Estacionó el auto de Jin frente de la dirección que le había pasado TaeHyung. Apagó el motor y le envió un mensaje para avisarle que ya estaba afuera, recibiendo la respuesta de que bajaba segundos después.
Cuando le contó a SeokJin lo planeado, se había sorprendido y no dudo en prestarle su auto. Pidió que tuviese cuidado y que tomara las cosas con calma, pero, sobre todo, que si tenía que dejar fluir lo que años guardó, lo hiciera. Después de todo, ese era el momento.
Viajó los ojos por el lugar, eran unos departamentos fuera de la ciudad. El edificio parecía algo viejo, las paredes tenían el color un poco desteñido y con grietas. Había un pequeño cartel con el nombre, aunque tenía los bombillos quemados. Parecía un sitio tranquilo. Cuando venía vio el lago que nombró el pelivioleta, aún llevaba bastante agua.
La ventanilla del acompañante fue golpeteada por dos largos dedos, llamando su atención. Sonrió mientras le quitaba el seguro automático a las puertas. Instantes después ingresó TaeHyung, vestía un saco marrón claro y largo junto a unos pantalones de vestir oscuros, y una camisa azul claro abajo del abrigo. JungKook le echó una mirada rápida y disimulada antes de saludarlo.
—Hola —giró un poco su cuerpo para verlo bien—, ¿todo listo?
—Sí, claro —la voz de TaeHyung sonaba suave y baja, tímida—. Vamos.
El castaño asintió, encendiendo el auto. Giró en una entrada cercana mientras encendía la radio.
—¿Qué clase de música te gusta?
—Cualquiera estará bien.
Decir que el ambiente se hallaba tenso era usar eufemismos. Ninguno sabía qué decir, o si debía abrir la boca. Así que optaron por el silencio hasta que llegaran, por más que sus cabezas el ruido fuera soberano.
TaeHyung, al notar a la persona a su lado distraído por estar manejando, se permitió ojear cómo venía vestido: pantalón negro ajustado y un camisa del mismo color metida por dentro. Desvió la mirada rápido cuando creyó que ya se había demorado lo suficiente. Pensó que JungKook no llevaba algún tipo de abrigo puesto y que afuera comenzaba a refrescar. Se preocupó, mas no dijo nada al respecto, solo se ocupó de ver por la ventana hasta llegar a su destino desconocido en realidad.💧
La cena había transcurrido tranquila y sin percances incómodos. Pudieron hablar con normalidad, conversando de temas triviales. Ahora, con los platos casi vacíos, JungKook le preguntó por sus primeros días trabajando en la editorial.
—Bastante bien, son agradables —respondió el mayor—, aunque siempre hay un chico con pelo rosa que se me queda mirando, me quema la nuca cuando piensa que estoy distraído.
El castaño sintió las mejillas tomar calor y color, lo cual intentó ocultar bebiendo. Tragó con dificultad y esperó unos segundos para contestar.
—Ah... Debe ser SeokJin, es un amigo.
TaeHyung sonrió un poco mientras se apoyaba en el respaldar de la silla.
—Lo suponía. Fuera del hecho que parece querer darme la cabeza contra la pared, se ve que es buen sujeto.
JungKook rió, una risa verdadera y sin atadura. Llamó la atención de algunas personas a su alrededor, pero ni cuenta se dio.
—Lo es —afirmó—. Y no quiere hacer eso, Jin solo está... cuidándome.
A Jin lo había conocido meses después de venirse Seúl, vivía al lado del departamento que pudo conseguir a precio bajo. Le había dado la bienvenida, siempre se mostró amable, y a JungKook eso lo ayudó demasiado. Las primeras noches en la ciudad fueron horribles, se sintió tan solo y perdido. Pero los días eran mejores porque Jin estaba ahí para hacerle compañía. Poco a poco, las cosas se fueron dando solas y la firme amistad se formó. JungKook le contó por encima su historia, para ponerlo en contexto sobre todo. Le dijo que se mudó para poder tener algo mejor, y de lo muy asustado que se hallaba por no poder conseguirlo. Sin embargo, Jin siempre se mantuvo ahí para recordarle que sí lo lograría, que era capaz y que nada que en el pasado le hubieran dicho importaba. Y él le creyó, gracias a eso y otras cosas estaba donde estaba actualmente.
—Kookie —aquel apodo se deslizó por su lengua tan dulce que al mencionado le tembló el corazón—, ¿te parece hablar ya?
TaeHyung ya no quería seguirlo atrasando, se había resignado a que no podría librarse de ello más. Así que prefería hacerlo rápido, acabar de una vez y que terminara como debía terminar.
—Claro, ¿aquí o en otro lado?
—En otro lado, por favor. ¿Podemos ir a caminar?
—Bien, pago y vamos.
—Te espero afuera —avisó, dejando dinero de su comida en la mesa.
JungKook suspiró, tomando el dinero.
Afuera el frío había aumentado, el pelivioleta se abrazó a sí mismo mientras dirigía la vista a la gente caminando en la acera del frente. El corazón le golpeaba en el pecho, casi agobiante. No tenía miedo, pero sí sentía ansias y nervios. Realmente no tenía ni idea de qué debía decir, o cómo decirlo. Jamás lo quiso pensar demasiado y, en cierto modo, no creyó que se vería en la situación de deber hacerlo. Sin embargo, ahí estaba, aguardando que JungKook saliera del restaurante después de cenar juntos, para darle respuestas. Ahí estaba, esperando por JungKook, viéndolo después de tanto tiempo. A JungKook, al chico que le movió el interior, riéndose de sus antiguas barreras y pasándolas sin más. Quien dejó una huella en él eternamente. A quien le hizo daño como jamás pensó que le haría a alguien, a quien le debía mucho.
Dio un respingo cuando tocaron su hombro y algo fue metido en el bolsillo de su abrigo. Se giró con el ceño fruncido y, sin preguntar, su duda fue respondida.
—Pagué yo.
Rodó los ojos al par que se cruzaba de brazos.
—No debiste de hacerlo.
—Bueno, lo hice —sonrió, encogiéndose de hombros—. Vamos.
JungKook comenzó a caminar con la imagen cargada de ternura que Tae le había regalado, seguido por él momentos después. No fue hasta que recorrieron varios metros que el castaño se animó a hablar.
—Y bien... Mierda, no sé qué decir.
—¿En serio solo te viniste con una camisa? ¿Quieres morir de hipotermia?
Los nervios lo hacían decir cosas fuera del tema. El menor rió y negó.
—Tae...
—Bien, bien. Lo siento —hundió las manos en sus bolsillos—. Pregunta lo quieras.
—¿Por qué? ¿Por qué así y no de otra manera? ¿Por qué no confesarlo y verle otra forma?
No, no le estaba reclamando. Genuinamente quería saberlo, porque nunca lo entendió en realidad. Y eso que fueron horas tras horas de darle vueltas a la misma incógnita.
Sin embargo, TaeHyung se quedó en blanco, frenando. Sería más difícil de lo que midió, su cerebro no formulaba nada coherente. Aunque, probablemente, era porque no existía tal cosa con sentido.
—No lo sé —respondió, bajando la mirada al suelo—. Sinceramente, no tengo ni idea. Podría echarle la culpa a la situación, a la edad, hasta al pasado... Pero no sé. Tal vez fue por miedo, porque tú y lo que me hacías sentir era algo nuevo. Porque temí tanto en perderte que preferí el silencio, y te juro que nunca fui así de egoísta.... Incluso me prometí que contigo no lo sería, al principio me aseguré que te lo diría. Pero los días fueron pasando, estaba tan feliz, tú me hacías feliz, que no pude.
A TaeHyung se le quebró la voz, había sido lo más abierto que podía. Era la verdad. Sintiéndose ansioso por el silencio, elevó la cabeza y lo vio. JungKook estaba rodeado por las luces de las farolas que le acariciaban la suave piel del rostro, y sus ojos, mierda, sus ojos brillaban muy intenso que sus piernas temblaron. Las pupilas le reflejaban cada sentimiento que estaba sintiendo en ese momento, dejando sin aire al pelivioleta.
