Capítulo XLVII

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Todos los soldados estaban sentados en el suelo bebiendo—lo que supuse que sería té—en aquel pequeño jarrito de metal.
Busqué a mis amigos con la vista y cuando los encontré me dirigí hacia ellos a paso rápido.

—¡Oh, aquí está Paul! —exclamó Roby al verme caminar hacia donde se encontraban. Finalmente frené mi caminata.

—Hola —les dediqué una sonrisa radiante a los tres.

Los gemelos me devolvieron el saludo pero Austin no lo hizo, solo se me quedó mirando serio.

—Te guardamos el desayuno —dijo Toby para luego extenderme aquel pequeño jarro de metal lleno de té junto con un trozo de pan fresco.

—Grandioso. Me moría de hambre —tomé aquello y me senté en el suelo para darle un gran mordisco al pan. —Mmm, es de leche. ¡Delicioso! —comenté con la boca llena.

—¿Te dejó sin comer? —preguntó Roby. Yo arrugué mi entrecejo, no entendía lo que me preguntaba. —El sargento —agregó.

—Ah, sí —mentí. —Ya saben, me dejó aislado sin comer, y todo eso —murmuré.

—Fue muy injusto y cruel de su parte que te culpara de la muerte del muchacho —dijo Roby.

—¿Dejarte sin comer por algo que el chico hubiese hecho de todos modos? Si, fue muy cruel de su parte —comentó el otro.

De reojo miré a Austin, era obvio que él no se creía esa patraña porque sabía la verdad. Él sabía que el sargento tenía otras intenciones para conmigo.

—Luces muy cansado —agregó el otro gemelo.

—¿Sí?

—Estás muy ojeroso. ¿Acaso tampoco te dejó dormir?

Oh, no. Claro que no me dejó dormir. El sargento estuvo insaciable anoche. Luego de darme finalmente un merecido descanso —el cual implicó que me diera besos y caricias—él volvió al ataque.
Sí, lo habíamos hecho tres veces anoche. Terminé realmente agotado pero no puedo negar que me encantó. ¡Y yo que me iba a privar de no volver a hacerlo con él!

—No dormí —negué. —El sargento me castigó. Uhm, hizo que escribiera toda la noche. Documentos oficiales, ya saben —alcé un hombro.

—¿Y te has enterado de algo? —preguntó Roby con interés.

Los tres me miraron expectantes. Querían información sobre lo que estaba sucediendo con los alemanes.

—¡Hey, Paul! —aquella voz me hizo voltear y mirar hacia arriba.

Fue entonces que me percaté que el sujeto de bigotes se encontraba de pie a un lado mío; en una de sus manos—la cual tenía sus cinco dedos intactos— sostenía aquel jarro lleno de té.

—Hola, Franz.

—¿Qué tal?, ¿cómo te encuentras?

—Bien, mejor. Gracias por preguntar.

Me esbozó media sonrisa en respuesta y luego miró a mis amigos por un momento; creo que el de bigotes esperaba algo más. ¿Qué lo invitara a juntarse con nosotros tal vez?
Ahora que lo pensaba siempre lo veía solo, no contaba con la misma suerte que yo, él no tenía ningún amigo aquí supongo que eso era porque su pelotón se había desintegrado luego de lo que sucedió en Noruega; y es que él eligió quedarse bajo el mando del sargento Lennon para vengarse de los alemanes por la explosión del barco. Eso me hizo darme cuenta de que no éramos tan diferentes él y yo ahora que lo pensaba mejor; ambos queríamos un poco de justicia.
Andrew me había contado en su última carta que se había hecho amigo de él, yo sabía que el rubio no se fiaba de cualquiera por lo que Franz de seguro era una persona maravillosa según Andrew...
¿Y entonces por qué no hacerlo parte del grupo? Un amigo mas nunca viene mal.

Soldier : Un amor clandestino ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora