Capítulo 5: Tensión.

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Varios días pasaron en una tensa calma. Aunque Lai estaba dando lo mejor de sí en su trabajo como profesora, sus pensamientos volvían una y otra vez al asunto de Cerberus y no podía evitar la preocupación que le causaba. La destrucción que había sufrido la KSA era terrible; no solo su edificio estaba hecho trizas, sino que un altísimo número de agentes había muerto en la corta pero brutal confrontación. Si alguno de sus amigos se viera en la necesidad de pelear ¿Cómo terminarían?

­-Muertos y desmebrados– susurró en su cabeza una voz áspera, como el cascabel de una serpiente –jejeje, sangre, sangre por doquieeeer- Lai pegó un respingo y paró en seco en medio de su discurso matutino frente al aula de la que era orientadora. Esto le ganó unas cuantas miradas curiosas de sus estudiantes, pero se recuperó y con una leve sacudida de cabeza continuó hablando de los anuncios de seguridad de la escuela y de los próximos eventos que tendrían lugar en las semanas siguientes.

La vocecilla murmuró unas cuantas promesas de muerte y devastación para después retraerse a los oscuros rincones de su mente con una risilla satisfecha. Generalmente se limitaba a observar con aburrimiento su vida y a dejarla en paz, a veces terminaban teniendo conversaciones interesantes sobre todo y nada; pero en momentos como este, cuando una violenta confrontación era inminente, empezaba a hurgar en su cabeza buscando desequilibrarla.

Lai sintió la ira empezando a arder en su estómago. Apenas sonó la campana que marcaba el cambio de clases recogió sus cosas, se despidió con una reverencia rápida y salió del salón en un apuro. Un barullo rompió inmediatamente entre los estudiantes.

–Últimamente seongsaeng-nim se ve extraña ¿no lo creen?- se escuchaba en un corrillo de tres alumnas.

–Sí, lleva algunos días en que se le nota preocupada por algo- remarcó una de ellas –como que está tensa y a veces se queda mirando al espacio-

–Hmmm, me pregunto qué será– dijo la segunda. Miraba con el ceño fruncido hacia la puerta por donde su profesora había desaparecido a la carrera.

–Tal vez...– dijo otra chasqueando los dedos. Su sonrisa era ligeramente maliciosa –¿algún problema de hombres?-

-...Yeri-

–¿Sí?­–

–No digas ridiculeces–

–¿EHH!–

–Sí, Yeri, siempre te estás montando películas. Probablemente es otra cosa– remarcó su amiga. La otra se rió, sacudiendo su cabeza con incredulidad.

–Hmph, ¡pues apostemos, Gyuri, Jiyu!–

–¿Qué?– respondió Jiyu con una risita.

–Quien descubra primero qué es lo que le preocupa a seonsaeng-nim, gana– dijo Yeri, desafiante, ­–y las otras dos le deben comprar el almuerzo durante un mes–

Gyuri y Jiyu se miraron entre sí con ojos como platos, luego a Yeri, extendiéndoles el puño con esa sonrisa de medio lado que la hacía ver como una especie de duende a punto de hacer una travesura. Al final se decidieron. Su entusiasmo se les había contagiado y, con un choque de puño, el pacto quedó sellado.


Mientras, Lai había entrado al baño más cercano y cerrado la puerta con llave. Puso sus cosas en el piso y se mojó la cara en el lavabo. Su respiración estaba agitada e irregular, por lo que se quedó varios minutos con los ojos cerrados. Agarraba los lados del lavabo con fuerza y tomaba respiraciones profundas para intentar calmarse. Con una última inhalación, alzó la cabeza y cruzó la mirada con su reflejo en el espejo.

–Hyba– masculló con los dientes entrecerrados –¿qué DEMONIOS crees que estás haciendo?–

Su reflejo no estaba agitado, con el ceño fruncido, la cara empapada...tampoco tenía ojos dorados. Se miraba las uñas con indiferencia y cuando habló lo hizo con un largo suspiro y un encogimiento de hombros desinteresado

–Fue una broma, querida, ¿es que no sabés aguantar una bromita inocente?– sus ojos, de un extraño vino tinto opaco, brillaban con diversión contenida. Cuando sonrió, algo como una sombra de un caimán en las aguas de un manglar pasó por sus iris.

Lai se aclaró la garganta. Hacía mucho que había dejado de prestarle importancia a los truquillos e ilusiones de Hyba en los espejos, sabía que no era malvada, solo que su retorcido sentido del humor a veces era demasiado negro para su gusto.

–No– le respondió –no me gustan ese tipo de "bromitas"– remarcó haciendo comillas con sus dedos –cuando estás hablando de gente que me importa y...– Fue interrumpida por un sonido de pedorreta

–Pbtrr, qué aburrida eres, señorita hipersensible–

–Solo no vuelvas a hablarme de cosas tétricas en frente de los estudiantes– respondió ella con un suspiro –además no te conviene, si Frank se da cuenta de tu existencia nos va a caer la del siglo­–

–Solo consígueme un cuerpo para no tener que convivir contigo en tu aburrida cabeza, con tu aburrida conciencia y tus aburridos recuerdos, llorona de...–

–¡EY!– gritó Lai, Hyba pegó un respingo en el espejo – sabes que eso está por fuera de discusión, no te voy a permitir poseer a quien se te dé la gana– Lai le apuntaba con un dedo acusador y Hyba se veía un tanto incómoda en el espejo –recuerdas la última vez ¿no?– la expresión de Lai se oscureció – ¿cómo nos resultó en un desastre?–

–...Argh...okay okay, le voy a bajar a las bromas ¿feliz?– replicó ella echando las manos por encima de su cabeza en signo de derrota –Ish, qué forma de encariñarse tan rápido de unos zarrapastrosos como esos– 

Lai soltó un resoplido divertido. A veces Hyba parecía una niñita malcriada –¿Qué dices si al volver a casa preparo algo rico?– Hyba se incorporó con interés – hay una cosa que venden aquí parecida a la morcilla, puedo conseguir de eso–

–...Bien, bien, me parece bien- aunque trató de esconder su sonrisa, Lai la notó –Ahora déjame en paz–

Su reflejo había vuelto a la normalidad. Con esa charla fuera de su lista de pendientes se sentía bastante más ligera y se dispuso a salir para continuar con su día. Cuando estaba recogiendo sus cosas, escuchó un toque en la puerta y se congeló en su sitio. Un sudor frío empezó a correr por su cuerpo ¿Quién estaba detrás de la puerta? ¿cuánto había escuchado?

–Bueno– pensó mientras quitaba el seguro y abría la puerta de sopetón –ya qué–.

Yeri pegó un respingo ante la repentina acción –Eh, disculpe, seonsaeng–nim, es que la puerta estaba cerrada y...–

–¡Oh sí! Lo lamento Yeri– le respondió con una sonrisa aliviada –debí haber cerrado con seguro por accidente cuando entré jaja–

–Ya...veo–

–Oh, debo ir a clase ahora, no te demores mucho antes de volver al salón­– Con una breve reverencia, dejó a la estudiante frente a la puerta del baño.

Yeri observó a su profesora alejarse por el pasillo enarcando una ceja –Hmmm, definitivamente estaba peleando con alguien– pensó frotándose la barbilla. Había escuchado a su profesora gritar en español, pero no había oído a nadie contestando. Por eso, la única opción que se le ocurría era que estaba peleando por teléfono con alguien de su país.  Levantó la cabeza emocionada ante un repentino pensamiento –¡Mi teoría!...apuesto a que es su novio...entonces– dejó salir una exclamación de sorpresa –¿la dejó porque su relación no funcionaba a distancia? Eso es tan tristeee–.

Si alguien hubiera visto a Yeri en ese momento, mascullando para sí misma con los ojos aguados por la emoción contenida, probablemente habría pensado que le faltaba un tornillo.

Aullando a la Luna de Sangre (Noblesse Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora