Finn.
Había terminado de grabar, por fin.
Por Finn.
Aún nos faltaban algunas escenas que teníamos que hacer fuera de la cuidad, pero en resumen, la película estaba casi lista.
Lo que me deja tiempo libre para leer, practicar con la banda, estudiar, jugar videojuegos y beber café, mucho café.
Las ganas de volver a esa misteriosa cafetería incrementaron al pasar de los días, hasta convertirse en un molesto cosquilleo en lo bajo de mi estómago.
Estaba bastante emocionado con la idea de ir en ese momento, luego del set, pero si me atrevía a ir solo mis padres me regañarían. Ellos temían que me pasara algo, ya que el rumor de que yo vivía en Vancouver estaba tomando más peso, y en cualquier momento un o una fan podría encontrarme y tendríamos que mudarnos,
otra vez.
Es por esto que luego de la pequeña escapada del otro día, mi mamá me regañó justo antes de irme a dormir. De alguna manera había descubierto mi segundo escape, y me había dado el mismo sermón de siempre.
¿Habrá sido Fred?
No, él es leal.
Quizás lo descubrió simplemente mirando por la ventana.
Ya era hora de irme, pero arriesgarme a que me castigaran no estaba entre mis planes. Quería ir a la cafetería, quería ir con desesperación, pero escabullirse otra vez...
Marqué el número de Fred con los dedos algo temblorosos. Aún dentro de mi camerino hacía frío, como unos cinco grados aproximadamente. Posicioné el aparato en mi oído y le pedí a Fred amablemente que pasara por mí.
Luego de cortar la llamada, me abrigué lo más rápido que pude y corrí hacia la entrada del set. Me sorprendió la cantidad de energía que asaltaba mi cuerpo, una magnitud que no había sentido hacía mucho tiempo, y por última vez en uno de los conciertos con los chicos.
Esperé pacientemente detrás de las puertas, balanceándome sobre mis pies de lado a lado, no sabía si para entrar en calor, o para sacar un poco de esa emoción infantil que calentó mi corazón.
Cuando recibí el texto de Fred, me apresuré a salir del set y subirme en los asientos traseros del vehículo. Saludé a Fred con una sonrisa en el rostro, y le pedí que por favor me dejara en la esquina subsiguiente.
Él frunció el ceño y me preguntó porqué me iba a bajar tan cerca, a lo que yo respondí:
–Así mamá no va a castigarme por estar solo en la calle.
Se mantuvo en silencio por el resto del camino, hasta que se estacionó en el costado de la calle.
–¿Finn, quieres que te espere o que me vaya?– se dio vuelta y apoyó su mano derecha en el costado del asiento del copiloto.
–¡Como gustes, adiós!– me apresuré a abrir la puerta y bajar a la acera, acomodando mi bufanda y mi beanie amarillo.
Crucé la calle cuando las luces cambiaron a verde, y busqué atentamente el ventanal que decía "café" en sobrias letras blancas.
Cuando encontré la entrada, abrí la puerta tratando de no hacer mucho ruido, ya que la atmósfera era demasiado calmada como para perturbarla. Al entrar, un intenso aroma a café inundó mis fosas nasales, y al tibieza del lugar hizo que cada uno de mis músculos se relajara, como si estuvieran hechos de chicle.
Atento, miré a todos lados, esperando ver a aquella chica que tanto me carcomía la cabeza, pero no la encontré. En el lugar sólo habían un par de ancianos, un hombre en sus veintes y el tal Mic, en el mostrador.
Me acerqué al último, apoyando mis manos en la fría superficie de madera, a la vez que ordenaba mi café. Cuando terminé, Mic me regaló una sonrisa y se dio media vuelta, para apretar los botones en las máquinas cromadas a sus espaldas.
Totalmente aliviado de estar allí, me senté en la misma mesa que las veces anteriores, apreciando el aroma nuevo del local. Era una esencia de canela y manzana, aroma propio de las fechas navideñas. Estábamos a principios de diciembre, así que se comprendía perfectamente.
Oler la deliciosa esencia hizo que mi apetito saltara a la luz. Mi estómago rugía y convulsionaba, pidiendo a gritos comida. Más específicamente, una tarta de manzana y canela con glaseado encima.
Motivado por una clase de hambre que no había sentido en mucho tiempo, me levanté, caminé hasta el mesón y carraspeé un poco para llamar la atención del sonriente Mic, que ya estaba a punto de terminar mi café.
–No te preocupes amigo, ya casi acabo tu orden.– volteó un segundo hacia mi dirección, para después darme la espalda otra vez, concentrándose en mi café.
–Oh, no, no es eso...– él volteó otra vez, esperando que le dijera lo que sucedía.
–¿Venden tartas de manzana? Es que... me encantaría poder comer una.– bufé suavemente, desviando la mirada de sus ojos a mis manos, echas un lío por la ansiedad. Estaban rojas y maltratadas, al igual que mis uñas, cuyo borde no era blanco, sino negro. La suciedad del set se metía debajo de ellas, y honestamente, me daba algo de pánico limpiarlas. Sentir un objeto bajo ellas era horrible, pues pensaba que iba a clavarse allí.
–No tenemos de esas hasta la semana siguiente, pero tenemos rollos de canela recién hechos, si quieres.– alzó sus cejas en un gesto de, "vamos, yo sé que lo deseas."
–Sería fantástico.– le di una sonrisa ligera y asentí.
–Le diré a Mel que te lleve uno.– volteó y siguió con su trabajo. Le di las gracias y me fui a sentar.
Mel Gibson.
Ya sentado, y con las manos cubriendo mis ojos, mi orden llegó en manos distintas. Al principio, y debido a la poca visibilidad que tenía entre mis dedos, pensé que eran de Mic. Pero cuando saqué mis manos de mis ojos, y pude ver bien, supe que eran manos de mujer.
Manos muy lindas por cierto.
Esas manos dejaron mi café, con cuidado de no derramarlo, y además depositaron un humeante rollo de canela, dorado y con glaseado blanco derritiéndose en su superficie.
Cuando alcé la vista, pude observar con asombro, que el tal Mel de hecho era una Mel. Una Mel que era exactamente igual a la chica que había visto la otra vez, la que bebía café helado cuando nevaba.
–¡Oye, Mel!– alcé ligeramente la voz, tratando de llamar la atención de la chica que ya se estaba yendo. Ella volteó, algo extrañada, y se acercó a mi mesa.
No podía dejar que se fuera, no ahora. Tenía que verla una vez más, aunque fuera por unos segundos. Debía hacer algo, algo para retenerla un poco...
–¿Me traes otro rollo de canela?
...
Oof, no actualizo hace mucho, soy mala. ;c
Me dio hambre este capítulo smdjkd
Mucho amor,
Silk.
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ᴄᴏғғᴇᴇ ♡ ғɪɴɴ ᴡᴏʟғʜᴀʀᴅ
FanfictionTe vi por primera vez en aquella cafetería, en la cual me ignoraste por completo. 24/08/19