Cap 6

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*Chik-k*

-Ya he vuelto.- dijo la morada tras abrir la puerta de la entrada y entrar a su casa.

-¡¿Se puede saber cómo es que se te ocurrió la brillante idea de no llevarte mínimamente un paraguas a la calle con el tiempo que hace, Susan?!- la regañó el de escamas verdosas desde el sofá de la sala de estar. Estaba viendo la televisión, sentado en el sofá sin apoyar su espalda en el respaldo del asiento y parecía algo inquieto... Estaba muy preocupado por ella...

-... Pensé que no iba a llover... igual que sucedió otras veces en las que pronosticaron tormenta y ni se nubló el cielo.- se excusó la monstruo morada encogiéndose de hombros para luego cerrar la puerta.

-¡¿Y cómo me explicas el que se te quedara el móvil en casa para que yo no pudiera llamarte?!- "preguntó".

-... Estaba sin... batería... y lo dejé cargando...

-Hahh...- suspiró el mayor pesadamente, pasando sus dos manos/garras por su cara desde su frente hasta el final de su cara. -Niña... ¿Qué voy a hacer contigo?...

-Está bieeen... Lo siento...- dijo esta con algo de pesadez, para después acercarse a las escaleras y comenzar a subir los peldaños.

Una vez llegó al piso de arriba del apartamento y se adentró en el dormitorio de su prima rosada y ella, extrañándose un poco al ver que no estaba la antes mencionada. Quizás no había llegado aún de trabajar.

Sin darle más vueltas, agarró la Nintendo Ds de Roxanne, que estaba encima del escritorio, y se sentó en el sofá de debajo de su cama para posteriormente encender la "maquinita". El rosa no era un color que la gustase más... de hecho lo aborrecía, ¿pero qué más la daba teniendo el Pokémon platino pirateado en ella?

-... ¿Hermana?...- preguntó tímidamente un chiquillo de escamas azuladas, asomándose por el marco de la puerta de la habitación.

-Ah,¡Hola campeón!- saludó esta con calidez hacia su hermanito, como de costumbre, pero noto cierto temor en sus palabras. -¿Estás bien?- preguntó la morada algo preocupada.

Este negó con la cabeza mirando al suelo, entristecido...

-... ¿Quieres venir aquí conmigo?- ofreció la morada dando unas suaves palmaditas al sofá, invitándole así a sentarse con ella.

El crío, sin perder más tiempo, se acercó apresuradamente al alargado asiento y se aferró a su hermana con desespero, pudiendo así escuchar los latidos de su corazón.

La mayor dejó la consola a un lado y lo envolvió entre sus brazos con cariño.

-... Tranquilo, solo son unas tontas luces, nada por lo que preocuparse. Verás cómo cada vez tardarán más en sonar los truenos.- animó esta al chiquillo, quien pareció calmarse un poco más, pero no quería despegarse aún de su hermana mayor.

-... Hermana...

-¿Si?

-... Tu... cuando tienes miedo... ¿Qué haces para dejar de tenerlo?...- la preguntó inocentemente el de escamas azules sin separar la cabeza del cuerpo de la fémina.

-Pues...- se quedó un momento pensando con el mentón un poco elevado y la vista orientada al techo de la habitación. -Supongo que pensar en las cosas que me hacen feliz.

-¿Cómo cuáles?

-Pues... por ejemplo: en mi enrollado tío, en mi prima algo pija... y, por supuesto, en mi miedoso hermanito.- mencionó esto último con una burlesca sonrisa.

-¡Hey!- protestó este con un tierno puchero, levantando su cabeza y mirándola con el ceño algo fruncido, a lo que la joven se comenzó a reír enérgicamente. -¡N-no te rías!... Pf... Jajajajajaja.- trataba de parecer molesto, pero al final se le contagió la risa de su hermana.

N. 150Donde viven las historias. Descúbrelo ahora