Amor, Traición y Muerte.

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  Un hombre porteño, de nombre Eugenio Cambaceres luego de sufrir ciertos escándalos como estar con una cantante soprano casada del teatro Colón (pcia. de Buenos Aires) y denunciar a su partido político por fraude, decidió dedicarse a la literatura.

Conoció a una bailarina, llamada Luisa Bacichi proveniente de Italia y nacida en 1.855.

En el año 1.887 el escritor y la bailarina contrajeron matrimonio y doce meses después, fueron padres de una niña a la que nombraron Rufina Cambaceres Bacichi.

   Poco después del nacimiento de la bebé, la desgracia llegó a la puerta de aquella familia aristocrática, llevandose consigo la vida del escritor y dejando a una bailarina viuda, quien tiempo después comenzó a tener relaciones sexuales sin compromisos con hombres de diferentes edades.

   Rufina creció rodeada de servidumbre que la apreciaban por sus modales, humildad y buen corazón, a pesar de que era una de las jóvenes más bellas y adineradas del momento.

   Al cumplir diecinueve años, se celebró una fiesta en su hogar y uno de los invitados destacados era un hombre alto, inteligente y con porte elegante.
Se trataba de Hipólito Yrigoyen, quien tiempo después sería uno de los presidentes de Argentina y estaba casi en sus cincuenta.

Rufina se enamoró perdidamente del futuro presidente y comenzaron un romance discreto, basado en pequeños hechos significativos.

   Una día, Hipólito invitó a la joven al teatro Colón para ver una obra en la tarde noche y Rufina tenía muchas ilusiones de poder concretar su amor más allá de simples gestos románticos, pero la visita de una de sus amigas, logró que tuviera una visión distinta de su situación.

La muchacha le contó a Rufina, lo que era un secreto a voces:
Su madre, Luisa Bacichi era la amante secreta de Hipólito desde hacía muchísimo tiempo.

La joven adolescente sin saber cómo reaccionar ante la noticia, pidió a su amiga que se retirara para poder estar a solas.

   Durante horas estuvo encerrada en la soledad de su habitación y cuando una de las empleadas fue a buscarla, la encontró dormida pero en una posición extraña, por lo cual pidió ayuda y el doctor de la familia decretó que a falta de temperatura en su cuerpo y pulso inexistente había fallecido de un síncope, a pesar de su corta edad.

   Esa misma noche, enterraron a Rufina en el panteón de la familia Cambaceres (ubicado en el cementerio de Recoleta - Buenos Aires.) junto a las joyas que ella poseía; también le asignaron un cuidador para que ningún ladrón profane la tumba y se lleve las joyas.
Pero fue esa misma madrugada que el hombre escuchó ruidos extraños dentro del la tumba de Rufina.

Asustado fue en busca de la madre y un policía para que puedan hacer algo.
Cuando los tres ingresaron al lugar y abrieron la caja del ataúd, observaron que tenía arañazos en el interior, al igual que el rostro, las uñas de la muchacha estaban lastimadas por la madera y su expresión era de pánico.

   Comprendieron que habían enterrado viva a Rufina, quien al despertar se encontró con la desesperación de salir de allí y murió producto de la asfixia o de recordar nuevamente la traición de su madre, quien le construyó una estatua de mármol, con una mano en el picaporte saliendo en busca de su libertad.

   Poco tiempo después se instaló el sistema de campanas para que no volviera a ocurrir lo que a Rufina.
Pero aún así, se puede escuchar los sonidos y pedidos de ayuda de la joven enamorada por intentar salir de aquel oscuro ataúd.

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