Capítulo 3: La Determinación de Tyler

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Segundos pasaron, en ese lapso de tiempo los nervios de Shelley empezaron a ser reemplazados por enojo ¿cuál carajos era el problema de ese adolescente? ¿por qué no la quería soltar? si quería que le tomara la orden no hacía falta que la sujetara de esa manera, con tanta insistencia.

Shelley lo observó de pies a cabeza, el chico era innegablemente atractivo pero nunca lo reconocería, tenía el pelo negro revuelto y hacia arriba, dejando descubierta su frente, sus facciones eran perfectas, ojos cafés, pómulos filosos y delgados, mandíbula marcada y ligeramente torcida hacia un lado, lo cual a Shelley le parecía sexy, pero otra vez no lo reconocería, nariz que hacía juego con su sonrisa perfecta y dientes perfectos, Shelley le miró los labios, tenía unos labios muy lindos, eran gruesos y coloridos, su color le recordaba a las cerezas.

Shelley se abofeteó mentalmente ¿qué hacía observando y analizando con tanto detenimiento cada una de las facciones de ese chico? nunca lo había hecho con nadie... ¿debería preocuparse? ¿qué tenía de especial ese adolescente que había conseguido lo que muchos otros no y causado que le atrayera a simple vista? Shelley llegó a la conclusión de que si no conseguía poner sus pensamientos en orden estaba jodida.

Sin embargo a pesar de sus intentos por no mirar más, no pudo evitar echar un rápido vistazo al cuerpo del adolescente, lo recorrió con sus mieles ojos, analizando su vestimenta y... otras cosas, como su increíble físico, el chico estaba vestido con una camiseta blanca estampada, un jean negro ajustado a sus tonificadas piernas y unas vans blancas, Shelley notó que también tenía tatuajes en su pecho y brazos.

A Shelley se le subieron los colores al rostro, se había propuesto dejar de observarlo y sin embargo seguía haciéndolo, pensó "concéntrate Shelley, no dejes que te dominen las hormonas", de repente sintió un poco más de presión en su muñeca y la ira que había estado sintiendo anteriormente salió a flote.

-Suelta mi muñeca grandísimo imbécil.-Le gruñó Shelley a ese chico de intimidantes ojos cafés.

Lejos de hacerle caso, sonrió de medio lado, quitándole el aliento a Shelley, era muy sexy... "¡basta Shelley! ¡concentración!", salió de su ensimismamiento gracias al cálido tacto en su muñeca, el chico la estaba sujetando con más firmeza todavía ¿acaso la estaba desafiando? Shelley pensó decidida mientras fruncía el ceño "oh no, nadie me desafía, le dejaré bien claro como son las cosas", así que sin más movió el brazo con todas sus fuerzas hasta que logró liberarse del asfixiante agarre.

-La puta madre.-Se quejó sin importarle maldecir delante del desconocido chico.-Desacomodaste mi pulsera.-Aclaró acomodando la pulsera que cubría su tatuaje, milagrosamente no había quedado al descubierto.

Tyler ni se inmutó por su hostilidad.

-¿Por qué cubres tu tatuaje?-Preguntó con curiosidad.

Shelley se estremeció al oír su voz, no podía negar que la voz de ese chico frente a ella imponía autoridad, dejó de mirar su pulsera de tela para mirar a la persona sentada frente a ella pero se arrepintió al instante, no entendía por qué el verlo directamente la ponía tan nerviosa.

-No te incumbe.-Dijo bajando nuevamente la mirada, esta vez fijándola en el parquet.

Lo siguiente que escuchó fue el sonido de una silla siendo arrastrada por el suelo, Shelley se alteró, levantó rápidamente la vista sin embargo no pudo hacer nada para impedir lo que sucedió a continuación, todo pasó demasiado rápido, ese chico había agarrado nuevamente su muñeca izquierda y se disponía a mover la pulsera para poder observar su tatuaje, Shelley palideció, nadie a parte de Daniel podía verlo.

-¡No!-Gritó y sin pensarlo le pegó una patada en la pierna, aunque no muy fuerte.

Aún así el chico lanzó un grito de dolor debido a que lo había golpeado con la punta de su zapatilla, finalmente la soltó, Shelley suspiró más aliviada, gracias a sus rápidos reflejos había evitado que ese desconocido viera su tatuaje ¿quién se creía que era? no tenía ningún derecho de hacer aquello.

Destinados (Tyler Posey y Shelley Hennig)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora