Capítulo 14 - Cuentas pendientes

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Capítulo 14 – Cuentas pendientes

Sara no había dormido la noche anterior. De hecho, llevaba muchas noches sin dormir. Así que cuando su hermana fue a levantarla, tuvo que fingir que apenas se despertaba.

La Bestia le había presentado una elección que debería haber resultado fácil: ayudar a Karen o no ayudarla. Sin embargo, no había ido al cuarto oculto desde entonces y tampoco le había contado nada a nadie. Aunque había intentado esto último miles de veces, cada vez que abría la boca aparecía en su mente la imagen de ella misma obligada a asesinar a su propia hermana, que para entonces no sería más que un cascarón sin alma.

La Humana había sido obediente siempre, pero ¿y si había una orden que ni siquiera ella era capaz de cumplir? ¿La odiaría Karen por ello?

Aún tienes tiempo, Sara.

Catos se encontraba a los pies de la cama en ese momento. Había pasado allí toda la noche, apoyado contra la pared del dormitorio sin haber pegado un ojo. Al contrario de lo esperado, no era una mala compañía nocturna: excepto cuando entonaba un bajo canturreo o hacía alguna pregunta por aburrimiento, se mantenía quieto y en silencio.

Sara lo miró por un instante antes de salir de la cama. Recordó que al comienzo lo comparaba con un niño, ahora no le parecía tan acertado. La mayoría de los niños eran mucho más ruidosos y activos, sin duda menos astutos y perceptivos. La criatura incluso parecía saber más cosas que el Demonio con el que tanto se juntaba Karen últimamente.

—Ven aquí un segundo, Sara —la llamó la Inmortal desde la mesa. La hermana menor hizo caso y tomó asiento en la silla de al lado. Dejó que Karen sujetara ambas de sus manos—. Necesito pedirte un favor. Es un favor egoísta y lo sé. Pero es mi último recurso, créeme.

La muchacha de ojos oscuros hizo una mueca que solo duró instantes.

Podía imaginar cuál sería su pedido y estaba segura de que su hermana estaba diciendo la verdad: nunca usaría esa opción a no ser que se le hubiera cerrado toda otra posibilidad.

—¿Quieres visitar a Madre? —preguntó Sara con suavidad, suponiendo que sería más fácil para Karen que fuera ella quien comenzara con el tema.

—Yo... no es que quiera. Pero... debemos hacer esto, y no sé... no hay otra manera de saber algo acerca del Rey sin que él mismo se entere.

Karen evitó la mirada de su hermana. No era usual que se comportara así, pero tampoco era la primera vez que Sara la veía tan insegura... Era una parte que solo mostraba ante ella, lo cual la hacía feliz. El tal Minos podía pasar tanto tiempo con Karen como quisiera, Sara podía apostar que nunca la vería siendo tan abierta con sus sentimientos.

Reprimió una sonrisa, pensando Toma eso, Demonio.

—Comprendo. Sé que no me pedirías esto si no fuera así.

—Sara... te amo, pero necesito que hagas esto. ¿Lo harías? ¿Por mí?

—Por supuesto que sí. Haría lo que fuera por ti. Haré lo que tú me digas que haga.

Karen sonrió con gentileza y dio un suave apretón a las manos de su hermana menor.

—Te quiero, Sara.

—Yo también te quiero, Karen.

—¿Sería... sería demasiado si te pidiera que lo hiciéramos hoy? En cuanto más pronto sea...

—Claro que no, podemos hacerlo cuando tú quieras. Si quieres que sea hoy, lo haremos.

Sara se había sentido un tanto intranquila al respecto (nunca había entrado a la casa de Madre de una manera semejante), no obstante, se sintió mucho mejor al ver que la sonrisa en el rostro de su hermana se extendía más y más.

Pactos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora