El pelinegro estaba extasiado, creía que su corazón podía explotar en ciertos momentos. Amaba ser papá, a pesar de tener olorcito a vomito casi siempre y haber dejado de dormir sus ocho horas por las noches.
Esa mañana de primavera, la reciente famila fue a un chequeo rutinario para el menor de los tres, quien contaba con quince días de nacido. Estaba exacto para retirarle completamente los restos de su pequeño cordón umbilical.
ㅡSu ombligo esta bien, cuando lleguen a casa podrán darle un baño -había dicho el pediatra, junto con otras indicaciones sobre como hacerlo ya que ambos padres eran jovenes primerizos.
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ㅡ¿Estás segura que no se caera? -Nam sostenía el pequeño cuerpo de Jeong como al cristal mas frágil. El niño estaba muy resbaloso por el agua y el suave jabón que su mamá esparcía sobre el cuerpito; sentía que podía safarce de su -no tan- firme y miedoso agarre.
ㅡSolo no lo sueltes y mantenlo firme, lo estas haciendo bien Joon -las palabras de la chica lo reconfortaron algo... tal vez un poco.
...
ㅡOh~ no llores, pequeño. Ya terminamos -sin darse cuenta y por inercia, ya estaba colocandole el pañal. Se dejo llevar por el instinto.
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No era un experto, era la primera vez que bañaba a su bebé de esa manera, no se comparaba a los simples baños de esponja que le dieron a la niña dos veces antes, simplemente mojaban una esponja, la pasaban por su cuerpo y ya.
