Take me to church

Cap 2

Azirafel se encontraba ansioso, había pasado ya una semana desde la visita de aquel ángel al cual le servia, una semana igual de la confesión de sentimientos de crowley en la cual también revelo algunos sentimientos; muchas emociones se almacenaban en su estomago haciéndolo rugir fuerte, tal vez todo lo del bebe había sido una cruel broma de el ángel mayor.

como si lo hubiera llamado con el pensamiento gabriel apareció frente a este, con su estúpido traje blanco y su maldita sonrisa, aquella maldita sonrisa de oreja a oreja que siempre cargaba. ambos se miraron mutuamente por unos segundos y todo quedo en silencio.

-ya estoy aquí mi pequeño ángel, mi hermoso azirafel- expreso gabriel mientras acariciaba su terso rostro de porcelana

el echo de que grabriel le dijera ángel le llenaba de asco, no era igual a cuando crowley se lo decía, no había el mismo sentimiento, era extraño; el alfa comenzó a desprender sus fermonas bruscamente por la habitación haciendo a azirafel flaquear un poco, no podía odiar ese aroma, ese maldito aroma que lograba ponerlo en blanco.

-no...gabriel, hablemos lo, en realidad necesitamos un bebe?- expresaba casi fuera de sus caireles cayendo sobre los brazos de gabriel casi inconsciente

-pero claro que si mi hermoso azirafel, e esperado tanto por esto, tu eres solo mio- dijo en voz gruesa

en esos momentos el ángel menos perdió la conciencia, se volvió loco, cedió ante el tentador y excitante olor que desprendía su alfa destinado; todo en aquella habitación se había convertido en una tentación y el ya había caído, cedido a su deseo carnal, para que describir lo que paso en aquel lugar si con simplemente decir que había sido celestial, varias veces y todo terminando con un nudo, con aquella marca de propiedad, aquella mordida sobre la nuca blanca de azirafel, era profunda y dolorosa pero para aquella noche simplemente era deliciosa.

un grave dolor de cabeza despertó a azirafel de su sueño, el sol golpeaba sus ojos, a duras penas los logro abrir mientras con ellos recordaba pequeños flashback de la noche anterior, pequeños recuerdos se hacian presentes ademas de un infernal dolor de caderas, algo que tal vez no se podria curar con un milagro. los hermosos ojos azules de angel comenzaron a desprender lagrimas, estaba sucio, que haría?, de todo lo que había pasado la noche anterior juraba ya estar preñado para tal punto. Entre lagrimas y lamentos tomó su celular y llamo a quien en verdad quería a su lado, a quien verdad quería que lo marcara, a quien de verdad amaba.

-azirafel?, qué pasa?- se escuchó del otro lado de la línea; azirafel no respondió, sus llantos y suspiros lo decían todo para aquel demonio del otro lado- ya voy para allá- fue lo único que expresó

En menos de cinco minutos Crowley logró llegar a la librería de aquel ángel, cuantos altos, semáforos y autos había pasado hasta llegar ahí era sorprendente pero todo por su ángel.

-Ángel, qué pasó?- pregunto el demonio apenas abrió la puerta de la habitación de azirafel

Una ola de fermonas lo recibió, ya podía imaginar que pasaba; ignorando aquel asqueroso olor a alfa celestial entró a la habitación y se encontró a su amado, a su ángel, enrollado entre sábanas dejando a la vista su marca, aquella fuerte marca sobre la nuca de este lo cual lo llenaba de odio, porque no lo había llamado antes?, porque el no estuvo aquí antes?.

-Ángel, te encuentras bien?- pregunto Crowley acercándose a su amado tocando con delicadeza su brazos

Este tembló un poco ante el tacto y luego asomó uno de sus azules ojos observando a Crowley, no quería sentirse así, el podía limpiarlo, el podía mejorarlo; sin pensarlo dos veces azirafel se lanzó sobre Crowley en un beso desesperado, apasionado y triste, necesitaba consuelo necesitaba sentirse diferente.

-angel qué pasa?- pregunto Crowley extrañado alejando a su ángel un poco de el

-por favor, quiero que seas tú, se tu, solo te quiero a ti en mi- expresó el ángel

Tal vez esas eran las únicas palabras que necesitaba el demonio o tal vez era el echo de que azirafel había comenzado su celo, sin pedir ni decir más comenzaron, cedieron a su deseo de estar juntos, cedieron a sus sentimientos mutuos, cedieron a comenzar un pecado del cual ninguno de los dos estaría arrepentidos.