3. LA PROPUESTA.

3.7K 128 8
                                    


Mi cabeza seguía dando vueltas.

Aún no podía aceptar el hecho de que Aaron estuviera casado.

No quería aceptarlo.

Sabía perfectamente que una relación con él estaba más que prohibida, y que de ella no saldría nada bueno, no era correcto.

Lo mejor era olvidarme de todo.

Lo mejor era olvidarme de él.

Conforme los días pasaban trataba de distanciarme, lo más posible, de él.

Trataba de hablarle sólo para lo indispensable.

Cada vez que él trataba de entablar una conversación conmigo, yo buscaba cualquier excusa para salir corriendo lejos de él.

Pero por más que lo ignorará, más grande era mi atracción hacia él.

Me era imposible no pensar en él durante el día, y aún más imposible me era no soñar con él por las noches.

En el trabajo, cuándo estaba segura de que nadie me observaba a mí, yo lo observaba a él.

Y cómo no hacerlo. Aaron era una estupenda persona, un gran amigo, un tipo bastante gracioso.

Siempre buscaba la forma de hacer reír a quién estuviera a su al rededor.

Todos los empleados de "The Grill", lo apreciaban de verdad.

Poco a poco descubrí lo que quería decir Aranza con que si Aaron me gustaba, no sería la única. Pues la mayoría de las meseras babeaban cada vez que lo veían. Yo sólo me limitaba a poner los ojos en blanco, cada vez que descubría que eso ocurría.

Debo ser sincera, y aunque suene como una maldita acosadora, tenía a todas las chicas bien vigiladas y secretamente controladas. No permitía que nadie pasara demasiado tiempo a solas con Aaron. Y para mi gusto descubrí, que a pesar de las insinuaciones de algunas chicas, él nunca las tomaba en cuenta, lo cual me hacía sentir muy bien.

Un sábado por la tarde, estaba demasiado concentrada revisando las reservaciones de esa noche, que no me di cuenta de la presencia de Aaron hasta que se me acercó por el lado derecho de mi cuerpo. Y cuando digo que se me acercó, me refiero a que pego todo su cuerpo a mi flanco derecho. Y yo no supe hacer nada más que quedarme muy quieta.

─ ¿Estás muy ocupada? ─me preguntó él al oído.

─No, ¿por qué? ─conseguí decir sin que me temblara la voz.

─No, por nada. Es sólo que te estado observando y...

El tiempo se detuvo por un instante. ¿Qué me había estado observando? Todo ese tiempo estuve pensando que él simplemente me ignoraba y ahora, ¿me decía qué me había estado observando?

─ ¿Cómo dices? ¿Me has estado observando? ─le pregunté alejándome.

─Claro, es difícil no hacerlo─ dijo con una media sonrisa─. ¿Por qué de pronto pareces tan molesta?

─Discúlpame; pero, al menos a mí, no me gusta ser observada por hombres casados─ dije, remarcando las últimas dos palabras.

Aaron se limitó a mirarme fijamente. Ni siquiera parpadeó cuando su celular sonó. Aaron leyó rápidamente su mensaje y volvió a mirarme.

─Debo irme, pero tú y yo tenemos una conversación pendiente.

─Yo no tengo nada que hablar contigo

Diario de una Amante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora