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Erick

Despierto exaltado, intento regular mi respiración y acostumbrarme a la luz tan blanca, que hace que por inercia cierre los ojos.
Tras unos segundos de acostumbrarme doy una ojeada, una habitación inmensa, paredes blancas, grandes ventanas, un gran y lindo closet, así es el lugar donde me encuentro. Grande y hermoso, ¿así es el paraíso?

–Hola, ¡despertaste! –un chico alto con unos bonitos rulos entra sonriendo

Sentado en la cama, me apego contra la pared, en éste caso es contra el respaldo de ésta. Me le quedo mirando unos segundos, tratando de procesar, si ésto es un sueño o qué.

–¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí?

–De a una, por favor. –suelta una pequeña risita

Una bonita risa, que me hace perderme de la situación.

–Me llamo Joel Pimentel. –comienza presentándose– Te encuentras en mi casa, precisamente en mi habitación
Detalle sin importancia. –suelta avergonzado– Hace unos días que estás aquí, te he encontrado tirado en un callejón en un estado muy terrible.

–¿Y qué tengo en la cara? –pregunto un poco desconcertado– ¿Cuántos días?

–Ojo, nariz, boca... –niega riéndose– Ya, una semana. Sólo que al estar tan débil, te ha costado despertar. Y al hacerlo, duermes bastante.

–Oh, ¿te parece estar de chistosos? –le miro de forma seria, solamente para molestar. Creo que a éste chico le debo mi vida.– Está bien... entiendo.

–Lo siento. –agacha la cabeza negando– Realmente no suelo comportarme como un idiota, bueno lo hago, pero no en situaciones así. –levanta la cabeza para luego ofrecerme una hermosa sonrisa– Lo que tienes en la cara es para que puedas respirar bien, es sólo por unos días.

–No puedo estar aquí, me van a matar. –hablo con miedo, sabiendo que eso puede suceder

–Parece que ya lo quisieron hacer. –comenta y rápidamente se da cuenta de sus palabras– Lo siento, lo siento. ¡De verdad no sé qué me pasa! No quise que suene tan mal.

–No hay problema, tienes razón igual. –asiento despacio

–¿Me puedes contar lo sucedido?

–Por donde empiezo. –suspiro

–Primero, ¿me dirías cómo te llamas? –pregunta, y a mi parecer su tono sonó muy sospechoso

–Me llamo Erick, tengo 18 años, y vivo con quien sería mi padre, vivimos en el lado sur, y sí, soy de la calle por decirlo de alguna forma. Tengo una casa pero nunca estoy porque Nolan, mi padre, me manda a pedir plata para manteneros y si no traigo tal cantidad me hace dormir afuera. –suelto todo de golpe, pensando en lo que me sucedió con ganas de matar a ese infeliz, con ganas de llorar, de volverme a dormir y no despertar y ver la cruda realidad

–Lamento mucho por todo lo que has tenido que pasar.

–Pasó algo sumamente bobo y me pego demasiado e hizo que ab-abusaran de mí.

–Así que fue ese maldito.

–¿Sabías lo último? –pregunto sin mirarle

–Cuando te encontré en el callejón te traje para aqui, inmediatamente llamé a mi médico pues estabas muy mal y tenías una respiración súper débil. Mi doctor te atendió y te hizo prueba de todo, para saber.

No digo nada, solamente miro las blancas sábanas e intento contener las lágrimas.

–Mírame Erick.

¿Y si me abrazas?   ~Joerick~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora