Erik estaba cansado, todo su cuerpo dolía y las ganas de ir hasta su pequeña casa en el bosque incrementaban a cada segundo que pasaba en aquella fábrica. Soltó un largo suspiro antes de dejar sus ropas de trabajo en uno de los lockers cercanos y salió a pasos tranquilos guardando su dinero en uno de sus bolsillos; los guardó en completo silencio y comenzó a caminar rumbo a su casa, tratando de ignorar el hecho de que varios de sus compañeros -y hombres del pueblo- no dejaban de entrar y salir de aquel nuevo lugar que habían abierto.
Lehnsherr dudaba en decir si se trataba de un prostíbulo o de un lugar lleno de bailarines y bailarinas exóticas. Cerró los ojos al sentir que uno de sus amigos le daba un golpe en el hombro.
—¿Está vez si vas a entrar?— preguntó con un poco de aliento alcohólico, a nadie en su trabajo le importaba las medidas de seguridad y mucho menos las políticas de estas.
—No, sabes que no me gustan estos lugares— respondió intentando retomar su camino.
—Oh vamos, hace años que te dejo Magda ¿No crees que necesitas, no sé, empezar de nuevo? Vamos, yo invito la primera ronda— ofreció jalandolo levemente hasta la entrada atestada de hombres protegiendo la puerta.
—No, en serio Azazel yo...
—Hay un nuevo bailarín, seguramente puede ser a quien estás buscando para olvidar a Magda. No hace daño mirar.
Erik soltó un suspiro de frustración, nadie en la fábrica le dejaría en paz hasta que al menos hubiera entrado una vez. Le dio una sonrisa de derrota antes de entrar al lado de Azazel, quién no dudó en dar algunos billetes para conseguir pasar más rápido.
Erik suponía que era un buen negocio, ya que siendo un pueblo pequeño y con semejantes atracciones seguramente el dinero llovía a diario.
La música sonó fuertemente antes de darle paso a las luces de colores neones y empujones por parte de los clientes, quienes no se detenían ni siquiera por las camareras (quienes a pesar de lo que pensó en un inicio, solo llevaban pantalones negros, camisa blanca y un pequeño chaleco color vino), puesto que todos tenían su atención puesta en el escenario.
Erik y su amigo se sentaron en una mesa cercana al la "primera fila", y después de que les trajeran unas cuantas bebidas, ellos se dispusieron a prestar atención total a las bellas mujeres que movían sus caderas de un lado a otro al ritmo de la música.
—Ese es el baile de apertura— comentó Azazel en voz baja.
—Se nota que vienes mucho por aquí— respondió tajante el contrario antes de desviar la mirada.
Erik no iba a negar que las mujeres enfrente suyo eran hermosas y estaban muy bien dotadas pero ninguna le llamaba la atención.
Los minutos pasaban lentamente hasta que un hombre con barba y de aspecto rudo se subió al escenario para presentar al nuevo integrante de su "familia"; después de anunciar que este se llamaba 'Profesor', los gritos y vítores no se hicieron esperar.
—Si esta parte del show no me gusta me largo de aquí. No voy a perder mi dinero en...— sus quejas quedaron en el olvido al escuchar la música cambiar de repente a una más movida.
Sus ojos se desviaron hasta toparse en aquel hombre que se encontraba en tacones y ropa negra pegada al cuerpo; enseñaba su piel si, pero aún dejaba bastante a la imaginación. Pasó saliva, no pudo evitar sentir un tirón en su miembro.
Azazel evitó soltar una carcajada de burla.
El hombre de cabellos castaños y piel blanca comenzó a moverse alrededor de un tubo de metal. Sus piernas se movían de forma elegante al igual que sus manos, las caderas iban de un lado a otro antes de subir hasta la parte más alta y comenzar a dar vueltas. Erik miró a todos lados solo para darse cuenta que estos nos dejaban de babear por el 'Profesor'
—¿Por qué no ofreces algo de dinero? Igual y si está de humor te concede un privado— Azazel le animó a levantarse.
Erik de inmediato sacó todos los billetes que traía en su ropa y abriéndose paso entre los hombres y mujeres que intentaban acercarse al 'Profesor'' llegó hasta el escenario poniendo el dinero enfrente.
Seguramente su aspecto no ayudaba ¿Verdad? Su rostro demacrado y aspecto desaliñado iban a hacer que aquel bello personaje le ignorara, si es que tomaba en cuenta el aspecto de lo otros que querían llamar su atención.
Pasó saliva al sentir que este no reaccionaba y estuvo a punto de irse, claro, hasta que los ojos azules del 'Profesor' se toparon con los suyos. Este paró el baile para bajar del escenario, le tomó los billetes y después de enredarse en el cuello de este, le dejó el dinero en sus bolsillos.
—De vez en cuando puedo tener un capricho. Te espero en la habitación número 2— musitó antes de dejarle un beso en los labios e irse caminando hasta perderse en el largo pasillo protegido por dos guardias más.
Erik sentía que en ese mismo momento podría pedirle matrimonio a aquel misterioso hombre