Capítulo LVII

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Bajé del jeep cuando apenas se frenó frente al Cuartel; los soldados que estaban allí de guardia al verme abrieron de inmediato las puertas y yo ingresé al lugar a paso rápido pero me frené de inmediato al ver aquello. Una larga filas de cadáveres se encontraban en el medio del patio, algunos de ellos estaban quemados y otros no tanto pero igualmente se notaba que habían sido víctimas de las bombas.

Miré minuciosamente cada rostro—aguantando con todas mis fuerzas las ganas de vomitar—. Y me sentí aliviado cuando no encontré a ninguno de mis amigos allí. Pero un momento entre tantos rostros pude reconocer uno. Su uniforme blanco de enfermera la diferenciaba de entre todos los soldados.

Me acerqué hacia allí de inmediato y llevé mi mano a mi boca por un momento.

—Oh, no...Susy querida—musité sumamente apenado.

Sentí una fuerte opresión en mi pecho, era la angustia. Por más de que con Susy nunca fui tan cercano—ya que era consciente de sus sentimientos hacia mí—;igualmente la apreciaba. Ella era tan joven, tan hermosa y simpática, llena de proyectos...no se merecía este cruel final. ¡Qué injusto era todo! Tantos malnacidos dando vueltas por el mundo mientras que la gente buena se marchaba de un día para el otro, ¡qué injusto!

—¿Cabo McCartney? —me giré de inmediato al escuchar aquello y me encontré con el cabo Francis.

Su cara estaba algo descompuesta. Su piel lucia amarillenta y aquellas ojeras ennegrecidas debajo de sus ojos delataban su cansancio. Fue la primera vez que sentí pena por él; y es que no sabía a ciencia exacta lo que le ocurriría luego de que se aclarara el asunto; es decir, él estaba a cargo del Cuartel y era quien debía responder a la tragedia. ¿Acaso el teniente se desquitaría con él?, ¿lo relevaría de su puesto tal vez?

—Cabo Francis. ¿Qué sucede?, ¿por qué no se ha encargado de los cuerpos aún? ¡Es una falta de respeto que estén aquí tirados! —dije en tono firme lo que hizo que el sujeto tragara saliva con notoriedad, se lo notaba muy nervioso.

—Lo sé, cabo McCartney. Es que hasta recién estuvimos sacando cuerpos de la enfermería —dijo y yo me tensé.

—¿Hay más cuerpos...? —musité algo asustadizo y con el corazón atorado en la garganta.

—No —negó y yo volví a sentirme más aliviado. —Decidí utilizar los jeeps y los pocos camiones que teníamos para derivar a los heridos al Hospital General más cercano, es por eso que aún no he podido encargarme de los cuerpos, no hay vehículos. Llegarán en un momento.

Asentí levemente.

—¿Y el galpón? —indagué con interés.

—Por suerte estaba vacío. Si hubiesen quedado los aviones y los tanques alli de seguro el Cuartel habría volado por los aires. Todo está prácticamente bien, los barracones, el despacho del teniente, nuestras cabañas...excepto la enfermería —dijo. —Ese fue el lugar más afectado, una de las bombas estaba allí.

Giré mi rostro hacia aquel sitio. Sí, lo que antes era la enfermería ahora eran escombros apilados unos encima de otros. Un completo desastre.

—Todo esto fue con la intención de hacer daño —musitó Francis captando nuevamente mi atención.

—¿Lo han atrapado al maldito?

Asintió repetidamente.

—Prácticamente se dejó atrapar de manera voluntaria —dijo. —Lo primero que hice fue encerrarlo en el calabozo y luego envié un jeep hacia la casa del teniente mientras intentaba...—su voz se entrecortó y sus ojos se cristalizaron, aquel hombre quería llorar frente a mí pero intentó reprimirlo con todas sus fuerzas. —No pensé que esto ocurriría, nunca pensé que ocurriría algo semejante...

Soldier : Un amor clandestino ●●McLennon●●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora