💌 Carta 60 💌

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¡Querido Diario!

Desaparecer por completo y no saber absolutamente nada del universo. Que nadie sepa dónde estás, o que estás haciendo, que nadie se interponga en tu camino. Siempre quise eso, un día por completo para mí en mi soledad absoluta; por ello lo anoté hace un tiempo en mi lista. Era el punto número siete, el cual consistía en desaparecer por todo un día. Aunque debo decir que hasta esta mañana, no tenía idea de que haríamos ese punto de la lista.
Recién iba despertando cuando vi a un lindo chico colarse por la ventana de mi habitación luciendo algo húmedo por la ligera brisa de lluvia que aconteció en la mañana.

— ¿Qué haces aquí? — indagué extrañada — ¿No conoces las puertas? Porque te las puedo presentar

— Ponte zapatos y un chaqueta. Nos vamos

Reí ante sus descabelladas palabras, pero mi risa no tardó en cesar al no ver ninguna pizca de broma en su rostro.

— ¿Estás hablando en serio? — inquiero con seriedad

Aún ni siquiera había salido de la cama, podía sentir las lagañas sobre mis pestañas, y él me estaba diciendo que nos iríamos de inmediato y que solo me pusiera zapatos, ¿qué clase de plan es ese?

No te cambies, solo calzate los zapatos

— Luca — me levanté de la cama plantarme para plantarme frente a él — No voy a ponerme zapatos porque no vamos a ir por ningún lado. Son las siete de la mañana, ¿qué haces aquí?

— Vengo a secuestrarte

Aquellas fueron sus últimas palabras antes de lograr ponerme los zapatos. Insistió en atar las agujetas así que lo dejé hacerlo, y debo decir que me pareció un gesto muy tierno. Tomé una chaqueta y con ayuda de Luca, ambos salimos por la ventana, pues él insistió en qué no podíamos salir por la puerta de entrada.

— ¿A dónde vamos? — indagué ya en el exterior. No tenía idea de a dónde nos dirigíamos

— Tines que vivir la experiencia completa

Fue lo único que dijo antes de comenzar a caminar hacia la parada del bus, que nos llevó hasta la central de autobuses, y al cabo de un largo camino de caminatas y autobuses, llegamos a un lago rodeado de árboles y césped, digno de una hermosa fotografía. Durante el trayecto, mis padres llamaron a mi celular pero Luca me pidió que no contestara, y cuando la llamada se envió a buzón llamaron al celular de Luca, quién contestó a la primera llamada para explicarles que yo estaba con él, y que todo estaba bien y que regresaríamos en un par de horas.

— Hemos llegado — Luca anunció por fin, después de un rato de estar caminando

Y es entonces que reparo en la mochila que llevaba colgada al hombro, de la cual sacó gran equipaje para acampar.

— Mi lady, le construiré un castillo antes de que se oculte el sol

— Me parece perfecto, humilde plebeyo

— ¡Hey! Tengo porte de príncipe

Reí ante su comentario. Me acerqué a la mochila y busqué en ella hasta encontrar la videocámara para comenzar a grabar a mi novio, y sus intentos fallidos de armar la casita de campaña.
Después de un largo rato, la casita quedó terminada y pudimos entrar poco antes de anochecer, Luca me pidió disculpas por tardar en construirla ya que debíamos comenzar a quitar todo de nuevo para regresar a casa.

— ¡No! Luca, no me quiero ir

— Tenemos que hacerlo. Estás enferma, no puedo tener aquí durante la noche, si algo pasa necesito medicinas, doctores y todo un equipo para atenderte

— No pasará nada

— Eso no lo sabes

— Tú tampoco

— Haysel...

— Luca...

— No me perdonaría si te dejo pasar la noche aquí y algo sucede

— No va a suceder nada

Entonces escuchamos el agua caer. Comenzó a llover, y en definitiva me parecía el pretexto perfecto para no tener que regresar a casa.

— No podemos irnos así

— Haysel...

— ¡Está lloviendo!

— Prefiero mojarnos un poco de regreso a casa, a qué esto te afecte durante la madrugada

— ¡Luca!

— Haysel... — suspiró antes de ceder finalmente a mis súplicas








Con amor, Haysel...





11:55pm.

Con amor, HayselDonde viven las historias. Descúbrelo ahora