3. Un chico que dejó de soñar.

250 19 6
                                    

III

Un sueño es un deseo que tu corazón crea, cuando estás ligeramente dormido.

-Walt Disney.

Magnus despertó con un terrible dolor de cabeza, se sentía mareado como si hubiese caído por un túnel, de esos que había en los parques acuáticos y que por alguna razón le daban náuseas con sólo verlos. 

Sólo había una razón para ese incesante martilleo, tenía resaca. Además, eso explicaría el extraño sueño que había tenido.

Seguramente seguía soñando, pensó Magnus. Ante él estaba el bosque que había visto en el armario, pero ahora se miraba aterrador. Las ramas de los árboles estaban secas y temblaban como si tuviesen frío.

El día estaba opaco, al camino amarillo en el que Magnus había aterrizado le faltaban adoquines y estaba descolorido.

Todo el lugar era como la versión tétrica de la historia del Mago de Oz, una que vagamente recordaba que su madre le había contado.

—Mierd...

Fue interrumpido por unos silbidos a lo lejos, parecían venir de algún lugar cuesta abajo.

Deseoso de encontrar una respuesta se levantó de su lugar en el suelo y tomó algo de valentía, después de todo, ¿qué podría pasar?

Bueno, tuvo su respuesta con rapidez y pasaron dos cosas que nunca creyó que pasarían.

A medida que se acercaba al grupo pequeño de hombres se dio cuenta que lo corto de su estatura no era por la distancia, sino porque se encontraba frente a un grupo de siete enanos. Habían parado su canto y parecían pelear por algo.

—Te dije que debíamos matarla.

—Es una bruja, tarado, no mueren fácil. —Replicó uno de los enanos, que traía un gorro de color marrón y tenía una mueca de enojo.

—¡Ay! Gruñón siempre está gruñendo. Deberías ser más positivo. —Bufó un tercer enano.

—Lo que importa es que escapó, de nuevo. Debemos planear todo de nuevo. —Dijo el enano que parecía mayor, ese debía ser el líder.

—¡He encontrado a la bruja! —Gritaron detrás de Magnus, no. No detrás, a sus pies.

Magnus bajó la mirada para encontrarse con el quinto enano que tenía un gorro de color azul y se miraba como un niño pequeño.

Magnus casi sintió ternura, de no ser porque los otros seis enanos se acercaron a él con las armas en alto.

—Tontín. No es una bruja. Sí. Tiene el ceño fruncido como las brujas...

—Y tiene una mueca de enojo. —Añadió el sexto enano, que usaba un gorro verde.

—Ah, y miren que es feo como una bruja. —Dijo el último enano, el de gorro naranja.

—¡Oye! —Magnus trató de defenderse.

—No, no es una bruja, hermanos. ¿No ven que es un chico?

—Lleva maquillaje. —Aclaró el que habían llamado Tontín.

—Es moda —replicó Magnus, un poco ofendido—. Olvídenlo, estoy perdido y no tengo idea de cómo llegué aquí. Simplemente caí de un armario.

—¿De un armario? —Preguntó el líder—. Oh, eres de esos. Ya había escuchado esa historia. Bien, hijo, lo que tienes que hacer es prepárate y confesar lo que sientes sin importar lo que piensan los demás.

Cuentos De Hadas Para Niños Grandes (Malec) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora