Las personas caminaban de un lado a otro en el aeropuerto, apresurados por los aviones. Pero habia uno muy especial, un avion repleto de soldados que regresaban de una guerra. Montones de familias resivian a sus padres, madres, hermanos, hijos, amigos. Pero tambien habia soldados solos, estos se movian en direccion a la salida. Uniformados, por que ropa de civil no tenian.Kisame Hoshigaki era uno muy llamativo, por su altura y corpulencia. A demas de unas marcas en sus mejillas, similares a las agallas de un tiburon. El nose molesto en tomar un taxi, queria familiarse con la ciudad que habia dejado hace años. Si tenia un lugar a donde regresar, con su abuela. Esa anciana que lo habia criado como su madre.
La casa se encontraba en un barrio tranquilo, frente a un parque pequeño. Llego con una sonrisa comun en el, con esos dientes casi afilados. La casa era de dos pisos, ladrillo rojo y un modesto jardin en la entrada y parte trasera de la casa. Kisame entro y dio unos ligeros golpes en la puerta.
—Ya voy —se escucho una voz gastada y femenina. Unos sonidos de baston se acercaron y cuando se abrio. —¿Hola? ¿En que puedo ayudarle?
Kisame sonrio. No lo reconocia por que no traia sus gafas.
—Soy yo mama, Kisame.
—¡¿Kisame?! —se exalto la anciana. Y se apresuro a abrazar a su niño. —¿Por que no me dijiste que regresabas a casa?
—No era seguro que regresara —kisame sonrio y abrazo a quel viejo cuerpo.
Era medio dia y la anciana, con ayuda hizo una comida de bienvenida. Kisame regreso a su vieja habitacion en el atico, estaba limpia y ordenada. Dejo caer su mochila en la puerta y se tiro en la cama. Sonrio ante la suavidad y comodidad, se sento y dio otro vistaso a su habitacion. Se fijo en el armario, se miro la ropa y sin pensarlo dos veces se saco el uniforme. En el armario habia algo de ropa, se puso unos pantalones negros olgados y una playera griz, que le quedaba algo ajustada. No le importaba, le gustaba presumir su cuerpo.
—¡Kisame! ¡Baja tengo una sorpresa para ti! —grito la anciana. Una vez bajo a la cocina, su abuela le vendo los ojos. —No mires —dijo ella. Llevaba de la mano a su nieto y lo guiaba a la parte trasera de la casa.
Kisame escucho como una sabana era removida, entonces su abuela le quito la venda.—¡Por dios abuela! —frente a el estaba un jeep de doble cabina color negro. —¡Esta hermoso! —se acerco a tocarlo y verlo por dentro.
—Yo sabia que volverias. Y queria darte un regalo —le entrego las llaves con una sonrisa. —Ve, date una vuelta en el, a estado esperando por ti.
—No, vamos los dos —emocionado ayudo a su abuela a subir.
El jeep habia sido comprado con el sueldo de Kisame. Dinero que su abuela cobraba.
Dos semanas despues, busco trabajo, despues de a ver pasado tiempo con su madre. Habia muchas vacantes en el periodico pero ninguno le llamaba la atencion.
—Se maestro —dijo la anciana mientras preparaba el desayuno.
—No. No me gustan los niños —dijo el.
—Cajero.
—Tampoco.
—Pues... La vecina de a lado menciono algo de una vacante en una familia adinerada. Creo que menciono para escolta de sus hijo.
—Eso si. Ire a hablar con la señora —dijo dispuesto a levantarse. Pero su abuela se quito un zapato. —De a qui no sales sin desayunar.
Despues del desayuno. Kisame hablo con a quella mujer, que trabajaba limpiando la mansion. Junto con ella fue a presentarse con la familia.
