Finn.
Estaba exhausto.
Y satisfecho.
Con un rollo de canela (delicioso por cierto) había quedado más que satisfecho. Ahora me quedaba otro por comer, y honestamente, sentía que iba a vomitar si es que lo trataba.
Estaba inclinado sobre la mesa, algo molesto por la pesadez de mi estómago. La taza de café yacía vacía sobre la mesa, con un borde marrón en el medio, hecho del mismo líquido. El plato del rollo de canela también estaba vacío, y ni siquiera había podido comer todas las migajas, como siempre hacía con este tipo de postres. El rollo era colosal, y ya no me cabían ni migas en el estómago.
También bebiste café, así que no culpes al rollo de canela.
Cierto.
¿Qué iba a hacer con el otro rollo? ¿Regalárselo a alguien? ¿Llevárselo a Nick, a casa?
¿Tirarlo a la basura?
No.
Con algo de lentitud, me paré de mi silla, tomé el plato que sostenía al postre, y lo llevé al mostrador, donde casi siempre estaba Mic. Esta vez, como las otras, él se encontraba preparando café, por lo que no reparó en mi presencia hasta que volteó.
–Dime.– se limpió las manos con un paño rojo, que después dejó a un lado para apoyarse en el mostrador.
–Uhm, quería saber si tienen alguna caja para llevar, el rollo de canela.– aclaré, aún algo nervioso. Hablar con la gente me ponía los pelos de punta, pero únicamente si estaba solo.
–Claro.– se puso en cuclillas, por lo que desapareció detrás de la barra. Rebuscó un rato, botó algunas cosas metálicas al suelo, pero al cabo de unos segundos reapareció con una caja de cartón, del tamaño adecuado.
–Gracias. Oh, y tengo que pagar los rollos.– sonreí y asentí, esperando a que me indicara los precios. Él se tapó la boca, como sorprendido, y me dijo que se había olvidado por completo de cobrarme.
–¿Tranquilo, eh, cuánto es?– extendí mi mano para llegar a mi bolsillo, donde busqué algo de efectivo. Afortunadamente encontré, porque pagar con tarjeta no me agradaba para nada.
–Cuatro.– dijo y me indicó con los dedos, como si fuera un niño pequeño. Esto me hizo reír por lo bajo, divertido con su forma de ser. Era un chico agradable.
Pagué, agradecí, y me dispuse a salir, a mi pesar. Si hubiera sido por mi voluntad yo casi viviría en esa cafetería, pero claro, tenía un hogar con mamá, papá y Nick.
Eso sonó peor de lo que esperaba.
Abrí la puerta de entrada, y me di cuenta de que sonaba una campanilla cada vez que se abría o cerraba. Ese era un detalle nuevo, uno de los tantos que siempre pasaba por alto. Cuando salí al frío ambiente del exterior, comencé a buscar con la mirada a Ty.
Ty era un hombre sin hogar que vivía, por lo general, cerca de un callejón a un par de calles. Lo conocí simplemente paseando por aquí y por allá, ya que es imposible no toparse de vez en cuando. Al instante supe que era un buen hombre, sólo que había tenido una vida triste y cruel. Tenía los medios para salir de allí, porque era rico (cada cierto tiempo su hija lo visitaba y le llevaba comida y ropa, preguntándole cuándo iba a volver a Kerrisdale, una de las zonas residenciales más caras.)
Aún así, no lo hacía, y eso era triste. ¿Qué clase de problemas podía hacer que Ty dejara su riqueza, su familia, y decidiera vivir en la calle? Todavía no lo sabía, pero estaba seguro de que lo averiguaría algún día.
Caminé calle abajo, tratando de encontrarlo, y lo hice, sólo que estaba cerca de un semáforo, un lugar no muy habitual. Me acerqué a él, lo saludé y le ofrecí un rollo de canela caliente. Él feliz, lo aceptó, se despidió, y fue a sentarse contra la pared de un edificio, donde devoró el postre.
Bien.
Cuando ya había cumplido mi objetivo, caminé otra vez calle arriba, buscando a Fred. El auto estaba estacionado donde mismo, y pude adivinar que él estaba jugando Plantas Vs Zombies. Le encantaba ese juego, y a mí también.
Estaba a punto de cruzar la calle cuando choqué con alguien, en la esquina. El impacto fue tal que me caí de pompas al suelo, cosa nada agradable ya que NO TENGO TRASERO.
En resumen, me partí el hueso sacro.
Como pude, me enderecé y me paré, algo aturdido. La otra persona estaba sentada en la acera, tratando de recoger sus cosas. Pude ver que era una mujer, cuyo bolso se había desparramado por doquier.
Me apresuré a ayudarla, recolectando toda clase de productos y llaves, a medida que las depositaba en su bolso. Cuando por fin pude verla a la cara, me disculpé con ella, apenado.
–No te preocupes, está bien.– me habló con un acento extranjero, no sabía si español o italiano. Sus rasgos faciales eran peculiares; la piel bronceada, ojos miel, nariz respingada, pecas, los labios delgados y rosados. Esta mujer gritaba "playa" y en Vancouver las playas no era tan apetitosas como para pasar todo el día en ellas, así que concluí que era extranjera.
–Tú sabes donde hay... café?– abrió los ojos, interrogándome, y posó una de sus manos en mi hombro.
–Sí, ¿quiere que la lleve?– bajé un poco la cabeza, algo extrañado. Ella sonrió y asintió, por lo que le indiqué con mi mano que me siguiera. Así lo hizo, y llegamos al café en unos instantes.
Ella me agradeció, abrió la puerta, habló con Mic, pero se abalanzó sobre Mel al instante en el que la vio. La última le devolvió el abrazo, alegre de que estuviera allí, y hablando en otro idioma.
La puerta aún no terminaba de cerrarse cuando pude escucharla decir,
–¡Mellea, cuánto tiempo!
Mellea.
Mel.
Al instante salí de ese lugar, y corrí al auto, donde estaba Fred. Con prisa, subí y me acomodé en el asiento trasero, amando el calor del vehículo.
–¿Estás bien Finn? ¿Necesitas que deje de jugar?– Fred volteó, algo preocupado.
–No Fred, termina, sólo tengo que buscar algo.
Algo.
Alguien.
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h o l a :3
¿Cómo les va la vida, y sus corazoncitos?
Espero que bien, y si no, les mando abundante cariño 💖💗💘💓💕💞
Mucho amor,
Silk.
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ᴄᴏғғᴇᴇ ♡ ғɪɴɴ ᴡᴏʟғʜᴀʀᴅ
FanfictionTe vi por primera vez en aquella cafetería, en la cual me ignoraste por completo. 24/08/19