El Lobizón.

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   El lobizón, en países como Brasil y Paraguay se lo conoce como "Lobishomen", que traducido significaría "Hombre lobo".
En estos países limítrofes a Argentina, la leyenda cuenta que el lobizón, es un personaje mítico, que por las noches de luna llena, merodea los campos en busca de víctimas, en su mayoría niños no bautizados, a los cuales les chupa la sangre hasta que pierden la vida.

   En Argentina, la leyenda refiere a que todo aquel que sea el nacimiento número siete de la misma madre y sea varón, está maldito por Satanás y al llegar a la adolescencia, sufrirá las consecuencias del maleficio, donde la transformación de humano a lobo es inevitable y sucederá los días martes y/o viernes de luna llena, a la medianoche.
El cambio se prolongará hasta el primer canto del gallo.

Horas antes de transformarse, el humano, víctima de la maldición, se aleja de su hogar hacia un lugar remoto, donde puede llevar a cabo el cambio, dará tres vueltas sobre sí, de derecha a izquierda, mientras dice el credo al revés.

   Para recuperar su aspecto humano, antes del amanecer, debe revolcarse en ceniza o arena.

   Las personas que pudieron presenciar a la criatura, la describen como un perro —similar a un Danés. —muy peludo, de color bayo o negro, con orejas puntiagudas, dientes afilados, un olor característico y sus patas terminan en pezuñas como si fueran de cabra.¹
   Nos daremos cuenta si la criatura anda cerca, ya que los perros comenzarán a ladrar enérgicamente y estarán intranquilos, revelando la presencia del lobizón.

   Se dice que la única debilidad de la criatura, es herirla con un arma blanca en alguna parte de su cuerpo, y eso logra, que inmediatamente vuelva a su forma natural de hombre.
Pero si uno busca acabar con su vida, deberá hacerlo con una bala de plata bendecida en diferentes templos² y si uno lo mata, jamás encontrará al animal. Sino a un hombre desnudo, asesinado por una herida de bala.

  El lobizón, posee la capacidad de transformar a sus víctimas en criaturas como él, (sin que sean el séptimo hijo), y no es precisamente con una mordida, como popularmente se cree.
Sino caminando debajo de las piernas de un hombre, quién de esa forma poseerá la maldición.

  Para romper el maleficio, hay dos opciones:
Que al séptimo hijo lo nombren "Benito" y lo bauticen en siete templos diferentes, donde el padrino sea el hermano mayor.
O que el presidente de turno del país, sea su padrino.³ ⁴

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¹: Dependiendo de la fuente, la criatura posee características de un burro.

²: Templos: lugar donde se reúnen los fieles a escuchar la palabra de su Dios.

Iglesia: Conjunto de fieles.

³: La costumbre de que los presidentes sean padrinos de los lobizones, proviene de Rusia, donde se aplicaba para los zares.
  En 1907 Enrique Brost y Apolonia Holmann, una pareja rusa que se había radicado en Argentina, dan a luz a José Brost, su séptimo hijo varón y envían una carta al Presidente José Figueroa Alcorta para que lo apadrinara.

⁴: En el año 1.974, se creó la Ley 20.843 [referente al padrinazgo presidencial] que garantiza que el Presidente argentino de turno, será el padrino del séptimo hijo varón o la séptima hija mujer de una prole del mismo sexo, para romper la maldición.

Desde el gobierno, le otorgan una medalla de oro, un diploma conmemorativo y una beca de estudios hasta la secundaria.

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