Charles sintió que su cuerpo se ponía flácido y su mente comenzaba a divagar y ¿Cómo no hacerlo? Acababa de ser elegido como el nuevo Papa y eso a su corta edad era toda una proeza.
—¿Se encuentra usted bien, sumo Pontífice?—uno de los cardenales de acercó a él con lentitud.
Xavier aún parpadeando lo miró, se sentía extraño entre tantas personas que únicamente lo miraban y comenzaban a susurrar. Si así eran sus "colegas", no querría ni imaginar que harían los medios una vez que se enteraran quien era el nuevo Papa.
—¿Cuál es tu nombre?—lo miró con el rostro sin expresión alguna, aquello era una forma de ocultar su nerviosismo.
—Mi nombre es Hank Mccoy—aquel cardenal mantenía la vista fija en el suelo—Creo que...—su voz fue interrumpida por uno de los decanos.
—¿Aceptas tu elección canónica para sumo pontífice?—a pesar de los nervios que sentía y de las miradas de desaprobación que le daban algunos miembros eclesiásticos la respuesta fue afirmativa—¿Cómo quieres ser llamado?—Charles respondió de inmediato su nuevo nombre, para que este fuera anotado en un documento oficial.
Después de esto, se quemaron las boletas de votación junto con los eventuales apuntes de los cardenales.
Hank y todos los demás cardenales que se encontraban en la Capilla Sixtina, le juraron obediencia, se rezó una oración de acción de gracias y el llamado "cardenal protodiácono"
Afuera se produjo el humo blanco, trayendo consigo los gritos de alegría de los feligreses.
Mientras que adentro todo fue más tranquilo, puesto que se habían llevado a preparar al nuevo Papa para presentarlo en la Plaza de San Pedro. Aquellas horas pasaron como una mancha borrosa para Charles, y no fue hasta que escuchó los gritos de las demás personas al terminar de pronunciar su primera bendición Urbi et Orbi, que sintió que todo aquello era real.
Pasada la sorpresa inicial, el joven Papa comenzó a hacer algunos pequeños cambios dentro del Vaticano, comenzando por nombrar a un nuevo Camarlengo: Hank Mccoy. Seguido de algunos nombramientos para cardenales mediante su anuncio en Consistorio, ante el Colegio cardenalicio.
Aquellos cambios estaban produciendo mucho revuelo entre todos los miembros de la Iglesia Católica ¿Cómo era posible que un chiquillo pudiera estar retirando a muchos de su cargo acusándolos de infamias?
Charles no le hacia caso a las habladurías, sabia acerca de toda la corrupción que tenia su institución y como un buen jefe de estado, quería remediar todos aquellos errores que sus antecesores no habían podido hacer. Aunque ello ya le había costado varias amenazas y diversos atentados.
—Sumo Pontífice—Su Camarlengo se acercó a él—Es necesario que tenga aún más protección que la proporcionada hasta ahora.
—Hank, tengo demasiados guardias, no quiero que autorices a ninguno más—advirtió mientras se sentaba en su despacho—Eso aumenta gastos y sabes que en estos momentos estoy haciendo donaciones para los países más pobres del mundo...
—Lo sé, sus acciones están atrayendo a mas fieles. Incluso la opinión publica esta cambiando sobre nosotros, la aprobación hacia la Iglesia Católica esta aumentando ...pero aquellos beneficios también traen consecuencias, su vida corre peligro, los atentados son muchos y cada vez son más frecuentes. Usted sabe tan bien como yo que sus acciones están afectando intereses económicos de otros jefes de estado además de personas muy poderosas que tenían puesta parte de su fortuna en "nosotros"—Hank no iba a desistir en ese tema—Así que esta vez no tomaré en cuenta su opinión, los cardenales Anthony Stark, Steve Rogers y Alex Summers están de acuerdo conmigo.
Charles lo miró durante unos segundos—Supongo que no puedo hacerte cambiar de opinión—musitó mientras sacaba una libreta—Necesito estar solo, por favor retírate—su Camarlengo no dijo nada más y salió del despacho papal.
Hank hizo todo lo posible hasta que logró tener al candidato perfecto para aumentar la protección del Papa. No busco entre la guardia que normalmente se encargaba de la protección del mandatario, pues sabia que aquellos también estaban corrompidos y lo menos que quería, era tener a un traidor cuidando del joven Papa.
Un ex militar alemán llamado Erik Lehnsherr, era el más idóneo para cuidar del Sumo Pontífice, tenía experiencia en el campo de batalla, sabia manejar múltiples tipos de armas, hablaba más de ocho idiomas y como si ello no fuera suficiente, había logrado escapar de un secuestro en Iran, salvando a cinco personas más en el proceso. Era un hombre sumamente serio y leal que nunca se había casado. En resumen, era perfecto para cuidar de Charles Xavier.
Les mostró sus resultados a los demás cardenales que sabia que eran leales con Charles y ellos mostraron su aprobación con los resultados. Así que una vez que el mismo autorizo el pago para aquel hombre, Erik se presentó ante el Papa y después de una larga charla, Xavier se mostraba complacido con el logro de Hank.
—Quiero que autorices protección para los demás cardenales—le había dicho a Hank después de tres meses y medio de estar bajo el cuidado del alemán—Tu sabes quienes son los merecedores de protección—suspiró—Erik, muéstrale porque necesito que se apresure con nuestro pedido.
Después de que el hombre revisara todo el despacho, le extendió los papeles a Hank, hacia dos días que había recibido una amenaza de muerte y a pesar de que aquello ya era algo "típico", ahora no solamente incluían al Papa, sino también a los Cardenales más allegados que tenia y al mismo Camarlengo.
—Me encargaré de ello enseguida, Vicario de Cristo—Hank se levantó con rapidez y salió del lugar.
Erik se relajó mientras que Charles mantenía su espalda tensa—¿Por qué las personas deben de ser así? Se supone que mi labor es expandir la paz, el amor y el respeto por todo el mundo pero cada vez que hago mi trabajo, las personas se molestan, me tachan de un ignorante e intentan matarme. Dios no quiere esto.
—El mundo esta lleno de gente mala, señor—Erik soltó un suspiro, ese hombre a pesar de su corta edad, era la persona más buena y pura que había conocido durante toda su vida y pensar que alguien pudiera hacerle daño por querer hacer el "bien", lo ponía de malas—Ellos solo buscan su beneficio propio, el bienestar de los demás no les importa y por eso se molestan cuando ven que una buena persona quiere hacer la diferencia...—los ojos de Charles se posaron sobre los labios de su guardia—¿Sabes? Antes de toparme contigo, yo estaba muy alejado de la Iglesia, no toleraba a los sacerdotes que se decían enviados de Dios cuando realmente parecen enviados del mismo Satanás, y cada que salía una nueva noticia de un sacerdote pederasta o sobre el lavado de dinero que realizaba la institución para la mafia...sentía que odiaba a todo lo que tuviera que ver con ustedes....
—¿Odiabas a Dios?—el Papa se levanto hasta quedar cerca de Erik, pero esto en vez de incomodar al contrario, le dio seguridad para seguir hablando.
—No, él no es culpable de esto. Dios nos dio la capacidad de elegir si hacemos el bien o no, pero no confiaba en la Iglesia—suspiró—Creí que realmente estábamos perdiendo a las buenas personas que existían en el mundo, pero después de ver que tu estabas haciendo la diferencia a pesar de todos los riesgos que ello conlleva, no dudé ni un solo segundo en aceptar protegerte. La gente buena como tu se debe de defender—alzó la mirada hacia Charles, quien ya estaba a escasos centímetros de su rostro—Me hiciste recuperar mi fe.
El joven Papa solamente sonrió, beso tiernamente la mejilla de Erik para finalmente darle un abrazo—Tus palabras me dan seguridad para seguir haciendo esto—afirmó aspirando el olor del alemán—Gracias Erik—se alejó de él con lentitud—De ahora en adelante, quiero que me hables por mi nombre, cuando no estamos en frente de las cámaras, no es necesario que seas formal—y sin más se volvió a sentar en su escritorio color caoba para seguir escribiendo.
Erik suspiró, no sabia cuanto tiempo más podría seguir conteniendo los sentimientos que había comenzado a desarrollar por aquel joven que le era imposible tener a su lado. No podía arrebatarle al mundo a aquel ser tan lleno de amor y de luz, que en esos momentos se había transformado en una esperanza para todas las personas.
Lo miró de reojo, prometiendo a si mismo -y de paso a Dios- que dejaría de desear a aquel imposible.
Los meses habían pasado, y a pesar de que Erik se había mantenido un poco alejado de Charles, no podía evitarlo para siempre y menos cuando estaban en aquella situación de peligro.
Aquel día había comenzado de lo más normal, Charles se había ataviado con aquel característico traje blanco, para después de desayunar, ir a oficiar la misa frente a miles de feligreses que a diario iban a escuchar lo que el Papa tenia que decirles. El sermón comenzó y toda la gente guardo silencio, a la gran mayoría le gustaba la jovialidad y el entusiasmo con el cual, Charles hablaba y no querían perderse ni una sola palabra. Todo iba bien, hasta que afuera de la Iglesia se comenzaron a escuchar sonidos de disparos, para ese momento Erik había corrido hasta llegar al lado de Charles, pero aún así no pudo evitar que una bala rozara la pierna a Xavier. Todos gritaban y corrían para protegerse de aquellos disparos que ahora se estaban produciendo al interior del recinto. Erik tomó entre sus brazos a Charles, y cuando al fin estuvo al lado de la demás guardia, corrieron por los pasillos secretos que tenia el lugar y no se detuvieron hasta que llegaron a un cuarto blindado, hecho exactamente para proteger al Papa de cualquier peligro. El alemán al ver que Charles estaba a salvo, mando a la demás guardia para que fuera a proteger a los cardenales que apoyaban a Xavier.
Al quedarse solos, Erik se permitió mirar a Charles con furia.
—Debes de dejar de poner tu vida en peligro—el ojiazul lo miró con duda en los ojos—Meterte con gente poderosa provoca que te hieran—musitó mientras se dedicaba a curar el roce de aquella bala.
—Pensé que te gustaba que defendiera mis ideales y que no me dejara amedrentar por aquellos que dañan al mundo.
—Pues eso cambió—Erik lo miró brevemente para después dedicarse a curarlo—La gente te necesita con vida.
—Me parece que mi vida no es más importante que el bienestar de las miles de personas que confían en mi—replicó—Tienen fe en mi, no puedo defraudar su voto de confianza.
Lehnsherr se alejó de Charles, pasaba sus manos por su rostro al tiempo que se mordía la lengua. Aquella situación estaba poniendo en peligro la promesa que había hecho hace tiempo pero ¿Cómo no hacerlo? El único hombre que realmente le había robado el corazón sin siquiera proponérselo siempre ponía su vida en riesgo con el pretexto de ayudar a las personas, pero la gente realmente no se lo agradecía como Charles merecía y aquello lo hacia enfurecer. Xavier era el mejor Papa que había existido y aún así muchos ponían en duda el honor del hombre. ¿Realmente Dios quería que alguien como Charles se sacrificara por esos ingratos? Bufó, la respuesta a su pregunta era más que clara.
—Erik—la mano de Charles lo sacó de sus pensamientos—Sabes tan bien como yo que esto es lo Dios quiere que haga.
El alemán se rompió.
—¿Y no piensas en mi? ¿En lo que yo quiero? ¡Por supuesto que no!—el ojiazul abrió los ojos sorprendido—Dices que siempre quieres lo mejor para el mundo, pero nunca haz notado que lo mejor para mi eres tu, tu bienestar—la desesperación se hizo presente en su voz—que tu estes a mi lado.
Charles abrió los labios, pero ningún sonido salió de estos.
La cordura de Erik se fue al carajo, tomó el cuello del menor y acunó su rostro contra sy pulgar antes de lanzarse a los labios rosados de Charles. Jadeó en sorpresa mientras el contrario soltaba un gruñido de placer.
Erik lo empujó contra la puerta, presionando su cuerpo contra el suyo. Charles pudo sentir la dureza en la entrepierna del mayor, y esta vez, no pudo evitar gemir, aunque el sonido no salió, Erik follaba la boca del contrario con su lengua sin ni siquiera darle la oportunidad de corresponder.
Lensherr buscó sus manos, entrelazó sus dedos con los suyos y alzó sus brazos para sostener ambos sobre la cabeza del contrario. Mordió y tiró de su labio inferior, comenzando a frotarse contra Charles, succionando y tirando de su labio apenas los liberó.
—Déjame tenerte Charles—suplicó—Por favor, solo te pido esta noche...— Apretó sus manos y Xavier se atrevió a mirar el rostro de Erik, sus ojos estaban fijos en los labios rojos del menor—No sabes como me siento al estar cerca de ti aún sabiendo que no puedo tenerte, que no tendría porque desearte de estar forma.
—Erik...esto esta muy mal, no es correcto...—Las palabras le salían atropellándose unas a las otras, mientras un inmenso calor cubría sus mejillas. Nunca, absolutamente nunca Charles se había sentido de esa forma.
La conexión que sentía con Erik desde que habían hablado por primera vez, lo había hecho sentirse bien, pero nunca creyó que pasarían el limite de la amistad por esto, por algo carnal. Aunque si el pontífice tenia que admitirlo, también quería sentir a Erik desde otras formas, quería experimentar nuevas sensaciones al lado de Erik. Su corazón palpitaba acelerado.
—Erik—Charles gimió, por miedo, por ansias, su cuerpo entero le pedía que le entregara todo, pero su parte racional le impedía ceder.
La nariz del alemán se hundió en el cuello de Charles, sus manos soltaron las del menor y con rapidez lo tomó por los glúteos, sus dedos se separaron, cogiendo sus nalgas y alzándolo sin el mayor esfuerzo, las piernas de Xavier rodearon las caderas de Erik.
—Erik—Cuando Charles pronuncio de nuevo el nombre del mayor, este lo apretó contra su cuerpo, empujándolo contra su dura erección, al parecer deseando aliviarse a si mismo con esos roces toscos. Empezó a caminar hacia la cama con rapidez
—Por favor Charles—Lo tendió con sumo cuidado en la enorme cama, se colocó encima del menor, y sin más resistencia, las manos de Xavier subieron a su cuello y tiraron de él, atrapando su boca en otro intenso beso, gimiendo de puro gusto cuando ambas bocas se tocaron.
Erik mordisqueó su labio inferior repetidas veces, mientras ambas manos se movían desesperadas por la ropa de Charles, quería ver a Xavier sin esa ropa. Gruñó al ver que no podía quitárselas. En respuesta el ojiazul se separo de Erik y el mismo comenzó a quitarse aquellas prendas, en cuanto se vio libre, sus ojos regresaron al además, quien también se encontraba desnudo en esos momentos.
—Ya, ya....—Erik no le dio tiempo a responder, se acercó a él, enterrando sus dedos en la nuca de Charles.
Cuando lo soltó, se dedico a admirarlo por un largo tiempo, sus ojos observaban por completo a Charles, su mirada se iluminaba conforme los segundos pasaban. Xavier se mordió el labio, estaba tentado a ponerse de nuevo sus prendas, ya que en esos momentos se sentía demasiado abochornado.
—Solo te necesitaba a ti—susurró con la voz rasposa mientras se acomodaba entre sus piernas, acarició el muslo de Charles con mucha lentitud. Xavier se contrajo cuando los dedos de Erik tuvieron contacto con una zona cerca a su ano.
Erik sonrió de lado al ver como el color rojo cubría el rostro de Charles.
