El señor Min se llevó la mano a la cabeza en un vago intento de reacomodar su cabello recién teñido de negro, y se pasó los dedos por las hebras que con lentitud se movían hacia los lados. Admitía, mientras se observaba en el espejo, que el cambio le quedaba realmente bien y que, además, lo hacía verse un poco más juvenil.
Si miraba hacia el pasado, recordaba que su padre le había dicho que se comportara de acuerdo a su edad y que, por alguna vez, viviera sin preocuparse por el futuro. Él, muy cortés, se había limitado a sonreírle cariñosamente para rechazar en silencio su consejo. Por aquel tiempo, el trabajo había sido lo único importante en su vida.
Ahora, mientras dejaba en paz su cabello para ponerse la corbata negra que su progenitor le había regalado, se preguntaba cuánto de cierto tenía aquello. A sus recién cumplidos veintiséis años, podía finalmente decir que había logrado todo lo que se había propuesto en su joven vida y que, de hecho, continuaba abriéndose paso en su campo disciplinario. El éxito era para él algo que se reflejaba en su prestigio y en su cuenta bancaria. Por supuesto, se sentía orgulloso de sí mismo, pero, curiosamente, también estaba desorientado.
No importaba cuanto buscara en libros de comportamiento humano o cuanto lo platicara con sus colegas, simplemente no podía entenderse a sí mismo. Debía ser, él sospechaba, la intrínseca ambición nata del ser humano de necesitar aún más de la cuenta ya que, de otra forma, no lograba entender a su desorganizada mente que, pese a todos sus logros, quería más.
El problema era, sin embargo, que desconocía su objeto de deseo. Obviaba ese "más" que no lo dejaba dormir.
De cualquier manera, había decidido no darle tantas vueltas al asunto. Esa misma mañana tenía un simposio y debía estar concentrado, pues de esa plática dependía parte de su reputación.
Terminó de arreglarse para la cita que tendría en dos horas, permitiéndose un segundo extra para darse otra mirada al espejo y cuidar que no hubiera nada fuera de su lugar; una vez que estuvo satisfecho con su aspecto, salió del cuarto del baño tratando de enfocar su mente, pero apenas dio dos pasos afuera, la imagen de Jimin caminando por los pasillos lo hizo detenerse de golpe. Era algo que a veces le pasaba, por más que tratara de evitarlo. Solía imaginar al muchacho andando por su casa casi como si de hecho estuviera ahí. De no ser que sabía que se trataba de la culpa que aún sentía por haberlo lastimado, casi hubiera creído que se trataba de añoranza.
Llevaba casi medio año sin saber de su ex alumno, pero de vez en cuando pensaba en él, preguntándose sobre su estado de ánimo, esperando que sinceramente no se hubiera desviado del camino una vez más. Jimin era más que un chico rebelde, más que un caso problema. Yoongi lo sabía y era por eso por lo que la culpa a veces lo abordaba. Jimin simplemente había necesitado ser escuchado, contar con un apoyo y, aunque trató de ayudar, sólo terminó por arruinar las cosas al cederle una falsa estabilidad que después le arrebató.
¿Pero qué más podía hacer? No sólo debía de ver por Jimin, sino por él mismo. Estaban en mundos diferentes. Ya bastantes errores había cometido cediendo a la tentación que el muchacho era. No podía seguir perjudicándole más. En los sentimientos no se mandaba y Yoongi casi había querido arrancarse la piel por corresponderlo, pero no había sido factible y había cerrado el ciclo demasiado tarde. Con eso había aprendido que no importaba cuantos grados académicos tuviera, no dejaba de ser un simple humano.
—Profesor Min, que gusto verlo.
Yoongi miró de reojo a su colega y lo saludó con un simple ademán. Una vez más, había estado tan sumido en sus pensamientos que no había reparado en que, de forma automática, había llegado a desde hacía unos veinte minutos a donde se llevaría el simposio. Suspiró irritado. No obtendría nada bueno si seguía actuando así. No era usual en él. Lo peor era que ni siquiera podía realmente controlarlo. Sus pensamientos lo estaban consumiendo.
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Disciplina © [Yoonmin]
FanfictionLos padres de Jimin han decidido que no pueden más con su comportamiento insufrible , por lo que contratan a un profesor de buenos modales que le enseñará el significado de "disciplina". En un principio, su relación con el señor Min se torna algo co...