Capítulo 6 - Catos

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Capítulo 6 – Catos

Sara estaba acostada en su cama, mirando hacia el techo de la oscura habitación. No había luces, solo el resplandor de la luna que se filtraba por la ventana. Echó una mirada fugaz a su hermana, que estaba acostada en la cama en el otro extremo de la habitación, de espaldas a ella.

—¿Estás despierta, Karen? —Su voz, siempre tan pequeña y débil, quebró el pesado silencio que había reinado entre ellas desde que habían regresado de la casa del Demonio. Karen no parecía haberse percatado de ello, pero la Humana había notado algo extraño en el tal Minos cuando los dos salieron de la casa del Rey. Él miraba a su hermana de reojo con más frecuencia y con menos desagrado que antes...

De solo recordarlo, a Sara se le revolvió el estómago.

La Inmortal se dio vuelta para quedar de cara a la otra. Sus ojos estaban entrecerrados y sus movimientos eran perezosos, sin duda se encontraba cansada.

—¿Sí, Sara?

—Aún no me has contado qué sucedió hoy allí dentro. Has estado callada desde entonces...

—Estoy cansada, Sass. —Sara se sobresaltó un poco al oír que la llamaba así. Sucedía muy de vez en cuando, cuando su hermana tenía la mente en otra cosa y no pensaba en lo que decía—. Mañana te lo contaré, lo prometo.

Karen cerró los ojos. Su hermana menor, aun intranquila, decidió hacer la verdadera pregunta que daba vueltas por su mente.

—¿Minos... te ha molestado? —La muchacha sabía que había una palabra más adecuada para lo que ella quería decir, para lo que su mente imaginaba, pero temía sonar grosera.

—¿El Demonio? —Karen, sin abrir los ojos, frunció el ceño. A Sara le daba ternura cómo se le arrugaba un poco la nariz al hacerlo—. No te preocupes por eso. Me protege el Pacto que hice con él, no puede hacerme nada que yo no le permita.

No ha respondido mi pregunta, pensó la menor, y luego Nada que ella no le permita... Pero su hermana nunca le permitiría nada, ¿verdad? Ella odiaba a los Demonios tanto como Sara les temía.

Antes de que pudiera preguntar nada más, la chica oyó cómo su hermana comenzaba a soltar unos ronquidos pequeños y agudos. Como no le gustaba estar despierta cuando la mayor ya no lo estaba, ella también cerró los ojos. Intentó pensar en los pocos momentos buenos de su vida, cosa que le costó mucho.

Sentía el silencio demasiado intenso, el aire demasiado viciado, la luz detrás de sus párpados demasiado oscura, y la temperatura demasiado baja... Por un momento se dijo que sí, bueno, aun si en la mansión del Demonio era verano y en la mansión del Rey era otoño, en el mundo real era invierno. Pero hacía frío, tanto frío... En especial en su costado derecho, el lado desde el que el viento entraba por la ventana...

La ventana. El corazón de la joven se detuvo por un instante. Estaba segura de que su hermana la había cerrado como siempre lo hacía, hiciera frío o calor. Por la ventana, decía siempre Karen, podían entrar a la noche cosas desagradables. Seguramente se refería a insectos, el frío o los murciélagos, pero...

El mal presentimiento de Sara hizo que el miedo se extendiera por su cuerpo. Estaba siendo tonta y cobarde. Se estaba dejando llevar por sus nervios, como su hermana solía decir. Se obligó a tranquilizarse, diciéndose que si la ventana estaba abierta solo debía cerrarla, Karen seguramente se había olvidado de hacerlo debido al cansancio.

Deja de ser una chiquilla miedosa y levántate. Aun si su mente le decía eso a gritos, su cuerpo temblaba, paralizado. De a poco, un hedor comenzó a subir por su nariz e hizo que le ardieran los ojos. Conocía muy bien ese olor, estaba segura de que no era el aroma propio de la temporada ni aquel característico de un animal.

Pactos OscurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora