Capítulo 1

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Eran la ya las ocho de la noche, aquella noche era calurosa y tibia, un gran margen de calor arrasaba la habitación de Jeremías, quien sentado en su pequeño escritorio; el cual estaba hecho de una madera muy barata, que tambaleaba y rechinaba cada tuerca oxidada.

Su sudor denso y pesado recorría su camisa de cuadros. A pesar de que la ventana estaba abierta solo bastaba para refrescarlo un poco. Y no era tan solo, el cierto calor incesante lo que lo fastidiaba, si no aquella noticia que había escuchado sobre gente desaparecida, por su vecindario.

-''quizás las noticias solo exageren''- pensó

Pero lo que en verdad lo confundía es, que por mera causalidad del destino. La mayoría tenia su edad, no era algo para preocuparse, pero que todos tuvieran entre 15 y 18 años, le causaba sierto pánico. Un pánico que sufría solo en su cuarto, ya que demostrarlo le daba aun mas temor.

No es mucho menos decir, que Jeremías. Es un chico poco convencional, se pudiera describir que hasta simple en todo su esplendor, no tenía nada en especial ni ningún rasgo distinguido en sus fachas de adolescente, exceptuando por aquel cabello que tenía color oro y rulo, que también por mero destino, ninguno de sus familiares tenían este rasgo tan peculiar. Algo que no le parecía ni tan impresionante ya que el siempre pensó que era adoptado.

Y mientras sus pequeñas gotas de sudor corrían, alguien llamo a su puerta. Era este chico, con más tamaño que él, moreno como la miel, con postura engarrotada, pero cierto porte de hombre mayor. Su gran nariz robusta combinaba con su pelo bochornosamente negro y con textura rígida que olía a pescado, lastimosamente por causa de su trabajo en una pescadería de la pequeña ciudad donde vivían, Jeremías se sentía ciertamente atraído por este olor que producía esta figura a quien conocía como su hermano.

-¿Qué pasa, Gustav?- su hermano paso inadvertido hacia el cuarto de jeremías.

Con cierta autoridad otorgada solo por su mayoría de edad, Gustav le pregunta.

-Nos has bajado a cenar, ¿No quieres comer de nuevo?

Jeremías pensó cautelosamente la respuesta que debería de salir de su boca. No solo porque la robustez de su hermano le causaba temor, sino porque también decirle que el pescado que traía a la casa era horrible, lastimaría los sentimientos del gigante moreno que estaba dentro de su cuarto, así que volvió a pensar y luego de una larga pausa, respondió.

-¿Qué hay para cenar?

- Pues...diría pescado para fastidiarte, pero hoy traje algo nuevo- Le respondió Gustav.

- ¿Nuevo?- La curiosidad de jeremías se volvió más intensa, pensó ¿algo que no es pescado para cenar después de cuatro meses?, a lo que el mismo se respondió, ''algo anda mal''.

Tan solo el hecho de que su hermano no haya traído el alimento de siempre para la cena. Solo hiso pensar a Jeremías sobre la posibilidad de un despido, en el mejor de los casos un aumento, o un ascenso. Pero Jeremías solo le atrajo la idea del pesimismo y se dejó llevar.

-Es pizza...congelada, pero pizza- Gustav respondió la pregunta de jeremías, pero sus pensamientos fueron interrumpidos.

Jeremías volvió en si, e ignorando sus malos pensamientos, le devolvió la palabra.

-¿A qué se debe la ocasión?

-Pues...-La mirada de Gustav se desvió. Jeremías se preparo para lo peor.

-¡Por fin conseguí el ascenso!- Sonrió el gigante moreno, mientras lo decía.

Jeremías, no lo podía creer. La mole de su hermano lo había conseguido, más dinero para la casa y para la ayuda de su madre enferma, Jeremías solo pudo emocionarse por unos momentos, porque cuando volvió de la dicha y la alegría, volvió a recordar que la pizza estaba fría. Así que sin vacilación, bajo a la cocina, y tomando la caja gélida la metió en el honor, con cierta sensación de exaspero, tenía un hambre bastante atroz. Solo había comido pescado hasta el cansancio los últimos meses, y la pizza fue un rayo de esperanza para el estómago del chico.

Los DesconocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora