar todo lo demás atrás, de todos modos hoy no me tocaba hacer bailes privados. Cuando acabara me tocaba estar detrás de la barra sirviendo copas.

Creo que lo habréis deducido, pero os lo digo de todos modos. Soy stripper, y a veces también hago de camarera, en un club llamado Las Vegas.

Y sí, soy menor de edad. Pero las facturas no se pagan solas.

En cuanto acabó la música hice una reverencia y recogí todos los billetes tirados en el escenario, haciendo caso omiso a las barbaridades que me gritaban, y salí hacia el camerino.

La siguiente ronda de chicas ya se estaba preparando para el numerito, muchas me lanzaron una mirada envenenada para después seguir con lo suyo. Me odiaban en serio. Desde que había llegado les había robado la atención de todos los hombres y me lanzaban mucha más propina, porque era mucho más joven y bailaba como los putos ángeles.

En mi defensa diré que estuve muchos años en clases de baile, nunca me imaginé que gracias a eso acabaría bailando en una barra.

Pero podría ser peor. La vida daba muchas vueltas.

Me coloqué el uniforme de camarera, un top que poco dejaba a la imaginación con el logo del local encima de mi pecho derecho, y unos pantalones cortos. Y salí en dirección a la barra.

-Emily has estado brillante- me sonrió nada más verme Kieran- me tienes que enseñar a mover así las caderas muñeca.

Me reí.

Kieran siempre aprovechaba cualquier oportunidad para tirarme la caña. Era un gran chico, apenas nos llevábamos un par de años de diferencia, por eso me llevaba mejor con él que con la mayoría. Mi jefe lo sabía y nos ponía en la barra juntos ya que el buen rollo reinaba y parecía divertir a los clientes.

Le guiñé un ojo.

-Cuando quieras guapo.

Se rió, ambos estábamos de broma. Kieran sabía de sobra que con lo que tenía encima lo menos que me apetecía era una relación.

Enseguida nos pusimos manos a la obra sirviendo las copas e inmediatamente el hombre trajeado se sentó en la barra. Tragué saliva nerviosa. Esto no podía ser una buena señal.

Le hice un gesto a Kieran para que le atendiera, lo menos que quería era hablar con ese sujeto.

-¿Todo bien?- preguntó.

-Solo... -me encogí de hombros- me da mala espina.

-¿Por qué no te vas a casa?- alzó una ceja- yo te cubro. De todos modos a esta hora no suele haber mucha gente.

-No sé... no quiero dejarte solo.

-¿No tenías un examen?

Asentí.

Tenía un maldito examen de matemáticas al día siguiente, me había pasado la tarde, mientras hacía las tareas de la casa, estudiando como una loca.

-Entonces vete- me dio un suave golpe con el hombro- al menos deberías de estar descansada.

Le di un beso en la mejilla.

Atracción FatalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora