Capítulo 17: El accidente

3 0 0
                                    

Narra Güichito:
Tenía cuatro años de edad cuando todo inició. Desde ese entonces, yo siempre tuve una gran pasión por el canto. Fui parte del coro de mi colegio por mucho tiempo, mi instructor siempre me decía que era el mejor de la clase, que tenía mucho talento; y la mejor parte de mis días en el coro, era contarle de mi rutina a mi primo, quien en ese entonces vivía en Culiacán, Sinaloa. 

Un día, llego del coro y escucho a mi mamá hablar con mi tía Ivonne, madre de mis primos, Linet y Neftalí; pero noté que esta llamada era distinta, mi madre le decía a mi tía “Ya cálmate, Ivonne. Él es un patán” y “Es un idiota por haber abandonado así a sus hijos” (Únicas dos frases que recuerdo de ese día), y dos días después, veo a mi tía Ivonne con Linet y Neftalí entrar por la puerta de mi casa. Desde ese día, la familia de Neftalí no ha vuelto a pisar Culiacán.

Ahora, podía contarle en persona a mi primo lo que le contaba por teléfono. Él, cuando comenzó a vivir en Guatemala, lo notaba apagado. Yo no entendía lo que estaba pasando, él solo decía que quería volver a ver a su papá, y yo solo le decía que mi tío volvería pronto. (Ya entendieron lo que pasó… ese pronto no sucederá). Pero siempre estuve apoyando a mis primos en todo momento, nunca los dejaría solos.
Como Neftalí solo triste la pasaba, mi madre y mi tía Ivonne tuvieron la idea de meternos a clases de guitarra. A Neftalí le emocionó la idea, pero yo les pregunté si habrían clases de batería, y mi tía Ivonne dijo que en la academia en la que nos inscribirían, podría yo tomar clases de batería. Y desde ese entonces, tocamos guitarra y batería. (Además de que seguí en el coro).
Cuatro años después y un día de desasosiego, el profesor no llega a dirigir el coro. El director del colegio, nos dice que el profesor había renunciado, mas nadie sabía la razón. Llegó otro profesor a dar la clase, y lo primero que hizo, fue poner a prueba nuestras voces. Me pidió cantar un solo, pero no pude terminar de enseñarle mi voz, pues desde que llegué a la mitad del solo, el nuevo profesor ya estaba bufando pestes sobre mi voz. Dos días después, el director del colegio me manda a llamar, y me da la triste noticia de que ya no formaría parte del coro. Sentí que todo se desvanecía, el coro era mi vida.
Llegué a casa a contarle todo a Neftalí, y él se enojó tanto por eso, que se le ocurrió una alocada idea…

Narra Neftalí:
Fue a mis diez años de edad, cuando se me ocurrió la idea de fundar una banda. Llevaba cuatro años viviendo con mi tía Abby, y mi único primo, Güichito. A mi primo lo sacaron de lo que más amaba hacer, que era cantar en el coro de su colegio. Me enfurecí tanto con su nuevo instructor, ¡Güicho, más que nadie, merece estar en el coro!, así que en honor a él, tuve la idea de formar una banda.

-¿Una banda?- Preguntó Güichito, quien tenía ocho años en ese entonces.

-Exacto.- Respondo emocionado.- Tú estarías cantando y yo toco la guitarra.

-No, no vuelvo a cantar en mi vida.

-¿Por qué no, primo? Cantas bien…

-No es cierto, yo no canto. Olvida tu banda.- Dijo mi pequeño primo enfadado. Yo, de todos modos, quise formar una banda, en honor a él, pues siempre supe que él cantaba muy bien, y que merecía mi admiración. Le conté de todo esto a Chuy, un amigo mío de ese entonces, que tocaba la batería. Él aceptó formar parte de mi banda, pero necesitábamos un bajista, un teclista y un vocalista… Era momento de ponernos a buscar.

Narra Roy:
Casa nueva, colegio nuevo, vida nueva… Todo eso resumía lo que fue mi vida a los diez años. Nos mudamos a un condominio privado, lejos de donde vivía antes con mis padres, y por lo mismo, también me cambió a un colegio más cercano.
Era bastante tímido, recuerdo que el primer día me senté en un pasillo del colegio, solo, mirando cómo la timidez ignoraba a los demás niños, excepto a mí. Un chico de mi salón, con cabello negro, se quiso sentar conmigo. Comenzamos a platicar de todo un poco, tiene un nombre bastante peculiar, pero “Neftalí” fue el nombre favorito de su madre. Entre toda la plática, él mencionó que ama tocar la guitarra, y yo le respondí que amo tocar el bajo. A Neftalí se le iluminaron los ojos cuando dije que amaba tocar el bajo, y me ofreció ser parte de su banda, a mí me pareció una buena idea; desde ahí Neftalí y yo somos los mejores amigos.

Música para mis oídosWhere stories live. Discover now