—Por favor, Erik. Por favor—Charles separó sus piernas para darle acceso libre a su entrada, el contrario relajó sus músculos, sus manos tomaron las rodillas del menor y separó sus piernas un poco más.
Xavier tembló, pero no opuso resistencia, se sostuvo con más fuerza de las sábanas una vez que él acarició el interior de sus muslos con sus pulgares, acercándose a la masculinidad del contrario, logrando que dos de sus dedos estuvieran presionando sobre su entrada.
—¿Es aquí donde me necesitas?—Se burló juguetonamente, mientras empujaba sus dos dedos dentro de Charles. El contrario gimió de nuevo, Erik gruño—Voy a follarte justo así y más fuerte, no vas a olvidar esta noche nunca, Charles.
—Erik...— arqueó su espalda cuando sacó sus dedos y luego los volvió a hundir, él estaba más que hipnotizado en el movimiento cada vez más rápido, mientras sus palabras continuaba retumbando en la mente de Xavier. Sus caderas se movieron al ritmo de aquellos dedos.
—¿Así te gusta, Charles?
—Sí...—Ante esto introdujo un tercer dedo, empujándolos una y otra vez dentro, sacándolos y metiéndolos mientras usaba su otra mano para apoyarse en la cama. Sus labios rozaban constantemente los del menor, Charles no podía abrir los ojos y aunque deseara verlo, le era imposible—No puedo...Voy a...
No le dejó terminar de hablar, empujó su lengua entre sus labios y devoró su boca como antes; lamió y succionó para luego follarlo con su lengua, tal cual sus dedos estaban haciendo con su entrada.
—Córrete, Charles. Ahora—Jadeó.
No hizo falta nada más, sus dedos se empujaron una vez mas y Charles obtuvo su esperado orgasmo, soltando un profundo grito, dejando que las gotas de semen mojaran su pecho y abdomen.
Continuó penetrándolo incluso mientras los espasmos terminaban de consumir a Charles. Esperó a que recuperara el aliento y entonces se alejó de su entrada. Charles observo como Erik pasaba sus dedos por su pecho, para después llevarse un poco de su semen a sus labios.
—Sabes delicioso—Le sonrió, sus ojos cada vez eran más oscuros.
Charles bajó su mirada hasta toparse con el pene de Erik, el cual estaba duro e hinchado, brillaba en la punta a causa de su líquido pre-seminal. Mordiendo su labio, separó sus piernas de nuevo, dándole el espacio suficiente en medio de estas. Erik volvió a gruñir en el segundo en que su glande se presionó contra la entrada de Charles, quien se puso tenso, hasta que su mano acarició los cabellos castaños del menor.
—Charles...
Un sonido parecido a un gruñido se escapó de su boca cuando empujó su miembro dentro de Charles, invadiéndolo y llenándolo por completo mientras los largos e irregulares gemidos no dejaban de escapar desde el fondo de la garganta del menor. El miembro de Erik se amoldaba a las paredes de Charles, era como si ese fuera su lugar, creado exclusivamente para él.
Las manos de Charles recorrían la espalda del contrario mientras empezaba con las embestidas, ya sin contenerse. El cuerpo de Erik empezó a empujarse contra el de Xavier, en un vaivén salvaje, Charles soltaba pequeños gemidos mientras era embestido una y otra vez. La boca de Erik tomó la Charles, mientras hundía sus uñas en las caderas del menor. Charles en respuesta hundió sus uñas en la espalda del alemán, Erik mordió la esquina del labio inferior de Xavier y continuó con el salvaje ritmo.
—Erik—Charles gimió mientras el miembro de Lehnsherr iniciaba otra vez el salvaje vaivén.
Comenzó a besar y morder la espalda de Charles, causándole deliciosas corrientes de placer cada vez que sus labios rozaban su piel.
—Mierda Charles, estás tan jodidamente apretado—Gruñó, empujándose de nuevo. Charles lo observó de reojo.
—Erik...Erik
—Vamos, grita mi nombre—se inclinó para poder susurrar en el oído de Charles—sé que eres mío, me perteneces desde el primer momento en que te vi y soy el único que va a poder joder tu hermoso y apretado trasero ¿Bien?—Habló lento, pero Charles no se sentía en condiciones de responder.
En respuesta una de las manos del alemán se azotó contra su blanca piel.
—¡Si!—Xavier respondió en un grito de placer.
—Mírame—Exigió Erik mientras Charles se mordía el labio y lentamente abría sus ojos para enfocar el rostro del alemán quien tenia una sonrisa de medio lado en sus labios—Eres mío, Charles solo mío—Dio otro azote en su trasero, aunque este fue más fuerte que el anterior.
—S...Sí, sí ¡Tuyo!—Charles estaba cerca de tener su segundo orgasmo
—Córrete para mí, pequeño. Hazlo.—Erik cerró sus ojos y entonces Xavier dejó de observarlo, para soltar un fuerte gemido cuando Lensherr se derramó en su interior—Charles— Gruñó.
Xavier dejó que sus piernas fueran perdiendo estabilidad—Erik...Erik— las paredes del menor eran bañadas completamente por el alemán.
Cuando ambos terminaron de sufrir los espasmos de su orgasmo, se recostaron en la cama. Erik miró a Charles mientras colocaba su mano encima de la del ojiazul, Xavier sonrió de lado para acurrucarse contra el firme y sudoroso cuerpo de Lehsherr.
El alemán soltó un suspiro ¿Ahora como haría para separarse de Xavier? Era más que claro que después de sucumbir ante sus deseos, no podría estar lejos de Charles, su mente y cuerpo eran de aquel ojiazul. Lo miró, se veía ten relajado en ese estado. No pudo evitar sonreír.
—¿Qué es lo que estas pensando?—la voz de Charles lo hizo suspirar.
—En como vamos a actuar de manera normal frente a los demás después de lo ocurrido. Se que te pedí solamente una noche, pero me resulta imposible separarme de ti—lo miró atentamente.
El castaño suspiró—Yo no tenia muy claro que íbamos a hacer después de esto—admitió—Pero no me arrepiento de nada—Erik sonrió más, aquello lo aliviaba—tu sabes escucharme y entenderme—se mordió el labio mientras abría los ojos—Lo pensé durante el tiempo que me estabas viendo y creo que voy a dejar el cargo de Papa, voy a renunciar a ser el líder de la Iglesia Católica.
Aquello hizo que Erik abriera los ojos sorprendido—Pero tu quieres esto y...
—Quería esto desde que entre a ser sacerdote, pero ahora no estoy muy seguro de seguir ejerciendo este cargo—suspiró—Voy a renunciar al cargo.
Erik lo medito durante unos segundos—¿Y que vas a hacer cuando renuncies?—el miedo lo invadió ¿Charles quería alejarse de él? Alejó de inmediato esos pensamientos.
—No lo sé, toda mi vida la pase en la Iglesia—alzó una ceja—regresar con mis padres no es una opción, ellos van a estar muy enojados después de que se sepa que voy a renunciar.
—Puedes venirte conmigo...—Erik habló sin siquiera pensarlo—Claro, si es que tu quieres.
El ojiauzl asintió—Si, eso es lo que quiero Erik—le sonrió—Ahora quiero que te vistas y finjas que no paso nada. Antes de irme quiero hacer unas últimas cosas dentro de la Iglesia—el alemán hizo un puchero que de inmediato fue consolado por Charles—Haz lo que te digo, por favor—Lehnsherr asintió más animado—Por el momento solamente tu vas a saber de mi decisión.
—¿Y quien va a quedar en el cargo de Papa cuando te vayas?—cuestionó mientras se separaba de él.
—Eso lo decidirán los cardenales.
—Pero no puedes dejar que ellos elijan a tu sucesor, ¿Y si él no es tan bueno como tu? Todos los avances que lograste en los últimos tres años se van a ir por la borda y ...
—Tranquilo, voy a asegurarme de que alguien digno continúe con el cambio que el mundo necesita.