La Muerte da Vida: La Difunta Correa.

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Antes de comenzar la lectura, quiero contar que la siguiente leyenda posee un formato distinto a las demás, ya que al tener mucha carga histórica, es mi deber chequear las fechas y para mayor comprensión del relato, buscar información sobre los sucesos y personajes, así pueden saber el contexto social, político y cultural que transitaba el país al momento de los hechos.

Al final estarán especificados los puntos que creí convenientes aclarar para entender mejor la leyenda.

Sin nada más por decir, espero que disfruten la lectura y si la sección es de tu agrado podés dejar tu voto o comentario que con gusto responderé.

*

   El siguiente relato trata sobre María Antonia Deolinda Correa, una joven muchacha oriunda de la capital de la provincia de San Juan, donde allí también residía su padre, Pedro Correa, quien perteneció al ejército de San Martín.¹
Y al ganar la Batalla de Chacabuco, le obsequió una medalla donde se podía leer: "Soldado Correa".

   Cuando la joven contrajo matrimonio con Baudilio Bustos² y fueron padres, se mudaron a una localidad cercana de donde residían.

   La guerra ideológica entre Unitarios y Federales³, que se estaba forjando, causó que los líderes de batalla, vayan recuclatando hombres que sirvan de soldados y es así, como Facundo Quiroga⁴ viaja a San Juan en el año 1.841 y entre los hombres que escoge, se encuentra el marido de Deolinda, quien estaba enfermo, pero debía cumplir con su patria.

La batalla de Angaco*¹ es breve y el partido político que tiene ventaja, lleva prisioneros a la provincia de La Rioja, al grupo de soldados al cual pertenecía Baudilio.

  Luego de varios días sin tener noticias de su esposo y preocupada por su estado de salud, la joven, decide ir a buscarlo junto a su pequeño hijo.
Consigo también lleva agua y las pocas provisiones que había en su humilde hogar, para el camino.

   No sabía dónde estaba su esposo, por lo que tuvo que ingeniárselas y comenzó a guiarse por las huellas que la tropa fue dejando por el desierto Travesía, en la provincia de San Juan.

En éste extenso y particular lugar, existen matas de pasto duro y espinillos recostados, que se alternan con lomadas que a veces parecen médanos, y no hay posibilidad de obtener agua, alimento o tierra para el cultivo.

   Pasó días caminando bajo el arduo sol del día y la fría noche.
Deolinda comenzó a quedarse sin alimento y a las pocas horas, sin agua.

El sol estaba en su auge, logrando que las fuerzas físicas de la joven y su hijo, comenzaran a cesar.
Pero la voluntad de aquella madre y esposa, parecía inquebrantable por lo cual siguió caminando, aún con los pies adoloridos, su cuerpo cansado y su estómago vacío.

   En un momento, en la cima de una pequeña sierra cae al suelo y abrazó a su pequeño hijo, buscando protegerlo del calcinante calor que emanaba el sol.

Antes de morir, le encomendó a la Virgen que protegiera a su hijo de todo mal que pudiera aparecer en aquel desierto y también pidió por su esposo.

   Tres días después, unos arrieros conocidos como  Don Orihuela, Don Ávila y Don Romero*², encuentran el cadáver de la mujer, gracias al llanto de un bebé quien al verlos comenzó a tomar el pecho de su madre y entendieron, que ese fue el alimento que le permitió vivir.

Una ironía que la muerte otorgue vida.

Los hombres se acercaron a la mujer y al ver su medalla, con el apellido grabado en la misma, se percataron de quien se trataba y le dieron sepultura en la cuesta de la Sierra Pie de Palo y se llevaron al niño.

   Años más tarde, un arriero apellidado Zeballos, al regresar de un viaje observó que su ganado estaba enloquecido y muchos se escaparon, por la tormenta que se avecinaba.

Éste arriero se acercó a la tumba de la Deolinda y le prometió que si ella ayudaba a recuperar el ganado, él le construiría una preciosa tumba y le haría llegar su historia a todas las personas que más pudiera.

La tormenta fue caótica, pero al amanecer cesó y el ganado de Zeballos volvió.

El hombre cumplió la promesa y con el paso del tiempo, la tumba se convirtió en un santuario, donde los primeros devotos fueron arrieros, ciudadanos, camioneros y luego personas de distintas profesiones, que provenían de distintas provincias y países.

   Actualmente, se encuentra sobre la ruta nacional número 141, en cercanía a Vallecito, departamento Caucete en la provincia de San Juan.

   Las paredes están hechas de barro y paja, en ellas se encuentran placas, fotos, velas y botellas de agua, que dejan los devotos en gratitud a la ayuda que les brinda la llamada ahora Difunta Correa y para que no tenga más sed.

¹: José Francisco de San Martín y Matorras, fue un militar y político rioplatense, libertador de Argentina, Chile y Perú en el siglo XIX.

²: En algunos relatos el nombre del esposo de Deolinda difiere entre Clemente Bustos y Baudilio Bustos.

³: Unitarios y Federales, eran dos partidos políticos con diferentes ideología, lo que los llevó a tener conflictos armados, ya que los U luchaban por un gobierno centralizado solamente en la provincia de Buenos Aires y los F abogaban por la descentralización política para que cada provincia tuviera su propia autonomía.

⁴: Facundo Quiroga fue un político, militar,  gobernador, y caudillo destacado partidario de un gobierno federal.

*¹: La Batalla de Angaco, realizada el 16 de agosto de 1.841, duró apenas dos horas y fue un enfrentamiento civil argentino entre Unitarios y Federales, donde los U tuvieron una escasa ventaja.

*²: Don/Doña es un término referido a personas mayores cómo símbolo de respeto y educación.
"Buenos días, Doña Elena"
"Don Julio es un gran hombre"

Guiándonos por las estadísticas que ofrece la intendencia municipal de la provincia de San Juan, se sabe que anualmente hasta trescientas mil personas acuden al santuario de la Difunta Correa.

En Semana Santa, el cerro se cubre de fieles seguidores provenientes de toda América, como Perú, Colombia, Paraguay, Uruguay, Chile y Canadá.

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