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Gretel despertó a causa de golpes en sus tímpanos. Su alarma sonó y ella trataba de buscar su celular para callar ese tormento auditivo.

Su móvil se encontraba en el suelo de la habitación. No tenía idea de cómo llegó ahí pero fue hasta el para apagarlo. Su cabeza dolía, la luz era molesta, su aliento tenía un sabor amargo, su cuerpo estaba cansado. No recordaba mucho de lo que ocurrió después de que salió de aquel bar con Merlin.

Decidió que lo mejor era tomar una ducha para tratar de quitar los síntomas de la borrachera que tuvo.

Con gran dolor de cabeza tenía que ir al trabajo.

No soportaba la luz solar por lo que llevaba unos lentes de sol enormes. La chica estaba sobre el escenario cuando escuchó una voz familiar.

-Vaya que la fiesta estuvo fuerte.

Ella se giró para encarar a Daniel, enseguida sonrió.

-No fue en la fiesta, no sé que me pasó.

Daniel llegó hasta ponerse a su lado.

-Escuché que hubo un problema con Margaux.

-¡Diablos! -la chica suspiró- ¿quién te lo dijo?

-Escuché a Richard discutiendo con ella hace un momento. Aún no puedo creer que no me invitó -él sonreía cínicamente. Claro que sabía la razón por la cual no lo había invitado.

-Quizá sólo te hace falta recordar sus discusiones de hace unas semanas. Ayer me di la mayor borrachera de mi vida y a pesar de eso recuerdo sus peleas perfectamente.

Ulhman soltó una risa estruendosa que asustó a Gretel y agudizó su dolor de cabeza. Ella enseguida lo calló poniendo su mano en la boca del hombre.

-Por favor no hagas ruidos tan súbitamente. Me duele la cabeza.

-Lo siento Gretel.

Él estuvo hablando con la chica por unos minutos. La conversación terminó cuando Richard y Margaux aparecieron en el escenario.

-¿Podrías dejarnos a solas, por favor?-dijo Margo a Danny mientras ella no dejaba de abrazar a Richard. Él estaba incómodo.

Daniel se retiró, rodando los ojos al cielo sin que la pareja lo viera. Una vez que desapareció, Gretel se iba a marchar pero la voz de Richard impidieron sus intenciones.

-Espera Gretel, por favor.

-Gretel, yo te debo una disculpa -esa mujer no hablaba en serio, la chica lo notaba pero Richard no- No debí golpearte ayer, yo lo siento. La operación, el viaje, el estrés de la fiesta, Maxime estaba triste. Perdí el control. No fue algo que yo quisiera hacer. Lo siento.

-Está bien Margaux -Gretel estaba molesta, pero sabía controlarse-. Y me dan igual tus excusas, lo hiciste y punto. Yo no tengo porque disculparte, al final el destino nos dará a todos lo que nos corresponde ¿no es así Richard?

El hombre sonrió y asintió.

-Supongo que si.

-Exacto Gretel -volvió a hablar Margaux abrazando aún más fuerte a Richard y dando un beso en la mejilla de ese hombre-. Todos estamos en el lugar al que pertenecemos.

-El tiempo se encargará de afirmar lo que dices Margaux, o te dará decepciones profundas.

Ambas se dedicaban miradas cargadas de odio. Había una tensión increíble ahí. Richard no la notaba, él estaba más concentrado en lo incómodo que le resultaba el hecho de que Margaux estuviera abrazándolo, casi asfixiándolo, justamente después de confesarle sus sentimientos a Gretel.

-Bien, entonces todo está arreglado, ¿lo ves cariño? -Margaux se giró a Richard para comenzar a besarlo.

Gretel rodó los ojos al cielo de lo chocante que resultaba esa situación, entonces caminó lejos de ese lugar.

Una hora después Gretel estaba en el punto más alejado del estadio. Estaba llorando como no recuerda haberlo hecho. Su vida era un desastre.

Su madre regresaba sólo para pedirle dinero, hasta ahora se había dado cuenta de algo importante, sólo hablaba con la banda y algunos de los involucrados en la gira. No tenía amigas o amigos a quienes decirles la forma en que se sentía, la forma en que se estaba enamorado. La persona con quien más hablaba era Richard pero ¿cómo decirle que se estaba enamorando de él? No era lo mismo. Y ahora Margaux se encargaba de hacer notar que ese guitarrista era su novio, tratándolo como basura y frente a Gretel, comiéndolo a besos. Justamente cuando la chica había pensado escuchar que Richard le decía que estaba enamorado de ella, ahora estaba convencida que había sido un sueño.

-¿Qué ocurre, cielo? -Paul se acercaba cuidadosamente pero con una preocupación eminente.

La chica, al ver que Paul se acercaba, secó sus lágrimas rápido.

-Nada Paul, anoche me di una borrachera que ahora no puedo ni conmigo misma -sonrió haciendo que Paul imitara su gesto.

Ambos estaban cara a cara, sin embargo Paul sabía que había algo más allá de aquel pretexto tan simple que le había puesto.

-Tengo aspirinas en mi camerino. Vamos, y podrás contarme con detalle lo que ocurre.

Mientras atravesaban el estadio, Paul le daba una larga charla del porque era bueno confiar en alguien, los beneficios de expresar, por medio de las palabras, tus sentimientos y lo satisfactorio que era soltar aquello que tanto la tenía mal.

En el camerino ambos se sentaron cerca, estaban en un sofá. Ella le hablaba sobre lo que ocurría con su madre, la preocupación que tenía de ir a Inglaterra, la forma en que se sintió ayer con la situación de Margaux y lo que le pareció haber escuchado que salió de la boca de Richard.

-Fue tan real -ella sonreía como una niña- sentí su mano sujetando la mía mientras me observaba y decía que estaba enamorado de mí. Paul yo...

-Estás enamorada de Richard -él estaba serio, tratando de asimilar lo que había escuchado.

-Es una locura pero nada puedo hacer. ¿Cómo controlas tus sentimientos? Sólo sé que entre Richard y yo jamás podrá haber algo. Él ama a su hija, y supongo que a Margaux también.

-¿Y si Richard siente algo por ti? -la chica soltó una pequeña risa, muy sarcástica.

-Eso es imposible Paul. ¿Has notado la diferencia de edad? A mí no me interesa pero a personas como él supongo que importa. ¿Qué sentirá salir con alguien menor que dos de sus hijos? Sería extraño, pero él ama a su familia.

-Gretel -la voz de Richard, quien recién había llegado, desvió la atención de los dos que platicaban- ¿podemos hablar en privado?

Déjame Sanarte |Richard Z. Kruspe| RammsteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora