T r e s

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A Jeon JungKook le irritaba tantas cosas, como el tráfico pesado y que su bebida, que se suponía debía ser caliente, se enfriara. Pero algo que superaba todos sus niveles de irritación era transpirar por culpa del calor y su tediosa forma de hacerle descubrir que podía provocar sudor en zonas que no conocía. Asqueroso.
    Además de su odio por las altas temperaturas, también le molestaba tener un amigo jodidamente parlachín como lo era SeokJin, que, ahora mismo, se hallaba taladrado el oído derecho de JungKook.
     —¿Sabías que Tom y Jerry, sí, los protagonistas del dibujo animado, se suicidaron en las vías de ferrocarril después de un romance fallido? —el menor rodó los ojos, disfrutando de que no era visto. Dirigió su vista al semáforo y cruzó.
     —¿Qué tiene de relevante eso? —cuestionó—. Te doy un consejo no pedido, deja de seguir páginas en Instagram de datos y vuelve a trabajar.
    —Esas páginas son lo mejores —aseguró receloso—. Y al trabajo no puedo volver, sigo con gripe.
    —¿Gripe que también se nombra Min Yoongi? —se burló JungKook. Luego de eso, suspiró agradecido; había llegado a su casa por fin.
    Jin se quejó, y, aunque despegó el celular para no ser escuchado, fue en vano. Recibió una pequeña risa de la otra línea, junto a un sonido metálico: llaves.
    —No lo negaré, mas tampoco lo afirmaré —se defendió—. ¿Ya llegaste? ¡Quiero ver cómo quedó tu cabello!
     JungKook abandonó su teléfono móvil en la mesita de entrada, yendo a la cocina luego para dejar las bolsas con mercadería y, de paso, tomar un vaso de agua. Se sentía pegajoso y agotado, pésimo estado para un sábado. Es más, ni siquiera eran la una de la tarde.
     Después de dar vueltas por la casa, una más innecesaria que otra, regresó al lugar donde había dejado su celular y lo agarró, poniéndolo en altavoz. El espacio no tardó en llenarse de la voz de Jin, causándole querer colgar... Pero no lo hizo.
    —¿Te atreviste a dejarme hablando solo? —preguntó, ingenuo—. ¡Voy a matarte cuando te vea!
    —No puedes, tienes gripe —repuso con un tono cargado de burla.
    —Eres imposible y amargado —protestó—. Ya, muéstrame de una buena vez.
    El recientemente castaño se frenó frente un gran espejo colocado en el pasillo del piso de arriba, mirándose detalladamente su pelo tintado. Sus amigos habían insistido tanto en ello, garantizando que sería un cambio bueno y que lo haría ver aún mejor de lo que ya estaba. Idioteces.
     Bufó mientras se revolvía el cabello con una mano, despeinado el peinado que la peluquera había hecho después de todo el proceso. Los mechones cayeron por su frente, en olas que se veían suaves y brillantes.
    —Te mandaré una foto en un rato —respondió—. Me voy a preparar algo de almorzar que siento que mis órganos se comen entre sí.
    Sin más, cortó la llamada antes de recibir más quejas infantiles y agudas por la indignación.
     —Castaño —murmuró y agitó la cabeza de un lado a otro. Decidió que lo mejor sería darse una ducha antes.

                                 💧

    JungKook se dejó caer en el sillón de la sala, boca para arriba y mirando los cuadros decorando diferentes sitios de la habitación. Cuadros que mostraban momentos de los últimos años, recuerdos que llevaba plenamente dentro además de reflejados en aquellas imágenes. Sobre una pequeña biblioteca se hallaban las memorias de un espontáneo viaje a Inglaterra con Jin, las veces que se extraviaron en esa salida por su pésimo inglés eran incontables. En otro extremo, descansando sobre la mesa que sostenía la televisión, estaba una foto de él junto a un perrito que había adoptado y que, lamentablemente, tuvo que dárselo a alguien más por su escaso tiempo libre.
    Sonreí tenue, paseando sus ojos por todos lados, dejándose llenar la mente con esos instantes que le permitieron llenarse de alegría, aunque sea, un efímero tiempo.
    La vida de JungKook se había convertido en algo prácticamente estable y donde, por mayoría, abundaba la felicidad. Sí, él podía decir que consiguió lo que se propuso el día que abandonó el hogar. O, bueno, casi todo. Porque había un fragmento que siempre temblaba, y, por más que supiera qué -quién-, prefirió hacerse el tonto. Mas el pensamiento que eso debía frenarse y borrarse por completo lo comenzaba a inundar, sin embargo, ¿era tan sencillo cómo pensarlo? No, la respuesta era un redundante no.
     Kim TaeHyung, sí, ese nombre otra vez, no era fácil de borrar. Mas ya era hora, porque era lo único que le quedaba para poder cerrar esa etapa finalmente.
    El tiempo corre, el dolor que parece infinito es, irónicamente, pasajero. Lo que entristece y crea miles de incógnitas sin aparentes respuestas, se vuelve insignificante. Las lágrimas dejan de caer, el alma y corazón de gritar, la esperanza y paz siempre regresan.

                             
            ━━━━━━━━ 💧 ━━━━━━━━

N.A:
       Ah, realmente no sé dónde va está historia y creo que no me agrada lo que voy teniendo. Sin embargo, lo seguiré para conseguir un final (sea como sea ese).
    Bueno, fuera de mis dramas por no saber escribir, ¿a ustedes les va gustando? ¿Piensan algo al respecto?
     No se olviden de votar y, claro, responder mis preguntas. Nos leemos. ^^
  Pd: lo siento por el capítulo corto, pero creo que el siguiente será interesante. ¬¬

                                                -Macnas.

Amor de mis existencias•» KookTae/KookV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora