Dicen que la adrenalina de lo prohibido es una estupidez con mucho sentido.
En mi opinión, es cierto. Desde mi clandestino encuentro con Aaron en el hospital comencé a sentirme más relajada y concentrada en todas mis actividades. Era como si Aaron fuese una especie de calmante. Aunque más bien era como una droga y yo su adicta. Sin embargo, también tenía una especie de delirio de persecución. La culpa me invadía al llegar a casa, no podía ni ver a Derek a la cara, así que o volteaba hacia otro lado o cerraba los ojos. Pero cerrar los ojos era malo, porque inmediatamente me imaginaba a Aaron.
Tres semanas pasaron desde que volví a Texas después de mi viaje a México y también desde que Aaron regresó. Por más que trataba de no verlo, o ignorarlo, siempre terminaba desnuda en su cama con él besándome por todas partes. Y es que ¿cómo salir del laberinto de sus brazos que yo misma creé? Mientras Aaron más me buscaba, más me perdía yo.
Aaron también me había estado preguntando qué iba a suceder con nosotros, pero si no le respondía era porque yo también me preguntaba lo mismo.
Hace años teníamos la intención de irnos juntos a otra ciudad para iniciar una vida juntos, solo teníamos que esperar a que él se divorciara. Pero por razones ya dichas, no pudimos llevar a cabo nuestros planes. Y ahora, aunque él ya estaba divorciado, la casada era yo. Y por más que quisiera irme y desaparecer con Aaron a mí lado, no me atrevía a causarle mal a Derek.
Que la persona que más amas te deje es feo, pero el necesitar tan profundamente a una persona y no tenerla a tu lado es aún más horrible, es una sensación que nadie debe sentir. No quiero que Derek la sienta.
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Un sábado fui a la casa de Aranza como ya era costumbre entre nosotras. Ella no podía ir a la mía porque la pequeña Victoria no la dejaba en paz ni un instante. En fin, no solo fui a verla ese día porque esa era nuestra tradición, sino porque enserio necesitaba a una amiga.
― ¿En serio? ¿En el hospital? ―preguntó Aranza con una mezcla de incredulidad y diversión cuando le conté todos los acontecimientos desde que me reencontré con Aaron.
―Sí. No sé cómo pude hacerlo ahí. En mi trabajo― le confesé.
―Ay, Bárbara. Y ¿qué vas a hacer ahora? Tú y Aaron van a seguir así toda la vida, ¿o qué?
―No lo sé, Aranza... ¿Por qué preguntas?
―Amiga, es más que obvio, ¿Por qué no te has dado cuenta?
― ¿De qué?
―Tú y Aaron son el uno para el otro. Son verdaderas almas gemelas, no pueden estar separados― me dijo Aranza con mucho convicción―. Y sí, sé que estuvieron separados por cinco años. Pero en todo ese tiempo tú no dejaste de pensar, ni un solo instante, en él. Y estoy muy segura de que Aaron tampoco dejó de pensar en ti, sino ¿por qué te sedujo en México?
―Porque es malo― dije y mi amiga estalló en carcajadas.
―Yo digo que es muuuy bueno. Y que tú ya lo has comprobado― se burló―. Continuando, tú y Aaron deben estar juntos, o de lo contrario van a terminar muriendo.
―Aranza, no digas esas cosas por favor.
―Lo siento Bárbara, pero es la verdad. Si no haces algo ahora, vas a ser infeliz por lo que te quede de vida.
― ¡Pero ese es el problema, Aranza! ¡No sé qué hacer! ―exclamé desesperada―. No sé si sea capaz de lastimar a Derek pidiéndole el divorcio.
―Entonces ¿vas a seguir lastimándolo al estar viéndote con Aaron en secreto? Creo que debes hablar con Derek y decirle todo, si es que tanto te importa como dices.
― ¿Tú crees?
―Por supuesto. Es mejor poner las cartas sobre la mesa y hablar claro. Dile a Derek que lo quieres muchísimo pero que no estás enamorada de él y que no puedes seguir jugando con él. Y después de firmar el divorcio, ve con Aaron y sean felices juntos.
―Creo que tienes razón.
―Claro que la tengo― me dijo con una sonrisa―. Por cierto, toda tu historia con Aaron es digna de una novela. Tal vez deberías escribirla y publicarla.
―En eso también tienes razón― dije y nos reímos juntas.
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Después de hablar con Aranza, me di cuenta de que ella tenía mucha razón. Toda mi vida quise tener un gran amor lleno de pasión, cariño y confianza. Amor que tuve con Aaron. Quiero a Derek y me duele hacerle daño, pero no quiero vivir sin Aaron mucho tiempo más.
Al fin había tomado una decisión, y al salir de la casa de Aranza, llamé a Aaron para hablar con él.
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―Le pediré a Derek el divorcio.
Dije al entrar al apartamento de Aaron. Ni siquiera lo saludé, solo le solté la noticia. Él se quedó viéndome con los ojos abiertos, muy sorprendido.
― ¿En serio? ―preguntó en shock todavía―. ¿Estás segura?
―No, no estoy segura― confesé―. Pero correré el riesgo. Desde que te conocí, he querido estar contigo y no soy capaz de imaginarme una vida sin ti.
Eso que dije fue la verdad. Tal vez había vivido cinco años sin él porque sabía, muy en el fondo, que un día nos encontraríamos y entonces ya no habría vuelta atrás.
―Bárbara, mi vida eres tú. Así de simple. El amor que siento y he sentido por años, te lo expresaré segundo a segundo, antes de que por ti se me acabé el mundo.
Me prometió, mirándome de una manera muy especial y significativa. Jamás olvidaré esa mirada llena de esperanza y amor, ni siquiera después de muerta.
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Al día siguiente, tenía pensado hablar con Derek para pedirle el divorcio. Pues esa noche seria solamente de Aaron y mía. Las desgracias podían esperar, nuestro amor no. Pues la única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella.
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Diario de una Amante.
Romance¿Alguna vez has tenido un amor imposible? No me refiero a que te enamores de un chico más grande que tu. Ni tampoco a que desees al novio de tu mejor amiga. Yo te pregunto: ¿Alguna vez te has enamorado de un hombre casado? ¿Alguna vez te has enamor...