CAPITULO 18

14 4 0
                                    


Luna:

Los ruidos de las maquinas son terroríficos, y que decir de los números que marcaba el aparato, ese pitido constante me erizaba la piel poniendo mis pelos de punta, todo este escenario era enloquecedor y amenazaba con mi cordura, la dejaba en un limbo.

Papa se encontraba pálido, y verlo con tantos cables conectado a su cuerpo, agujas en su mano y una máscara de oxígeno por donde respiraba me destrozaba el corazón. Todo paso de forma tan inesperada, discutíamos por algo que ni siquiera recuerdo de que se trataba, de pronto se aflojo el nudo de su corbata y la dificultad con la cual comenzó a respirar, no sé cómo no pude darme cuenta de la clara señal de ¡alto! que ese gesto indicaba y parar a tiempo, pero continúe con mi arremetida, reprochándole cosas, levantando el tono... solo vi cuando se tomó el pecho con su mano abierta y cayó desplomado inconsciente.

Grite, grite y grite pidiendo ayuda con desespero, mi cuerpo experimento un sudor frío, tuve miedo, pánico todo junto en proporción. Tengo tanto miedo de obtener respuestas....miedo de saber que está pasando...pero sobre todo miedo de perderlo...

Luego de varios exámenes durante todo el día, no había quedado satisfecha con el discurso conformista del doctor. Sentía una tremenda angustia que me invadía como un virus esparciéndose por todo mi organismo, devastándome lentamente. Mientras caminaba por ese pasillo al encuentro de papa me planteaba la forma de confrontarlo pues intuía que algo malo me estaba ocultando, me negaba a vivir con estas dudas... estábamos hablando de un tema muy delicado como lo es la salud, quería la verdad por mí, pero sobre todo por él.

Su palidez seguía igual aunque lo positivo esta vez era que llevaba una cánula nasal de oxígeno, supongo que eso significaba una leve mejoría.

Estiro su mano débil invitándome a acercarme lo cual no lo dude y accedí de inmediato, llegue a él y pude sentir cuan helado se encontraba, me acaricio el rostro para secarme las lágrimas que involuntariamente salían. -¿Cómo te sientes, papi?

-Hija no llores, sabes que no me gusta verte en ese estado.

No podía ni mirarlo a los ojos, todo había sido mi culpa. –Porque no me dijiste que te sentías mal...- su semblante cambio y se vio incomodo, -¿es que algo pasa?...... ¿papito estas.... enfermo?

-Abigail estoy con sobrecarga de trabajo, me eh dedicado tiempo completo y no fui consiente de descansar lo necesario. Soy una persona mayor son achaques de viejo...-dijo firmemente convencido- Aun hay mucho más papa para seguir controlándote y molestando.- lo mire directamente a los ojos buscando una pisca de mentira. Y la encontré disfrazada de una falsa tranquilidad.

-Olvidas que te conozco tanto como tú a mí – sabía que tenía el rostro desencajado por la fuerzas que imprimía tratando de no desmoronarme aquí mismo delante suyo...- ¿Por qué me mientes?..¿Pasa algo, porque no puedes decirme la verdad?-sentía rabia de que no confiara en mí, y entonces volví a contratar- sabes no soy una niña, crecí y madure lo suficiente como para saber lidiar con los problemas, pero no puedo ayudarte si no me dices a que nos enfrentamos.... Deja de protegerme papa, dímelo necesito saberlo.

-No hay nada que confesar...por favor hija entiende...-en ese momento mi objetivo era acorralarlo pero desgraciadamente la puerta de la habitación se abrió y nos vimos interrumpidos por los padres de Max junto a este. Todos con expresión de preocupación en sus rostros.

-Luna no creo que sea oportuno que tu padre se exalte de esa manera, esta exhausto lo mejor es que descanse...y tú también hija tu aspecto denota cansancio. Max podrías llevarla y encargarte.

Luego de echarle una mirada a papa, decidí irme aun en contra de mi voluntad. Enojada abandone la habitación y dispuse dejar el tema no quería atentar contra el mejoramiento de papa.

LUNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora