💌 Capítulo 52 💌

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Luca

Hoy prometía ser un gran día, y debía serlo pues he planeado esto con bastante anticipación para que todo salga conforme lo planeado. Nada podía salir mal, todo estaba fríamente calculado.

Cuando el semáforo cambió de color rojo a verde, puse la camioneta nuevamente en movimiento y conduje por las soleadas calles de agosto hacia la casa de Haysel, y una vez allí, estacioné la camioneta de mamá frente a su casa.

Este pequeño detalle era tan sólo una pequeña muestra de cuán agradecido estoy con ella por ayudarme como lo ha hecho hasta ahora, aún sin darse cuenta.

Me planté frente a la puerta de madera, toqué la superficie plana con mis nudillos y por consiguiente esperé unos segundos hasta que un chica de 1.68 de tez blanca y ojos marrones apareció por la puerta luciendo unas marcadas ojeras por la quimio.

»Dios, ella es tan hermosa«.

Hailee me miró por unos segundos con esos ojos que destilaban cansancio, y al cabo de unos segundos esbozo una hermosa sonrisa en sus labios.

— Hola — dijo en un murmuro

— Hola — sonreí de vuelta — ¿Lista? — alzó una ceja y sin borrar su sonrisa preguntó lo que haríamos hoy — No puedo decirte. Lo sabrás cuando lleguemos allá

Si bien, quizá mi plan de pasar el día no era la idea más original, pero yo haría de este día un recuerdo que viviría en ambos hasta el final de nuestros días.

Haysel esbozó una ancha sonrisa genuina ante mis palabras.
Su piel con el paso del tiempo iba perdiendo pigmento, pero su sonrisa y sus ojos seguían con el mismo brillo de cuando la conocí. Incluso luce tan radiante como en ese día de clases.

— Voy por mi suéter y nos vamos

La perdí de vista tan sólo por unos segundos antes de verla salir con un suéter rosa palo. Se veía ligero y era de una tela fina que le hacia resaltar sus rosadas mejillas.
Le abrí la puerta de la camioneta para que subiese y así emprender camino hacia nuestro destino.







Comencé a conducir por las calles soleadas, hoy si que había salido el sol a todo lo que da, y a mi me daba la impresión de que sería un buen día.

- ¿ha donde vamos? - me preguntó mi princesa al ver que pasábamos por la carretera

De uno de los bolsillos de mi sudadera saqué una hoja doblada y se la entregue, ella la abrió y le dije:

- lee la número 3

- 3: hacer algo...extremo... - me miró y yo igual lo hice, pero por menos tiempo - ¿Lucas, haremos el punto 3 de mi lista de cosas? - preguntó asombrada

- por supuesto, mi vida... Quiero ver cuanto aguantas - finalmente me estacione en el estacionamiento del lugar

Baje antes que ella para rodear la camioneta y abrirle la puerta.

- hemos llegado a nuestro destino mi lady - me reverencie ante ella, la escuche reír y mi día se alegró por completo

- basta Jaime - me respondió

- no se si reír o llorar por eso - dije sincero

¿Acaba de decirme chofer?

Que más daba, la había hecho reír y eso era lo que importaba.

- ¿una feria? - preguntó al ver el lugar extremo

- no es cualquier feria, es  una feria para nosotros dos por todo un día - bese su mejilla

- ¿no me digas que estamos aquí ilegalmente e iremos a la cárcel como los típicos clichés?



- para nada - negué - los días que no fui a tu casa fue porque estaba haciendo que me rentarán el lugar

- cuanto debió costarte...

- no importa - me encogí de hombros - tu lo vales

La tome de la mano y nos adentramos a la feria. Tal vez traerla aquí no había sido mi idea más original, pero el sólo hecho de compartirla con ella lo hacia especial.

- ¿ha cuál te quieres subir primero? - le pregunté tratando de disimular mi emoción

No se que era lo que ella me hacía, pero cada vez que hacía algo con ella me ponía entre nervioso y emocionado.

- creó que a los carritos chocones - dijo apuntándolos con su mano

- entonces vamos

Caminamos hasta la atracción donde un chico como de nuestra edad nos esperaba para atendernos. Cuando subimos la mire a los ojos antes de que el juego comenzará viendo en ellos felicidad pura. Ella estaba feliz, pero sabia que por dentro tenia miedo de que este momento llegara a su fin.

La partida comenzó y desde el primer momento ella se abalanzó contra mi al ser el único jugador además de ella. Nuestros mini coches comenzaron a chocar entre si intentando aventar al otro lo más lejos haciendo que ambos soltáramos carcajadas al no lograr nuestro cometido.

Cuando bajamos del juego ella me dejo elegir y decidí que iríamos a uno de puntería. En el puesto había una chica del otro lado de la mesa que separaba al jugador y al encargado. La chica nos dio las instrucciones del juego y después ambos comenzamos a tirar pequeños dardos intentando darle a los globos con pintura.

Haysel fue la primera en reventar un globo amarillo con pintura roja, la encargada tomó de entre la pintura un papelito del que leyó el regaló que le tocaba, finalmente le dieron un oso panda de tamaño medio. Seguimos tirando hasta que por fin fue mi turno de reventar un globo azul con pintura morada. La chica dijo que podía elegir cualquiera de los peluches más grandes y sin titubear elegí a un unicornio gigantesco para dárselo a ella.



- esta hermoso - chilló con emoción, se acercó a mi para darme un beso que por supuesto correspondí

- yo también estoy hermoso, y también me puedes abrazar cuando quieras

Ella hizo una mueca haciéndola ver como una niña pequeña - no, creó que me quedó con el unicornio

- ¡hey! - me quejé

Con amor, HayselDonde viven las historias. Descúbrelo ahora