VIII

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El sábado por la mañana, Jimin siguió al profesor Min a todas partes, fungiendo como su asistente personal. En un principio se sintió extraño llevando tantos papeles y demás, pero pronto se acostumbró a la actividad y se encontró disfrutando de ella. Le gustaba saber que tenía en su poder la agenda de un hombre así de importante; era interesante leer todos los eventos que tenía programado en los meses siguientes y el número de alumnos que tenía.

Llevar el registro de sus actividades lo hizo sentirse más cerca de él, porque sin querer pudo conocer un poco más de su vida, al menos en la parte laboral. Entre las líneas del pequeño cuaderno negro, descubrió que el señor Min daba clases por las mañanas en una universidad privada muy conocida en su ciudad por el tipo de personas que asistía a ella, en su mayoría hijos de políticos y/o empresarios.

También supo que tenía más asesorías privadas con otros alumnos. Nunca se había considerado celoso, pero se sintió algo incómodo al pensar que no era el único con el que tenía sesiones así de... íntimas. El señor Min alguna vez había mencionado la palabra "amantes", pero Jimin no había entendido si se refería en sentido general o si de verdad tenía a más personas con las cuales pasar la noche. Se sentía desorientado, jamás había deseado tan intensamente ser el único en la vida de alguien, pero ahí estaba, ansioso por saberse correspondido.

Aunque ya tendría tiempo de pensar en eso. En ese momento se encontraba atendiendo a los invitados de la conferencia que el señor Min estaba a punto de dar; les ofrecía bebidas y aperitivos y guiaba a los más despistados hacia sus asientos. Todos le sonreían con amabilidad y lo trataban como alguien importante y no como a un vago como la mayoría. Secretamente, eso lo hacía sentirse feliz. Quizá terminando el evento hablaría con su profesor sobre eso, con un poco de suerte podría atenderlo otros días. Inclusive de forma gratuita.

La conferencia terminó una hora después. Como era de esperarse, el público estalló en aplausos al final de esta, muy satisfecho con la charla. El profesor Min se había desenvuelto como siempre y había hablado con tanta propiedad que una que otra señorita se había sentido atraída por él. O eso notaba Jimin cuando se acercaban al hombre para tener cualquier tipo de contacto. Pero él sabía que ellas no tenían tanta suerte como él.

Más tarde, a eso de las cuatro, ambos se encontraban por fin descansando en su habitación de hotel. El mayor tomando una ducha y Jimin haciendo zapping en búsqueda de algo interesante que ver, pese a que su mente sólo pudiera pensar en que pronto su profesor saldría completamente húmedo.

—El agua estaba realmente buena—el profesor Min salió del cuarto de baño con la toalla envuelta por la cintura y con una sonrisa notoriamente relajada. Jimin podía ver en cámara lenta cada gotita de agua resbalarse sobre su piel.

—Umh sí, el agua tibia siempre relaja mis músculos—el pelirrosado se sentó correctamente sin apartar la vista del hombre delante de él. Quería tanto que lo besara y tal vez era antinatural sólo pensar en eso, pero no podía controlar sus deseos.

—Oh, pero yo tomé una ducha fría, siempre me llena de energía—el mayor se sacudió el cabello y sonrió ampliamente, logrando que Jimin tragara saliva por los nervios.

—¿...Energía para qué? —preguntó, mordiéndose el labio por la doble intención que no procuró esconder.

—Oh... ¿En qué estás pensando, pequeño?

El castaño caminó hacia su alumno y levantó su mentón para mirarlo fijamente. Sin borrar el gesto victorioso en su rostro, se agachó levemente para besarle la nariz y repetirle la pregunta en un tono más ronco. Jimin entrecerró los ojos y susurró:

Disciplina © [Yoonmin]Where stories live. Discover now