Especial Tae Day.

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El frío lo envolvía, intentando atravesar las gruesas capas de ropa. Arrugó la nariz al sentirla helada, y entró rápidamente a su edificio. Adentro la calefacción hacía muy bien su trabajo, provocándole soltar un suspiro de alivio. Saludó al personal presente, dirigiéndose al viejo ascensor.
    Los números fueron pasando lento, como si tuvieran miedo de que el arruinado elevador cediera a romperse por completo. Forcejeando con la puerta corrediza, logró salir para, por fin, encontrarse frente su departamento. Metió las llaves e ingreso, dejando sus cosas en una pequeña mesa en la entrada, junto a su abrigo. Caminando, fue prendiendo las luces necesarias para no quedarse en penumbras. No era tan tarde en realidad, pero el anochecer caía temprano. Preparó té para calentarse, agradeciendo la temperatura que tomó la taza e hizo un contraste agradable junto a sus manos.
    El celular sonó en algún lugar de su pequeño hogar, robando su atención del paisaje hermosamente gélido de afuera, visto desde una ventana cerca de la biblioteca. Paseó sus ojos almendras por la sala rápidamente, dando con el aparato tirado al borde del sillón. En la pantalla, aún a la distancia que se hallaba, pudo visualizar el nombre de su amigo. Suspiró, porque sabía a qué venía aquella llamada que aún estaba sonando, y no tenía ganas de contestar. Solo quería acabar su bebida, darse un buen baño, ponerse ropa cómoda y acostarse tapado hasta la cabeza. Pero, evidentemente, Jimin tenía otros planes en mente. Unos más movidos y que requerían de él en pie, lo cual, de solo pensarlo, lo hacía gruñir.
    Dándose su tiempo, se obligó a ir por el celular y atenderlo. Una voz chillona por la emoción hizo doler su oído, robándole una mueca de disgusto. Bebió su té a sorbos cortos mientras escuchaba las ocurrencias de la otra persona. Se planteó hasta dejarlo hablando solo, pero luego eso le costaría más.
    —Ya dije que no iba a hacer nada hoy —repuso después de un sonoro suspiro. Oyó las quejas, sin embargo, las ignoro olímpicamente—. Afuera caen pingüinos del frío que hace, y eso es un motivo más para quedarme en la comodidad de mi calentita cama.
      Las quejas siguieron por largos minutos, los suficientes para que fuera a su habitación, dejase el celular sobre la mesita de luz y se pusiese el pijama, lo cual consistía en ropa vieja y dos talles más grandes. Olvidó la ducha, lo haría en otro momento que tuviera más entusiasmo.
     —Shhh, silencio —lo calló, cuestionando si era buena idea o no. Una u otra, sonaba mejor que la alternativa contraria—. Última opción, tómala o déjala. Traes golosinas a montón y hacemos maratón de una serie que encontremos. Oferta final.
     La línea telefónico se mantuvo en nada por unos segundos, hasta que obtuvo una afirmativa.
    —Bien, tú ganas, aburrido del siglo —dijo con disconformidad—. Estoy ahí en media hora, Tae.
     Recibiendo su victoria, TaeHyung cortó la llamada. Se hundió el las frazadas, respirando hondo y cerrando los párpados. Treinta minutos para dormir no sonaban nada mal, si no llegaba a despertar, Jimin sabía dónde escondía la llave de emergencia.
     Pero se mantuvo despierto en esa posición, en un estado agradable.
     Ese día cumplía veinte años, y días después dos años desde que se fue del Hogar, aunque intentaba no pensar demasiado en eso. Había recibiendo felicitaciones de Sook junto una indicación de que buscara su regalo en el correo. Donde estudiaba también lo habían saludando algunos amigos repartidos por ahí, a los cuales agradeció amablemente. Casi celebra cuando sus horas de estudio acabaron, deseoso de llegar a casa y poder estar tranquilo, haciendo nada.
    Pasó las horas, dentro de todo, bien. Aunque, de vez en cuando, de forma escurridiza aquel día volvía a él. Su mente se veía invadida de la ocasión que JungKook lo despertó con velas prendidas y una sonrisa brillante. Que lo abrazó tan fuerte que le unió pedazos zafados. Pero, haciéndose el tonto, trataba de llevar sus pensamientos en otra dirección.
    El timbre sonó, sacándolo de su trance. Gritando que entrase solo porque no pensaba levantarse, se volvió aún más bollito en la extensa superficie. El umbral de la puerta se vio obstruido por un pequeño cuerpo de pelo rubio con bolsas repletas colgadas de sus manos. TaeHyung, sabiendo que estaba ahí, ni siquiera se movió.
     —¿Y qué veremos? —preguntó animado el infiltrado.

                                   💧

    TaeHyung, ya con la cuenta perdida de cuántos iba, abrió otro chocolate. Tanta azúcar le traería problemas el día después, o quizá horas más tarde, pero se vio tan consumido en la película que comenzaron a ver hace una hora que no podía evitarlo. Él, aún no siendo seguidor de los tramas amorosos, se enganchó completamente al drama. Y ahora estaba viendo casi el final, uno terrible.
     —¿Terminará así realmente? Qué asco —hizo una mueca al compás de su comentario, tirando el envoltorio de la golosina sobre su cama.
     —No me pareció mala... Es decir, la historia estuvo buena y el final fue interesante. No todos los finales acaban bien... Oh, ya entendí.
     Jimin frunció los labios, sintiéndose un poco tonto. Miró a su amigo, escaneando sus expresiones.
    —Te recordó a él.
    —¿Qué? No —negó rotundamente—. Jimin, no todo lo asocio a él.
    —No, pero esto sí —se enderezó, quedando frente de Tae—. Puedes ser sincero conmigo, lo sabes. Ya casi no hablas sobre JungKook, pero soy consciente de que lo piensas seguido.
     Enrolló sus dedos largos, una y otra vez. Respiró hondo y se enfrentó a Jimin.
     —No lo pienso tanto como crees —o tal vez sí—. Pero es cierto que sigue estando. De todas formas, me agrada. Nunca seré capaz de dejarlo ir por completo.
    Su amigo suspiró mientras hundía los hombros. Él sabía que no lo sería, que seguiría recordando si eso le permitía conservar su imagen. Pero TaeHyung aún no había aprendido a separar, a lograr recordar solo lo bueno y lo que le hizo bien, y no todo el paquete entero que traía dolor incluido.
     Por otro lado, TaeHyung seguía ido. Meses antes se dio cuenta de que, a veces, lo pensaba sin darse cuenta. Era tan normal que se metiera en su mente de forma imprevista que ya no se enteraba cuando sucedía. Podía aparecer mientras desayunaba, al lavar los platos, al estudiar o al ir a dormir.
     Entonces su ojos suplicaron al rubio que cambiaran de tema, y él comprendió.
     —Nam se olvidó de nuestro aniversario —rodó los ojos—. Sinceramente, no me sorprendió. Lo bueno es que lo arregló con sexo.
     TaeHyung rió, una risa suave, baja, pero sincera.
    JiMin se preguntó cómo se sentiría ser el causante de romper tu propio corazón. Porque TaeHyung no solo arruinó un corazón ajeno, también le provocó lo mismo al suyo.

N/A:
     No puedo creer que sea el cumple de Tae, soy emociones.
     Bueno, hice esto porque no tenía ni idea de qué hacer, espero que haya sido de su agrado.
   
     PD: Obviamente, esto es como un extra, no afecta el hilo de la historia.
    

Amor de mis existencias•» KookTae/KookV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora