Capítulo 27 - Posesión

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Capítulo 27 – Posesión

Karen le pidió a Minos que le mostrara una habitación en la cual pudiera recostar a su hermana. Él obedeció y la esperó fuera hasta que ella salió del dormitorio.

Tras regresar a la sala la muchacha se detuvo frente a la ventana, de espaldas a él. Al ver que ella solo se mantenía quieta, asomándose para ver a través del vidrio, Minos se le acercó. Primero le rodeó la cintura con los brazos y, al ver que ella no se resistía, comenzó a besarla en el cuello. La besó suavemente, bajando hacia su hombro a la vez que deslizaba las manos hacia arriba...

—Ya déjalo, Minos —dijo ella con tono cansado, aunque sin mover un dedo. El Demonio hizo caso omiso, evaluando que no había sonado tan enojada como para obedecer—. Minos, detente. Me estoy volviendo loca, ¿tú crees que es momento para esto?

Ante la pregunta, el hombre finalmente se quedó quieto. Sin embargo, dejó sus manos por debajo de la remera de la chica y cuando habló, lo hizo con los labios aun apoyados en el hueco de su cuello.

—Yo también estoy por volverme loco, pero justamente por eso creo que es un buen momento —replicó con tono caprichoso, sin que su compañera le prestara la mínima atención.

—Esa cosa ha poseído a mi hermana. No sé qué es, ni con qué intenciones lo ha hecho, pero no dejaré que una criatura asquerosa se adueñe de mi Sara.

A pesar de que no podía ver su expresión, a Minos le quedó claro que la mujer estaba furiosa. Su voz temblaba y podía sentir aquel cuerpo tensándose por debajo de él. Poco a poco había comenzado a comprender lo que significaba la Humana para ella, y no dudaba que habría atacado a Catos si no hubiese temido herir a su hermana al hacerlo.

Pese a todo, no podía evitar sentirse irritado por cómo se refirió ella a Catos. Esa emoción no tenía sentido realmente, no podía tenerlo, siendo que no lo recordaba... hasta que no había aparecido frente a sus ojos, no había siquiera sentido su presencia.

—Bueno, esa cosa también es mi hermano menor, ¿cierto?

—Ni siquiera lo recuerdas. Y si has tenido un hermano, definitivamente no era ese alma o lo que sea que es ahora.

—Tu hermana menor tampoco es lo que solía ser, ¿no? —En cuanto dijo esto, el hombre se percató de que había dado un paso en falso. Karen le había contado la historia de su vida en un momento de intimidad y confianza, viéndose débil y destrozada mientras lo hacía.

No obstante, la reacción que recibió lo tomó por sorpresa.

—... tienes razón. Pero aún si esa co... si Catos fuera lo mismo que Sara, no puedo perdonarlo por tomar el cuerpo de mi hermana sin permiso.

Asombrado por la docilidad de la contestación, Minos se preguntó a qué se refería con pedir permiso. ¿A quién debería haberle pedido permiso Catos, según ella? ¿A Sara? ¿... o a Karen?

Decidió que sería mejor no preguntar. Sin embargo, tenía otra objeción que seguramente no le gustaría para nada.

—Si me preguntas a mí, creo que es probable que sí haya pedido permiso.

El Demonio vio cómo la joven apretaba los puños, apoyados en el marco de la ventana. Intentó calcular cuántas probabilidades había de que los dirigiera hacia su rostro.

—Estás sugiriendo que mi hermana dejó que ese alma errante la poseyera. Será mejor que tengas una buena explicación para ello.

—No sé qué razones puede haber tenido tu hermana, pero Catos debe funcionar del mismo modo que yo. Recuerda lo que la Reina dijo acerca de la Corrupción, no puede suceder si no hay alguna clase de acuerdo.

Pactos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora