El castigo de Dage.

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Advertencia: El siguiente episodio contara con escenas casi explicitas (tan explicitas como mi teclado me lo permita), violencia durante el sexo. Si no te agradan esas cosas te sugiero pasar el siguiente capítulo, ya que este capítulo no intervendrá en la trama de la historia.

Por su atención muchas gracias.

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MingJue le había ordenado a HuaiSang que se dirigiera a la carnicería. Si no asistía un día a la universidad no pasaba nada, pero el negocio no se podía quedar si alguien a cargo durante todo el día; bien decía el dicho que mientras el gato se va los ratones hacen fiesta.

Y una vez que HuaiSang hubo dejado la casa de Meng Yao, MingJue tomó al dueño del inmueble y lo alzó en brazos, poniéndolo en su hombro, como un costal de papas y se dirigió con él hasta el dormitorio, lugar donde lo dejó caer de manera pasada sobre la cama antes de subir sobre él e inmovilizarlo con su propio cuerpo.

—Escúchame bien, Meng Yao —ordenó, con la voz gruesa y pesada. MingJue tomó ambas manos de Meng Yao con uno de las suyas y comenzó a desvestir al menor —. Si no me dices exactamente qué fue lo que pasó con Xue Yang, tú también vas a tener una experiencia desagradable aquí y ahora.

Meng Yao sintió como su cuerpo se estremecía de la cabeza a los pies. Si MingJue decía que haría algo era porque en definitiva lo haría, sin importar de qué tipo de cosa se tratase. Era el tipo de hombre que, si decía que te mataría, algún día, seguramente terminarías muerto.

Meng Yao se removió incomodo por la posición en la que se encontraba. Cerró las piernas, sintiéndose una virginal doncella —cosa que no era hacía mucho más tiempo de que podía recordar —, y giró la cara para no ver de frente al mayor.

—Las cosas no son como las estás pensando, Dage —murmuró con la voz entrecortada —. Yo jamás me atrevería a hacer algo como eso a A-Yang.

MingJue tomó el mentó de Meng Yao y lo obligó a mirar su cara. Su ceño estaba fruncido y sus ojos centellaban enojo.

—Entonces dime ¿qué pasó? —demandó —. ¿Por qué ese niño ha estado viniendo a dormir contigo cuando ya tiene un lugar donde quedarse? ¿Por qué uno de sus tutores dice que tú lo llamas por la noche o la madrugada para hacer trabajos en la carnicería? ¡Meng Yao! ¿Alguien forzó al chico? ¡Dime!

Meng Yao no soportó la mirada acusadora de MingJue por mucho tiempo y giró el rostro una vez más.

—Lo he estado llamando por la noche —asintió Meng Yao con los ojos cerrados y relajó el cuerpo por un momento —. A-Yang quería... quería ganar un poco más de dinero. Quiere enviar a A-Qing a un internado a la capital, ahí ayudan a personas como ella a valerse por sí mismas y...

—No me interesa que me des un resumen de lo que Xue Yang planee hacer con él dinero —cortó MingJue con los dientes apretados —. Si necesita o no más dinero no es problema mío, es problema suyo y de sus tutores. Tampoco es problema tuyo, Meng Yao... así que explícame...

Meng Yao tragó duro e inhaló antes de seguir hablando.

—Le conseguí trabajo a A-Yang —murmuró con la voz suave —. En un club nocturno.

MingJue rabió y apretó las manos de Meng Yao con más fuerza, haciendo que un leve quejido se escapara de los labios del hombre más pequeño.

—¡¿En un jodido club nocturno?! —preguntó, siseando cada palabra con odio —¿Haciendo qué? ¿Cómo acompañante que cobra por hora?

El niño al que le gustaban los caramelos.Where stories live. Discover now