—¿Jung...?
—Llegué a pensar que no me amaste como me decías... Llegué a pensar que jugaste conmigo y no te importó.
Aquello le pegó de lleno en el centro del pecho, haciéndole aún más difícil el respirar. Quiso trazar su mandíbula, en una caricia que le confirmara lo que sentía, algo que le hiciera saber que jamás fue un juego. Pero se contuvo inflando las mejillas, ignorando el picor en las yemas de los dedos.
—Lo sé, Kookie —sostuvo sus ojos pegados a los contrarios—. ¿Sabes por qué? Porque tus ojos me lo comprueban. Pero juro que es mentira lo que creíste, por más que mis promesas ya te den igual, es así. Te amé. Amé tus comentarios idiotas, sonrisas traviesas y juegos tontos. Amé que te aferraras a mí cuando el alma te temblaba, amé poder hacer lo msimo. Amé cuando hacías rabiar a las encargadas y tus discusiones ridículas con los demás niños. Amé tus brazos rodeando mi cuerpo en las noches, dándome el calor que alguna vez perdí y que gracias a ti logré recuperar. Amé tus manías, tus gestos de disgustos y tus berrinches. Amé sentir tu piel, amé tus besos sobre la mía y amé poder ser junto a ti. Amé tu luz y tu oscuridad. En pocas palabras, te amé a ti completamente.
» Y no espero que me creas después de todo, porque no estoy seguro que yo, en tu lugar, lo haría. Pero digo la verdad, estoy siendo sincero. ¿Por qué escribiría sobre ti si no? ¿Por qué te seguiría recordando, noche tras noche, si eso solo me tortura? ¿Por qué mi consciencia estaría tan turbada? Estoy abriendo mi corazón a ti una vez más... No, mentira, siempre tuviste mi corazón a disposición. Y en otra cosa miento, hablé en pasado cuando todavía siento cada cosa que te dije. Aún siendo egoísta a confesarlo, es lo que siento.
TaeHyung deseaba que el brillo que se formaba en las pupilas de JungKook cuando lo veía antes volviera. Pero ¿qué posible era aquello? Si él lo había arruinado tanto y ahora volvía esperando por algo inapropiado.
Pero soñar siempre se le dio bien, y él parecía tener una afición a ilusionarse cruelmente. Porque quería a JungKook de vuelta a su lado, por más, como dijo, egoísta que fuese.
JungKook lo hacía sentir seguro, completo y no una total mierda como se sintió los últimos años de su vida, siendo por su propia culpa o no. Sí, consiguió cosas buenas, aunque estas se vieron arruinadas por estúpidas decaídas. Siempre conseguía salir, incluso si la oscuridad era sepulcral, incluso si no hallaba sentido suficiente.
JungKook poseía las partes que el perdió al marcharse, y siempre serían de su propiedad.
—Aun así, sintiendo lo que aseguras, no me elegiste, no confiaste en mí. Y yo estoy seguro que te hubiera dado eso y más.
Sencillamente, por más que todo en él le rogara por caer ante lo que era Kim TaeHyung, no iba a ceder, no iba a ser así de débil. Lo aceptaba, quería demasiado tenerlo en sus brazos de nuevo y no soltarlo más, pero no era la solución. ¿Quién le aseguraría que no pasaría lo mismo? ¿Que TaeHyung no se vería amenazado otra vez y se iría de nuevo, dejándolo aún más destruido? Le costó encontrar los fragmentos de sí mismo tirados y volverlos a colocar, para que se volviera a arruinar por decisiones impulsivas.
Tal vez, aunque las conclusiones fueran apresuradas por su cerebro alterado y triste, no estaban hechos para estar juntos. Porque el castaño solo veía finales malos.
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Amor de mis existencias•» KookTae/KookV
Fanfiction«Ya se había largado sin cuidado al precipicio.» ESTA HISTORIA NO ES DE DOMINIO PÚBLICO. ↬Segunda parte de Sigiloso Tormento ↬Título posiblemente temporal. ↬Historia completamente mía. ↬No copias ni adaptaciones. Obra registrada en Safe Creative co...