8. Un poco de magia necesitó.

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VIII

Donde hay amabilidad, hay bondad y donde hay bondad encontrarás magia.

-La Cenicienta.


Magnus se removió hasta despertar exaltado, su corazón amenazaba con salir y él en su inocencia puso sus manitas sobre él evitándolo.

-Shhh, calma cariño.

Magnus se relajó inmediatamente al escuchar la voz de su madre.

-¿Ha sido una pesadilla?

Magnus gimoteó mientras se acercaba a ella. -Sí, he soñado con una bruja.

-Mag, mami siempre estará para cuidarte.

-Esta vez no estabas. ¡No podía encontrarte!-sollozó-Estaba perdido.

Su madre sonrió y limpió sus lágrimas.

-Cariño mío, tú siempre podrás encontrarme. Escucha aquí.

Tocó su pecho, sobre el lugar en el que se encuentra el corazón.

-¿Cómo sabré qué dice?

Marguerite besó su frente. -Lo sabrás, Magno.

Magnus frunció el ceño entre sueños deseando corregir a su madre. Su nombre no era Magno.

Despertó con un terrible dolor de cabeza, y el brillo de sol golpeando su rostro no ayudó a su estado. Todo esto dando como resultado un terrible humor.

Sus sueños no habían sido de ayuda. Se enojó con su madre y el hecho de que siempre fuera tan mística.

Se desperezó lentamente hasta que recordó al rey. Se levantó de su lugar, escuchando su espalda crujir por haber dormido en el suelo.

Encontró a Alexander y para su sorpresa estaba recuperado. Dormía sobre una camilla improvisada, que definitivamente él no había hecho.

Siendo honestos no recordaba nada de los sucesos de la noche anterior, a excepción de kaa y de como lo había obligado a dañar a Alexander.

-Oh, cariño. Estás despierto. Que bien.

Magnus se sorprendió al ver a una anciana vestida de azul y con un adorable moño rosa en su cabello trenzado.

-Usted...usted no estaba aquí antes. ¿De dónde ha salido?-Buscó instintivamente su espada.

La anciana suspiró.-Está en tu bolso. Y no seas rudo, querido. Es de muy mal gusto. Ahora acércate.- Le ofreció una taza de té que de nuevo había salido de la nada.

Magnus se acercó a ellos aún alerta, tomó la taza deseoso de hidratarse.

-Tu chico está bien, tranquilo...

Se atragantó con el líquido caliente.

-¡No es mi chico!

La anciana le dedicó una mirada irónica.-Como decía, sus heridas están curadas. Solo necesita descansar.

-¿Tú le has curado?

-Por supuesto, cariño, ¿o ves por aquí otra hada madrina?

Y por segunda vez, Magnus se atragantó.

-Por favor, chico, ¿no sabes beber como una persona normal?

-Es solo que no sabía que eras una hada madrina.

Cuentos De Hadas Para Niños Grandes (Malec) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora