La laguna de Leandro.

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Hace mucho tiempo, en la zona de Quebrada de Humahuaca, residía un hombre llamado Leandro.

Este sujeto, junto a su mujer, trabajaban incesantemente ya que eran encargados de gestionar un pequeño rancho de adobe en el que guardaban unas cuantas ovejas y otras tantas llamas.

Leandro realizaba largos viajes por las tierras de esa zona, para poder vender animales y los productos que se derivaban de estos a otras granjas.
Un hermoso día de verano, en el cual viajaba a la localidad de Tres Morro se topó con un curioso personaje.
Se trataba de un típico arriero de la Puna con el cual entabló amistad mientras conversaban amenamente.

El hombre le contó varias historias de la zona, pero una de ellas hizo que Leandro abriera por completo los ojos con total fascinación.

Se trataba sobre una antigüa historia sobre el Inca Atahualpa.

Al parecer, durante la conquista española, habían apresado al Inca y sus emisarios llegaron a la tribu pidiendo todo el oro y plata que pudieran reunir para pagar el rescate.

De esa forma, cargados con tesoros de gran valor, regresaron por la Quebrada de Humahuaca; pero cuando se enteraron de que el Inca había sido asesinado por los españoles, decidieron tirar los tesoros a una solitaria laguna que se situaba a unos 4,170 metros sobre el nivel del mar.

Pensaron que de esa manera, la riqueza quedaría oculta lejos de las manos de los invasores.

Cuando Leandro regresó de ese viaje, le volvió a relatar a su mujer la historia que le había narrado aquel hombre, a la vez que ella lo observaba con igual fascinación y un brillo especial en sus ojos.

A medida que los minutos corrían, convirtiéndose en días, el matrimonio tenía un sólo pensamiento mutuo y era la idea de cómo conseguir aquella fortuna en el fondo del agua.

Tras unos días de meditación, el hombre y su mujer decidieron que la mejor forma de conseguir el oro sería vaciando la laguna.
Para ello, Leandro comenzó a construir una gran zanja que serviría como desagüe.

Ambos se dedicaron por completo a éstas faenas durante un período largo.

La ardua tarea estaba llegando a su fin y la laguna estaba casi vacía cuando a Leandro se le presentó un acontecimiento que cambiaría el transcurso de su plan.

Desde el centro casi vacío de la laguna emergió una figura que representaba un cuadrúpedo con grandes astas de oro puro.

El hombre, sorprendido por aquella figura y temeroso de lo que le pudiera hacer se dirigió lo más rápido posible a donde estaba su esposa.

Luego de contarle de manera rápida e inentendible lo sucedido, él prometió no acercarse a la laguna.

Pero pasados unos pocos días, la avaricia volvió a nublar la mente de Leandro.

Nuevamente fue hacia la laguna semi vacía y siguió con su trabajo.

Después de exactamente tres días  buscando aquel tesoro, ocurrió lo mismo, el infernal animal surgió de la nada, arrastrandolo al hombre al centro de la laguna llevándoselo al infierno.

Hoy en día, si uno transita por aquel lugar, se pueden escuchar los pedidos de ayuda y gritos del desdichado hombre, que dejó que la ambición se apoderara de su ser conduciéndolo a un trágico final.

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