Prólogo

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Era una tarde tranquila, los poderosos rayos del Sol iluminaban cada rincón de cierto pueblecito tranquilo y acogedor. Cada uno de los habitantes de aquél apacible lugar se hallaban atendiendo sus quehaceres y disfrutando de la aquella Paz, nada podía estropear una tarde como esa... oh... eso creía cierta joven hasta que su compañero decidió finalmente darla la mala noticia...

-¡¿CÓMO QUE TE MUDAS?!- preguntó incrédula una monstruo de pequeñas escamas púrpuras, cuyo flequillo de su larga y despeinada cabellera castaña escondía sus ensanchados ojos dorados, y su entreabierto hocico por la sorpresa dejaba ver sus blancuzcos colmillos. -Aahh... ya veo, es solo una de tus bromas. ¡Jajajaja! Muy buena esa, por un momento me lo creí.

La chica no tenía más de 14 años, pero aún así era bastante alta para su edad y de su clase, midiendo nada menos que 1,65m de altura. Sus ropas eran algo andrajosas, constando así de una camiseta blanca algo dada de sí, una chaqueta añil que la quedaba algo grande, unos vaqueros rotos y algo descoloridos y unos zapatos marrones un poco desgastados.

El chico con el que estaba hablando no le veía la gracia... puesto que desgraciadamente no se trataba de una broma...

Este era un ser humano de piel pálida y cabello algo largo y castaño, cuyo flequillo ocultaba sus ojos al igual que los de aquella chica. Este tenía la misma edad que la reptil, pero era seis centímetros más bajo que ella, sus ropas consistían en un suéter verde con una franja amarilla horizontal en la mitad de este, unos pantalones cafés y unos zapatos marrones más oscuros... se veía muy serio, más de lo habitual y eso ya era mucho decir...

Al no recibir respuesta del chico, la monstruo comenzó a dejar de reír y a ponerse cada vez más nerviosa, tanto era así que de los poros de la piel escamosa de su frente, comenzaron a brotar pequeñas gotas de sudor frío...

-Porque... claro... es solo una broma... ¿V-verdad...?- el humano agachó un poco la cabeza, mirando al suelo apenado... -¿K-Kris?...

-Lo lamento, Susie... pero... ojalá lo fuera...- respondió él bastante deprimido y con un tono de voz bajo. Se notaba que no era de los que hablaban mucho.

La monstruo enmudeció al instante, su único amigo se iba a separar de ella y volvería a quedarse nuevamente sola... no quería volver a esa situación... Él era la única persona que se atrevió a simpatizar con ella, ni siquiera la llegó a tener rencor después de que al principio le hacía bullying... Oh, como se arrepentía de aquello...

Lo mismo ocurría con el joven humano, ella fue la única y mejor amiga que hubiera podido tener en toda su vida, no le importaba el hecho de que se metiera con él al principio, puesto que descubrió que en el fondo era una buena monstruo, y aunque jamás le llegó a pedir perdón por todas esas veces en las que le amenazó con comerle la cara, la había perdonado de todas formas hace ya mucho tiempo.

-Está bien...- Aquella respuesta por parte de la exbully lo sorprendió bastante, y tras escuchar aquellas palabras, levantó su rostro para poder ver la expresión que mantenía en ese momento la monstruo... Le resultaba algo difícil deducirla, puesto que la mitad de su rostro se veía tapado por su flequillo, pero notó que no estaba molesta. -Si no te queda más remedio que irte... no te obligaré a quedarte. Después de todo no es culpa tuya el que a tu madre la hayan translado de instituto...- tomó una breve pausa. -Pero... solo prométeme una cosa...- este asintió. -Que nunca perderemos el contacto... ¿De acuerdo?- terminó de decir con una sonrisa afilada.

Este se quedó mirando unos segundos a la chica, pero al cabo de un rato, bajó su mirada al suelo y curvó sus labios haciendo una pequeña sonrisa, pasando así desapercibida. Nadie jamás le había visto sonreir, puesto que muy rara vez lo hacía y tampoco era la gran cosa... nadie, excepto su "madre", a quien aún se le hacía extraño ver esa expresión en él.

N. 150Donde viven las historias. Descúbrelo ahora