soy Edward Styles.

1.2K 57 9
                                    

Conocí a Edward por primera vez ocho años antes. Él tenía once.
Yo veintiocho.

Era 1963 y acababa de volver a casa después un largo día arreglando coches. Era un día espantosamente caliente de Houston. En el taller en el que había estado trabajando hacía incluso más calor.

Llegar a casa no era un alivio demasiado grande. Mi apartamento no tenía aire acondicionado y era como un horno, como siempre. Engullí dos sándwiches de crema de cacahuete y gelatina y una cerveza, me fumé un porro agradablemente grande, y después me puse el bañador y me dirigí a la piscina. El edificio de mi apartamento estaba constituido por tres edificios que formaban una herradura alrededor de una gran piscina comunitaria, y no podía esperar a hundirme en el agua relativamente fresca. Así era como pasaba la mayoría de mis tardes durante el verano. Pasaría entre veinte y cuarenta minutos flotando lleno de felicidad en la superficie mientras se me pasaba el colocón, y después haría algunos largos antes de arrastrarme hasta la cama para levantarme a las seis a la mañana siguiente.

Llegué a la piscina algo después de las ocho, y esperaba tenerla toda para mí. Por lo que yo sabía, esa era la ventaja de ir tarde a la piscina. Pero en esa ocasión encontré a un niño que nunca había visto antes sentado en el borde, con los pies metidos dentro.

-¡Hola señor!- dijo cuando pasé la verja.

Gemí mentalmente. Compartir la piscina con niños era lo peor. Siempre estaban gritando y salpicando cuando todo lo que yo quería era un poco de relajación. Pero dije: -Hey.

-Soy Edward Styles,- dijo. -¿Cómo se llama?

-William.

-¿Cuál es tu apellido? Mi madre dice que tengo que llamar a los adultos por su apellido.

-Tomlinson.

-¿Tomli...?- intentó, inseguro.

Suspiré, deseando no por primera vez que el padre de mi padre hubiese hecho lo que otros inmigrantes decidieron hacer y hubiese americanizado su nombre. Pero no tuve esa suerte.

-Olvídalo, niño,- dije. -Sólo llámame William.

-Vale.- Era delgado y pálido y llevaba el cabello rizado oscuro corto.
Estaba en esa terrible etapa preadolescente donde no parecía ser más que dientes, orejas protuberantes y pies gigantes. -Mi madre y yo nos acabamos de mudar al apartamento doce...

-Eso está genial, chico,- dije, esperando acallar la historia de su vida, la cual presentía que se moría por compartir. Como para demostrarme que tenía razón, siguió hablando como si yo no hubiese dicho nada de nada.

-... en el edificio C. Mi hermana también, pero sólo tiene ocho años.
Quería venir a la piscina conmigo pero mamá dijo que no, que es demasiado pequeña, y que casi es su hora de ir a la cama de todos modos, pero como yo tengo once años puedo quedarme más rato fuera, de manera que dijo que podía venir a probar la piscina, y es realmente fenomenal, ¿no? Quiero decir, ¡nunca antes habíamos tenido piscina! Pero apuesto a que va a ser muy divertido. Antes vivíamos en...

Madre mía, iba a ser peor de lo que había pensado. Me hundí en la piscina y fui capaz de nadar en el silencio bajo el agua hasta el otro lado antes de salir a la superficie a su lado. Todavía seguía hablando.

-...murió el año pasado. Bueno, creo que en realidad ahora hacen más bien dos años, está a punto, y nos quedamos allí durante un tiempo, pero entonces mi madre dijo que no nos podíamos seguir permitiendo vivir allí y nos mudamos aquí. Trabaja en un restaurante calle abajo, sabes, así que dice que es perfecto porque está muy cerca, y tengo que cuidar de mi hermana hasta que madre llega a casa, pero eso normalmente es alrededor de las siete, y después de eso dice que puedo venir a la piscina y...

Un soldado más - L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora